Curiosidades

Alargar la vida de las cosas es algo más que ahorrar dinero 

2017-06-07

Alargar la vida de las cosas cuando pierden su valor de uso para quienes las poseen y ponerlas a...

Por Frank González


Roma (PL) Con un volumen de operaciones de 19 mil millones de euros en 2016, el mercado de artículos usados gana adeptos en Italia, donde deviene algo más que una opción inteligente de ahorro.

Alargar la vida de las cosas cuando pierden su valor de uso para quienes las poseen y ponerlas a disposición de otros que las necesiten, contribuye al cambio de paradigma entre la visión lineal tradicional del proceso producción-distribución-consumo-desecho, por otro más humano y amable con la naturaleza y el medio ambiente.

Sobre esos pilares descansa el concepto de economía circular, en cuya implementación avanza en Italia y el resto de Europa en los últimos años, por lo que representa como aporte al uso más racional y sostenible de los recursos naturales, a la vez que a mayores ventajas desde el punto de vista económico por el ahorro de insumos y energía. Un estudio ilustrativo sobre la necesidad de sustituir el viejo modelo lineal por uno basado en la economía circular en Europa, fue publicado en 2015 por la Fundación Ellen MacArthur y el Centro MacKinsey de Negocios y Medio Ambiente.

La investigación reveló que en 2012 el ciudadano europeo promedio usó 16 toneladas de materiales, el 60 por ciento de los cuales fueron enterrados o incinerados y el 40 restante reciclados o reutilizados en procesos durante los cuales sólo se recuperó el cinco por ciento del valor de las materias primas originales.

En diciembre de 2015, la Comisión Europea puso en práctica un paquete de medidas mediante el cual amplió otro del año anterior, con objetivos a corto y mediano plazos, para impulsar la competitividad, crear empleo y generar crecimiento sostenible, según indicó el organismo regional en un comunicado.

Entre las medidas aprobadas para contribuir a cerrar el círculo de los ciclos de vida de los productos a través de una mayor reciclado y reutilización se incluyeron algunas dirigidas a promover mayores posibilidades de reparación y durabilidad de los productos, además de la eficiencia energética.

EL MERCADO DE LO USADO EN ITALIA

Como sucede con cualquier otra actividad comercial contemporánea, la compra y venta de artículos de uso en Italia se mueve tanto en la dimensión física como en la digital, cada una con sus características al servicio de un público heterogéneo, una parte del cual se mueve en ambos planos.

Los establecimientos dedicados a ese giro en todo el país pueden ser generales o especializados, grandes o pequeños, pero en todos predomina el interés de poner a circular las cosas para extender su vida útil hasta el máximo posible.

Así lo explica a Prensa Latina el joven emprendedor Giulio Della Rocca, uno de los tres socios trabajadores de uno de esos sitios, inaugurado hace unos cuatro años en el céntrico Viale Aventino, a unos metros de la sede central de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),

De formación profesional humanística, Giulio disfruta su trabajo porque a diferencia de los mercados tradicionales, en el mercatino prevalece el aspecto humano.

Al llegar a este lugar -señala- el cliente se percata de que no existe una distancia entre quienes venden y quienes compran y se crea una relación casi familiar, vínculos de afecto y amistad como fue tal vez el mercado en un tiempo.

Esto es un retorno al mercado con una dimensión social, el lugar donde se conversa con buenos amigos, personas en las cuales confías, de tal forma que también el aspecto humano es una de las victorias de estos mercados de lo usado, apuntó.

Al referirse a la marcha del negocio, explicó que funciona muy bien porque quienes venden, más allá de dinero que ganan en la operación, disfrutan la idea de poner a circular las cosas y evitar así que terminen en la basura, con el consecuente impacto ambiental negativo.

Amante de la naturaleza y defensor del uso sostenible de sus recursos, para Giulio la gran revolución de nuestro tiempo es pasar de la idea de un ciclo de vida muy breve de las cosas a una de la economía circular, de tal manera que vivan lo más posible.

El reciclaje, añadió, debe ser lo último, cuando (el objeto) no se pueda reparar más, ni ser regalado o reutilizado por otra persona.

A través de la verdadera revolución de hoy -puntualizó- se puede reducir el impacto ambiental que se está haciendo insostenible y pienso que si seguimos así, tendremos si acaso otros 50 años de esperanza de vida.

Por lo tanto, somos una de las expresiones de una pequeña realidad, de la economía circular, una economía que no destruye, sino que crea economía haciendo ecología, subrayó entusiasmado.

EL IMPACTO ECONÃ'MICO

Los 19 mil millones de euros movidos en 2016 por los mercados de artículos usados en Italia representaron el 1,1 por ciento del Producto Interno Bruto nacional.

A la creciente presencia de esa modalidad comercial se refirió el Observatorio 2016 de la economía de segunda mano, elaborado por la firma de investigaciones y análisis de mercado Doxa para la empresa Súbito, el más importante espacio de ventas en línea de productos usados con más de ocho millones de visitantes únicos mensuales.

El estudio concluyó que se trata de una forma renovada de mercado que contribuye a redefinir el paradigma económico y social actualmente en crisis, mediante un reposicionamiento del individuo en el centro del fenómeno.

Doxa recuerda que la cifra alcanzada en 2016 supera en mil millones a la del año precedente, con un incremento de 300 millones en las transacciones en línea, las cuales totalizan 7,1 miles de millones de euros, equivalentes al 37 por ciento del monto global.

La investigación comprobó la tendencia creciente de los italianos a involucrarse en esta actividad, la cual abarca al 50 por ciento de la población menor de 45 años, ya sea como vendedor o comprador, con el 15 por ciento en el mercado en línea.

Un tercio de quienes nunca se aproximaron al mundo de lo usado reconocieron que son propensos a hacerlo en cualquier momento, en tanto el 53 por ciento de los compradores respondieron que lo hacen al menos una vez cada seis meses, nivel que desciende a 48 por ciento en el caso de los vendedores.

A su vez se redujo al 45 por ciento la cifra de quienes no compraron nunca nada usado porque prefieren cosas nuevas, ocho puntos menos que en 2015, mientras quienes confesaron que nunca vendieron nada porque sienten especial apego por sus bienes bajó del 10 por ciento en 2015 al cinco.

El estudio clasificó a los compradores en cuatro grupos tomando como referencia las razones expuestas para las adquisiciones.

En el primero, en el cual se agrupa el 38 por ciento del total, están los de la ligereza superflua, listos para tener más con alegría, sin demasiados gastos ni renunciando a las pequeñas cosas.

A continuación se ubican los de la Economía 2.0, con el 16 por ciento, jóvenes acostumbrados a la compra-venta de artículos nuevos o de uso en internet, seguidos por el 10 por ciento representado por los inteligentes de moda, aficionados a los objetos rebuscados; y el siete por ciento integrado por quienes procuran algo necesario para la familia.

El 11 por ciento del total está compuesto por los denominados ideológicos, portadores de una visión ética del fenómeno, defensores de la naturaleza y del medio ambiente, opuestos al consumismo y al derroche.



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