Reportajes

Irlanda del Norte lucha por dejar atrás su sangriento pasado

2013-01-10

Las bombas molotov y las armas volvieron a las calles de Belfast después de una...

Por Stephen Mangan, Reuters

BELFAST- El peor período de violencia en Irlanda del Norte desde una paz firmada en 1998 tras tres décadas de conflicto subrayó la fragilidad de ese acuerdo y desencadenó temores de que la provincia no pueda dejar atrás su pasado sangriento.

Las bombas molotov y las armas volvieron a las calles de Belfast después de una votación del Consejo local para poner fin a la tradición de más de un siglo de izar la bandera británica todos los días desde el Ayuntamiento, que provocó desmanes de partidarios pro-británicos durante las últimas cinco semanas.

Para los locales, trajo recuerdos de los 30 años de conflictos sectarios que dividieron a nacionalistas católicos que buscaban la unificación con Irlanda y protestantes que querían seguir siendo parte del Reino Unido.

La policía, que es blanco de los disturbios recientes, dice que contuvo el descontento. Hasta ahora, con manifestaciones de unas 200 personas, la amenaza a los 15 años de paz ha sido limitada.

Sin embargo, el comercio fue afectado en forma severa, la mejorada reputación de Belfast quedó manchada y a algunos políticos les preocupa que ya no puedan llegar a quienes sienten que no tienen lugar en una nueva Irlanda del Norte.

"Los políticos perdieron el control", dijo a Reuters Danny Kennedy, miembro del segundo mayor partido pro-británico, los Unionistas de Ulster, y ministro en el gobierno británico de Irlanda del Norte.

"Hace veinte años, cuando los dos líderes del unionismo emitían una declaración que instaba a los partidarios británicos a dejar las calles, eran escuchados. Es un factor nuevo y preocupante que los ciudadanos digan que todo ha ido demasiado lejos y nadie defiende lo que pensamos", agregó.

Esos ciudadanos son principalmente jóvenes desilusionados que, con caras cubiertas con pañuelos y banderas británicas atadas sobre sus hombros, arrojaron bombas molotov y petardos contra la policía durante gran parte de la semana pasada.

"Lo más atemorizante es que estos chicos no escuchan. Para muchos es divertido (...) No tienen perspectivas (...) no tienen miedo a nadie", dijo Mark Houston, director del grupo East Belfast Mission que trabaja con manifestantes para intentar frenar el descontento.

Houston dijo que uno de cada cuatro hombres menores de 16 años en el área son analfabetos y proceden de familias en las que otras generaciones nunca tuvieron un trabajo.

Políticos y residentes están preocupados por la próxima época de marchas del verano boreal, cuando grupos protestantes realizan desfiles que son vistos como provocaciones por los católicos y usualmente terminan en violencia.

Sin embargo, para la mayoría de las personas en las calles de Irlanda del Norte, no hay una voluntad de volver a las sangrientas épocas que costaron más de 3.600 vidas en tres décadas.

"El pequeño número de personas llevando adelante la violencia y los ataques contra la policía nunca va a ganar", dijo Adrian Warren, de 62 años, un ex trabajador gubernamental protestante del sur de Belfast.

"Irlanda del Norte no será una zona de guerra otra vez porque las personas comunes aquí quieren paz y quieren que sus hijos y sus familias estén seguros. Las bombas y las armas son algo del pasado y no tienen lugar aquí", agregó.



ROW

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