Migración

El Senado de EU vota hoy la ley para la reforma del sistema de inmigración

2013-06-27

La mayoría demócrata en el Senado confía este jueves en contar con más...

CRISTINA F. PEREDA, El País

En una sesión histórica en el Capitolio, el Senado de Estados Unidos votará esta tarde la ley para reformar el sistema de inmigración. La iniciativa, que cuenta con el respaldo del presidente, Barack Obama, propone la regularización de 11 millones de indocumentados, supone un paso histórico tras 30 años de intentos fallidos para arreglar un sistema que ya no responde a las necesidades del país.

Durante los últimos seis meses, una coalición de legisladores demócratas y republicanos ha logrado sacar adelante un proyecto de ley que puede modificar significativamente el sistema de inmigración de EE UU. La legislación plantea regularizar a los ‘sin papeles' previo pago de una multa y de sus impuestos atrasados, duplica el número de agentes que vigilan la frontera con México, invierte 30.000 millones de dólares en vigilancia de los puntos de entrada al país, así como la creación de visados temporales para trabajadores extranjeros.

La mayoría demócrata en el Senado confía este jueves en contar con más de los 60 votos requeridos para sacar adelante la legislación, que todavía deberá ser refrendada por la Cámara de Representantes. Allí, el Partido Republicano ha amenazado con ni siquiera someter a debate el texto del Senado, en un claro ejemplo de la oposición que todavía puede encontrar la normativa entre las filas conservadoras.

La reforma migratoria es, a pesar de todo, un raro ejemplo de colaboración entre los dos partidos políticos. El pasado mes de enero, cuatro senadores republicanos y cuatro demócratas crearon el conocido como "Grupo de los Ocho" para negociar las bases de la legislación. El trabajo de esta coalición bipartidista refleja cómo los intereses de futuro de demócratas y republicanos dependen en gran medida del apoyo de la comunidad hispana. El grupo de población de mayor crecimiento en la última década ya demostró su poder de influencia en las pasadas elecciones, cuando siete de cada diez votaron por la reelección de Obama.

La victoria del presidente demócrata, un contexto económico que ha dejado en evidencia la dependencia de EE UU de profesionales extranjeros y la necesidad de recuperar el liderazgo en materia de innovación, obligaron a reconocer que el sistema de inmigración ya no responde a las necesidades de esta nación fundada por inmigrantes y que puede volver a tener en ellos la llave de la recuperación.

El resultado electoral también forzó que los republicanos dieran su apoyo a la reforma migratoria. Sin embargo, la mayoría conservadora en la Cámara de Representantes ha obligado a los demócratas a escuchar sus exigencias como condición para sacar adelante la ley. Así, en un cambio de estrategia a última hora, aceptaron una enmienda que endurece significativamente las medidas de seguridad en la frontera, algo a lo que no hubieran accedido hace apenas unos meses.

El avance de esta enmienda, que contó con el apoyo de 14 republicanos en la última votación, fue interpretado esta semana como un adelanto del verdadero respaldo con el que podía salir adelante la legislación este jueves por la noche. Además del endurecimiento de la vigilancia, el corazón de la ley establece el acceso a la ciudadanía para los indocumentados que residan en EE UU desde antes de diciembre de 2011. Podrán regularizar su situación previo pago de una multa, sus impuestos atrasados, demostrar conocimientos de inglés y si no tienen antecedentes penales.

La legislación también contempla otras medidas más populares como el acceso a la ciudadanía como más facilidades para los ‘dreamers', como se conoce a los estudiantes indocumentados, y para los trabajadores agrícolas, un aumento significativo del número de visados para el sector de la ciencia y la tecnología, y mayores controles a las empresas que contraten a extranjeros.

A la espera de las negociaciones que tengan lugar en la Cámara de Representantes -donde se ha llegado a plantear que no se regularice a los indocumentados-, el debate en el Senado no ha recordado en estos meses al que en 2007 acabó con el último intento de reformar el sistema de inmigración. Entonces, la falta de una coalición sólida de organizaciones, sindicatos y empresarios a favor de la legislación no pudo resistir al embate de los conservadores que tacharon la regularización de indocumentados como "amnistía" ni las críticas a los que quisieron abrir las puertas a profesionales extranjeros.

Las elecciones de 2012 cambiaron este contexto, permitiendo que el Senado promueva una ley a medida de las preferencias del presidente Obama y que además lleve el voto a favor de figuras republicanas como John McCain, su rival en las presidenciales de 2008, o Marco Rubio, cuya carrera fue impulsada por el Tea Party y convertido ahora en la bisagra entre una ley cuya aprobación marcará el legado de Obama, y los conservadores.



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