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Nairo Quintana, el ciclista héroe de Sudamérica

2015-06-25

Mientras Quintana se alejaba por una pendiente, David Ardila, de 16 años, exhausto pero...

Por JOHN OTIS, The Wall Street Journal

Al ver a Nairo Quintana entrenando en una montaña boyacense para el próximo Tour de Francia, un adolescente montado en una ajada bicicleta decidió perseguir a la estrella del ciclismo y logró mantener el ritmo durante unos 30 kilómetros. Impresionado, Quintana tomó un uniforme de su vehículo de apoyo y se lo regaló.

Mientras Quintana se alejaba por una pendiente, David Ardila, de 16 años, exhausto pero emocionado, dijo: "Todos los que entrenan y montan bicicleta quieren ser como él".

Esta parte del mundo ya había producido ciclistas destacados, pero no como este escarabajo. Quintana, un colombiano de 1,67 metros de estatura y 58 kilos de peso y quien a menudo ataca en los ascensos más pronunciados, apuesta a convertirse en el primer sudamericano en ganar el Tour de Francia, que comienza el 4 de julio. Los apostadores lo han señalado como la segunda mejor opción para ganar la competencia de este año, detrás de la estrella británica y campeón de 2013, Chris Froome.

"Tengo el sueño amarillo", dijo hace poco Quintana, refiriéndose al color de la camiseta del líder de la carrera.

Que la mayor competencia del ciclismo nunca haya sido ganada por alguien oriundo de esta región montañosa y aficionada a los caballitos de acero es una de las mayores ironías de ese deporte.

Colombia es una tierra con una fuerte tradición de ciclismo y donde los niños sueñan con convertirse en profesionales de ese deporte. Es sede de la Vuelta a Colombia, la competencia por etapas más antigua de América Latina, y una carrera muy exigente que fue fundada en 1951 e incluye pasos de montaña mucho más altos que los del Tour de Francia. Los mejores ciclistas jóvenes en Colombia pueden acudir a una red de equipos locales y clubes de ciclismo. Argentina, Venezuela y Costa Rica envían ocasionalmente ciclistas a los grandes Tours, las tres principales carreras europeas, pero Colombia es el único país latinoamericano que produce consistentemente ciclistas de elite.

Uno de ellos es Lucho Herrera, quien se convirtió en un ícono aquí cuando ganó una etapa de montaña del Tour de Francia de 1985, cruzando la meta con sangre en la cara tras una caída. Dos años más tarde, ganó la Vuelta a España. Santiago Botero triunfó en los campeonatos mundiales contrarreloj de 2002 y el año siguiente, Víctor Hugo Peña se convirtió en el primer colombiano en llevar el liderazgo general del Tour de Francia. Peña pedaleó con la camiseta amarilla durante tres días antes de cedérsela a Lance Armstrong, su compañero de equipo.

Pero de todos modos, ningún colombiano ha logrado llegar a la cima del deporte. Aunque los corredores individuales ganan etapas, el ciclismo profesional es un deporte en equipo, con ciclistas de apoyo que llevan comida y agua para su líder y pedalean por delante para quebrar el viento y aliviar su trabajo. Típicamente fuertes en las montañas pero débiles en las planicies, los colombianos suelen ser los ciclistas de apoyo de las estrellas europeas.

Quintana también es un escalador. Pero uno excepcional, que ahora, como líder, avanza detrás de su propio pelotón de ayudantes del equipo Movistar de España.

El colombiano, de 25 años, no se montó en una bicicleta hasta cumplir los 15 años. Comenzó a pedalear para llegar a su escuela a 16 kilómetros de su casa, pero un día se accidentó al pasar por un bache y se golpeó fuerte la cabeza contra el pavimento. Quedó en coma por 24 horas. Comenzó a usar un casco y se volvió tan conocedor de los ascensos pronunciados desde la escuela a la finca de su familia, a 3,200 metros de altura en los Andes en la región central de Colombia, que a veces ataba un lazo a la bicicleta de su hermana menor y la remolcaba.

