Espectáculos

Hollywood ya no oculta sus depresiones

2017-05-12

El actor reconoce en la revista GQ de mayo sus problemas con el alcohol y cómo estos han...

Rocío Ayuso, El País


“Googlear mi nombre me llevó a una total depresión”, declaró recientemente Blake Lively a su paso por el desayuno que anualmente organiza la revista Variety en honor de las mujeres más poderosas de Hollywood. Muchas estrellas envidiadas que, como la actriz, disfrutan de poder, carrera, fama, dinero, belleza, familia, reconocen que a veces eso no lo es todo. La presión de estar constantemente en el ojo del huracán, bajo la mirada del público, objeto de sus comentarios y de su cyber-bulling en las redes sociales puede agotar a cualquiera. Lively lo reconoció sonriente. Otros, como Brad Pitt, también han abierto su corazón.

El actor reconoce en la revista GQ de mayo sus problemas con el alcohol y cómo estos han formado parte de los motivos que han terminado con su matrimonio con Angelina Jolie. En sus declaraciones, admite que la bebida fue una forma de mitigar una educación para la que el concepto de padre es ser una figura “llena de fortaleza y de poder”, donde las dudas no tienen lugar. Un sentimiento complicado cuando uno es el progenitor de seis hijos y tiene que ser perfecto a la vista de todos, incluido cada uno de sus hijos. Como reconoce en la misma entrevista, mientras que todos desean ser Brad Pitt, él preferiría cambiar su nombre y desaparecer en el anonimato.

Son más los que en Hollywood combaten sus miserias con la bebida. Junto a Pitt está Ben Affleck, a quien la vida de estrella le aportaba un halo de triunfador que parecía le iluminaría siempre. Pero como Pitt, él también presenta un aspecto muy desmejorado desde su divorcio con Jennifer Garner, con quien tiene tres hijos. Los problemas de Robin Williams con el alcohol y la depresión eran conocidos mucho antes de que el venerado cómico acabara con su vida en 2014. Entre los factores que pudieron llevarle a este fatal desenlace está el fracaso de su último trabajo televisivo, la serie cómica The Crazy Ones, que cimentó en quien ganó el Oscar a mejor actor secundario por El indomable Will Hunting el deprimente sentimiento de que estaba acabado.

Nadie está libre de un cuadro depresivo, un diagnóstico que según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades puede llevar al suicidio, especialmente entre los hombres blancos de entre 45 y 64 años. Hollywood no solo no les hace inmunes sino que las presiones externas que conlleva su exposición pública pueden agudizar la crisis. “El miedo es una gran parte de nuestro trabajo”, reconoció a este diario el actor Charlie Hunnam, refiriéndose a sus temores a no volver a tener un papel cuando abandonó la saga 50 sombras de Grey. “Afortunadamente el estudio fue muy generoso y entendió que estaba atravesando un momento difícil en mi vida, muy duro emocionalmente”, añadió sin querer profundizar en las razones de su depresión. Lo mismo le ocurre ahora a Eric Dane, conocido durante años como doctor Sloan por su participación en Anatomía de Grey. Ahora el intérprete se encuentra de baja de la serie The Last Ship (de la cadena TNT) por depresión y “para lidiar con asuntos personales”, según indicó un comunicado.

Cada caso es un mundo. Son muchas las estrellas que han dado a conocer sus altibajos personales para tender una mano amiga al resto de los mortales y decir de alguna forma "somos como vosotros". Así ha ocurrido con Brooke Shields, Gwyneth Paltrow o, más recientemente, Sarah Michelle Gellar, que han compartido sus experiencias para visualizar y normalizar la depresión postparto. Otros, como Anne Hathaway, Ashley Judd, Zach Braff o Maureen McCormick también han hablado de sus episodios depresivos. Pero, como reconoció quien interpretó el personaje de Marcia en La familia Brady, en su caso más que estar relacionado con la fama o con una carrera precoz fue “algo de familia”.

Catherine Zeta-Jones, Jon Hamm u Owen Wilson son otras estrellas que han reconocido sus problemas mentales y emocionales, forzados a tratarlos a la vista de todos. De esa presión ha hablado también Brie Larson, que ha reconocido que nunca se sintió tan sola como cuando pasó de ser una desconocida a conseguir el Oscar a mejor actriz por su papel en La habitación. “Me sentí sola y mal. Avergonzada de tanto hablar de mí”, reconoció en Vanity Fair en referencia a esos “periodos en los que crees que nadie te entiende”. Larson encontró la solución en Emma Stone y Jennifer Lawrence, estrellas que la escribieron para hacerla saber lo mucho que les había gustado su trabajo. Junto con Lena Dunham y Amy Schumer formaron un grupo donde “se puede hablar de todo”.

Brad Pitt ha optado por una solución más tradicional, recurrir a la ayuda de la psicoterapia, sustituir el alcohol por el zumo de arándano y el agua con gas y volcarse de lleno en su nuevo amor, ese que ha encontrado en la escultura.

 



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