Nacional - Política

El Gobierno y los maestros de la CNTE reabren la negociación

2016-07-06

Osorio Chong, evitando los detalles espinosos, enfatiza la importancia de la

J. M. AHRENS, El País

El Gobierno mexicano y la radical Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) hicieron anoche un último esfuerzo para evitar la colisión. Ambas partes se reunieron en la Ciudad de México y, tras entregar sus propuestas para solucionar el conflicto educativo, acordaron volver a sentarse juntos el 11 de julio. Una fecha que por su proximidad con las vacaciones escolares vaticina un paréntesis en el pulso.

La vuelta al diálogo ha venido precedida, por parte del sindicato disidente, de una reducción de la tensión. Sin dejar de hostigar, la CNTE ha abandonado su estrategia de tierra quemada. Este cambio de actitud ha sido entendido por el Gobierno como una respuesta a su advertencia de emplear la fuerza si seguían los bloqueos totales de carreteras. Bajo este argumento, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ha decidido reabrir la negociación.

"Hubo quienes pedían que el gobierno actuara de inmediato aplicando con firmeza el uso de la fuerza. Hubo, por otro lado, quienes sostenían que debíamos seguir en la ruta del diálogo. Ante ello, el Gobierno asumió su doble responsabilidad, la de distender, garantizando la libre manifestación, pero resguardando los derechos de terceros En otras palabras, agotar el uso de la política como la herramienta fundamental para construir acuerdos. Hoy, gracias a que se actuó de esta manera, se ha restablecido la interlocución en un marco de respeto, dijo Chong.

En este nuevo clima, ambas partes se reunieron e intercambiaron sus propuestas. La gubernamental, evitando los detalles espinosos, enfatiza la importancia de la "participación del magisterio nacional" en la mesa y reitera su "disposición a un diálogo incluyente" que facilite un "acuerdo sólido y duradero". El documento magisterial, en cambio, insiste en que se suspenda la reforma educativa y que se "resuelvan" los puntos calientes que arrastra el conflicto: presos, despidos, suspensiones de pagos, retenciones de cuotas... Dos perspectivas difíciles de conciliar y ante las que ambas partes se han dado cinco días para digerir y buscar un punto de encuentro.

Entretanto, el Gobierno enviará este jueves, en señal de apaciguamiento, una comitiva a la zona más explosiva del conflicto: Nochixtlán. En esa población de Oaxaca murieron el pasado 19 de junio al menos ocho civiles (siete por disparos de bala) tras un enfrentamiento entre la policía y la CNTE durante un desalojo.

La conmoción desatada por la matanza obligó al Gobierno a dar un giro en su estrategia y abrir una mesa de negociaciones. Tras unos primeros pasos esperanzadores, en los que Osorio Chong se comprometió a “hablar de todo”, el diálogo se agostó. La CNTE no cedió en su petición de máximos, la retirada de la reforma educativa, y elevó la temperatura de las protestas callejeras en sus feudos del sur, Oaxaca y Chiapas. Los bloqueos, según fuentes oficiales, llegaron a poner en peligro el abastecimiento alimentario de miles de personas. Fue entonces cuando Osorio Chong enseñó los dientes y el sindicato, sin retirarse de las carreteras y las calles, optó por rebajar la tensión.

El pulso ha supuesto un desgaste para ambas partes. El sindicato, tras la matanza de Nochixtlán, había logrado abrir una fisura en la monolítica negativa del Gobierno a negociar. Pero su contestación callejera y el enconamiento de sus dirigentes le han devuelto a ojos de muchos ciudadanos al punto de partida.

Tampoco el Ejecutivo ha logrado cerrar la espita. Las muertes de Nochixtlán siguen sin aclararse, la crispación se ha adueñado del sur y el eventual uso de la fuerza podía acarrear consecuencias imprevisibles en una zona donde las organizaciones insurreccionales nunca han desaparecido del todo. “Estamos listo por si emplean la fuerza; no estamos solos en esta lucha”, ha proclamado un dirigente de la CNTE de Chiapas.

En esta olla a presión, se han multiplicado las voces llamando a la calma. Los propios obispos han pedido que se reabran las negociaciones. También lo ha hecho la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el PRD, la principal fuerza de la izquierda mexicana.

Ahora se ha reabierto el diálogo. Pero la posibilidad de que el Gobierno y la CNTE lleguen a un acuerdo con rapidez es compleja. Chocan el maximalismo del sindicato disidente, con una fuerte tradición clientelar, y la negativa presidencial a retroceder en una ley que representa su última gran baza política.

La reforma educativa, que supone el fin la compra venta de plazas docentes y el establecimiento del concurso oposición, fue aprobada por abrumadora mayoría en el Parlamento y las encuestas le otorgan un amplio respaldo popular. Incluso en Oaxaca, donde se celebraron en junio elecciones, las fuerzas que apoyan la ley ganaron por amplia diferencia a Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora el único dirigente de talla nacional contrario a la reforma.

Ante la ausencia de salidas claras, un factor puede abrir una puerta falsa. El próximo 15 de julio se inician las vacaciones escolares. Un parón que obligará a deponer las armas a ambos contendientes y que puede permitir un tiempo muerto muy útil para el diálogo. Al menos, hasta la vuelta al colegio.



JMRS

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