Giovanni Díaz, el alcalde de Cómbita, la población cercana a la finca de los Quintana, recordó al ciclista adolescente llegando a una de sus primeras carreras con un cachivache de marco de acero y tenis de tela. Pero comenzó a ganar y usó el dinero del premio, habitualmente unos US$50, para actualizar su equipo.

"Fui comenzando a mejorar parte por parte", dijo Quintana en una entrevista. "aún seguía siendo la más pesada, la peor. Pero yo siempre la lavaba bien, la brillaba, yo mismo la engrasaba".

Su habilidad para los ascensos llamó la atención de Jenaro Leguizamo, un entrenador de la región. Probó el VO2 max de Quintana, un indicador clave de desempeño que mide la cantidad máxima de oxígeno que puede usar un atleta. Los ciclistas de elite suelen registrar un VO2 max de entre 60 y 80. Quintana marcó 86, similar a Armstrong, quien ganó el Tour de Francia siete veces antes de que lo despojaran de los títulos por dóping.

"Eso es lo que lo hace diferente", dijo Leguizamo.

En su primer Tour de Francia en 2013, Quintana terminó segundo, el mejor resultado histórico para un latinoamericano. El año pasado, se convirtió en el primer colombiano en ganar el Giro de Italia, mientras que su compatriota Rigoberto Urán terminó en segundo lugar. Quintana también encabezaba la Vuelta a España de 2014, el otro Gran Tour, cuando se accidentó y quedó fuera de competencia.

"Cuando en mi juventud veía a Lucho Herrera hacer lo que hacia en el Tour y en la Vuelta a España, eso me motivó a mí a ser ciclista", dijo Leguizamo. "Y ahora mismo, cuando nuestros jóvenes ven a Nairo, a Rigoberto, algunos verán el ciclismo como la posibilidad de hacer fama, otros la verán como posibilidad de hacer dinero".

Muy pocos llegan tan lejos. Como Quintana, muchos ciclistas colombianos provienen de familias humildes. Al mismo tiempo, la tecnología ha incrementado el costo de las bicicletas y los repuestos, y ha marginado del deporte a muchos jóvenes colombianos.

"La batalla que comienza para poder ser ciclista es lo económico", dijo Quintana. "Es complicado para un niño si su padre que paga alquiler en una casa, es muy difícil decir te compro una bicicleta de dos mil dólares sabiendo que no tiene sino justo para pagar el alquiler".

Leguizamo agrega que "pueden haber 30 o 40 Nairos pero están perdidos o no saben que tienen ese talento, no hay quien se los explote".

Y también está la cuestión del conflicto armado de Colombia con la guerrilla, que lleva más de medio siglo. Aunque se adelantan conversaciones de paz, la guerra ha dejado inaccesibles muchas carreteras de montaña para entrenamiento. Las ambiciones de algunos jóvenes ciclistas también se derrumban por el servicio militar obligatorio. Quintana afirmó que probablemente se hubiera enlistado en el ejército si no hubiera hecho carrera como ciclista. Una de las principales ventajas de ganar su primera carrera internacional fue conocer el presidente Juan Manuel Santos, quien accedió a transferir a uno de sus hermanos, un soldado, de una zona de conflicto en el sur del país, a pedido del ciclista. Santos accedió aparentemente porque el hermano de Quintana llevaba varios años en la zona.

Aunque ahora está en la cima del mundo del ciclismo, Quintana vive en un apartamento modesto a sólo unos kilómetros de donde creció. Cuando se puso la camiseta rosada por ganar el Giro de Italia, campesinos entusiasmados en Cómbita tiñeron de rosado sus tradicionales ruanas de lana en su honor. Pero el tímido y callado Quintana volvió a su casa de incógnito y esquivó las celebraciones.

En un recorrido reciente de 200 kilómetros, siguió su vieja ruta en bicicleta, pasando por su escuela, y llenando botellas de agua en un manantial en las montañas. En otra parada, se reunió un grupo de personas para tomarse fotos de recuerdo.

Pero ante la proximidad del Tour de Francia, Quintana se alejó del grupo rápidamente, volvió a subir a la bicicleta y desapareció por la carretera.



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