Ciencia y Tecnología

¿Los animales pueden predecir los terremotos? 

2017-06-21

En octubre, Wikelski, un científico alemán, le puso placas a varios animales en una...

Elisabetta Povoledo, The New York Times


PIEVE TORINA, Italia — Después de que una serie de fuertes terremotos sacudieron a Italia el año pasado, Martin Wikelski decidió comprobar una corazonada que ha atormentado a los científicos y pensadores durante milenios: ¿los animales pueden anticiparse a los desastres naturales?

En octubre, Wikelski, un científico alemán, le puso placas a varios animales en una granja en Pieve Torina, en la región de las Marcas en Italia central. Lo hizo para monitorear su comportamiento con la esperanza de detectar si cambiaba antes de un terremoto para que pudiera usarse como sistema de alerta y así posiblemente salvar miles de vidas. Una mañana cálida esta primavera, regresó para recopilar los hallazgos.

“Caray, de verdad parece que hay algo aquí”, dijo con emoción, mientras veía cómo su computadora procesaba los datos en el cofre de su auto en un patio de la granja lleno de maquinaria.

La serie de terremotos en Italia comenzó en agosto, con otros temblores grandes que ocurrieron en octubre y enero, acompañados por miles de réplicas. Los incidentes provocaron 23 mil millones de euros (26 mil millones de dólares) en daños, dejaron a miles sin hogar y provocaron más de 300 muertes.

Los sismos constantes en un área principalmente rural y agrícola también han brindado una oportunidad poco común para poner a prueba la teoría.

Wikelski cree que podría estar cerca de un hallazgo, aunque es cauteloso, y cohibido, en cuanto a lo concluyentes que podrían ser sus datos. Es el primero en reconocer que algunos consideran la idea de que los animales puedan predecir desastres como algo fantasioso.

“Somos los dementes”, dijo Wikelski riéndose, y explicó que era difícil obtener el financiamiento para realizar su proyecto sin datos concretos que lo respaldaran. “Por eso debemos asegurarnos por completo de no cometer ningún error en el análisis estadístico, pues las personas intentarán encontrarle fallas a todo, y con justa razón”.

Aunque Wikelski no pudo revelar los detalles de sus hallazgos antes de su publicación en una revista científica, insinuó que los datos mostraban que los animales se mueven de cierto modo de una manera consistente horas antes del terremoto.

Wikelski, el director del Instituto de Ornitología Max Planck en Radolfzell, Alemania, dijo que investigaciones previas habían augurado las habilidades predictivas de los animales. Mencionó un estudio realizado de 2012 a 2014 en el que se monitoreó a cabras y ovejas a un costado del monte Etna, en Sicilia.

“Los animales predijeron las erupciones volcánicas más importantes durante esos dos años entre cuatro a seis horas antes”, dijo, y agregó que ocho grandes erupciones ocurrieron durante su estudio. “De noche, los animales se despertaron y se movieron nerviosamente y durante el día, se fueron a un área segura”, donde la vegetación alta indicaba que se había salvado de corrientes de lava previas.

Con base en esta investigación, solicitó una patente en 2013: “Disaster Alert Mediation Using Nature” (“alerta de desastres mediante la naturaleza”). La patente está pendiente.

Los terremotos recurrentes en las Marcas y otras regiones de Italia central brindaron la oportunidad de registrar una gran cantidad de datos acerca de las respuestas animales para seguir poniendo a prueba la teoría.

“Estamos de verdad emocionados porque esta es la primera vez que pudimos ponerles placas a los animales antes, durante y después de una serie de grandes terremotos”, dijo Wikelski.

Después del terremoto devastador que azotó la región en octubre, Wikelski y su gerente de proyecto, Uschi Müller, fueron a Italia. Se toparon con la granja Angeli, donde se vende queso de las ovejas y vacas de la familia, así como otros manjares, pero lo que había sido la tienda de la granja ahora eran escombros. “Todo estaba roto”, dijo Wikelski.

“Todos los estantes para el queso estaban en el suelo. Era evidente que su medio de subsistencia se había acabado”, dijo, pero la familia “fue de todos modos muy amable”.

Wikelski les puso una placa —con sensores pequeños, pero sofisticados— a varios animales en la granja: un conejo, una oveja, vacas, pavos, pollos y perros.

Los dispositivos midieron todos los movimientos de los animales, a cada segundo: dónde se dirigían según la declinación magnética, su velocidad, altitud, temperatura, humedad, aceleración y ubicación. Describió la placa, activada con un pequeño panel solar, como una “caja negra llena de información”.

Unos días después de que los animales recibieron las placas por primera vez, otro gran terremoto, que alcanzó una magnitud de 6,5, sacudió la zona, lo cual brindó los datos de un suceso sísmico significativo. Wikelski y Müller recuperaron los dispositivos de monitoreo unas semanas después, y regresaron en enero para de nuevo ponerles placas a varios de los mismos animales, entre ellos seis vacas, doce ovejas y dos perros: Zeus y Aro.

“Creo que se comieron a los pavos”, dijo Wikelski.

En abril, los investigadores regresaron otra vez para quitar las placas restantes y estudiar los datos obtenidos.

Ponerles placas a especies distintas podría ser clave, de acuerdo con Wikelski, pues cada una percibe el ambiente de manera distinta. Y en conjunto, dijo, podrían “formar un sistema de percepción colectiva”, con lo que habría información completamente novedosa.

“Si solo fuera un animal en una sola granja, no podríamos ver una señal, pero si reúnes todo –las sinergias, la síntesis de esos sistemas de percepción–, eso es lo que de verdad parece activar la señal”, dijo Wikelski.

La esperanza es que una vez que los datos de los animales sean comparados con los datos de los terremotos del área —utilizando como tope aquellos de una magnitud de 4,0 en la escala de Richter— estos mostrarán un comportamiento distintivo antes, durante y después de un terremoto. Desde finales de octubre hasta abril, hubo 11 días en los que los terremotos superaron la magnitud de 4,0 en la escala de Richter.

El comportamiento de los animales durante las horas previas a un terremoto podría servir de sistema de alerta temprana para que las personas puedan desalojar.

Los Angeli recibirían con gusto los avances que hayan surgido de las pérdidas que sufrieron por los terremotos. La familia pasó el invierno en caravanas primitivas y contenedores estrechos con baños y cocinetas improvisadas. Agusta Raboni, la matriarca de la familia, explicó que se quedaron ahí en vez de mudarse a hoteles en la costa del mar Adriático donde fueron recibidas durante el invierno otras personas que perdieron su hogar debido al terremoto, porque: “Tenemos animales. ¿Adónde iríamos?”.

A finales de mayo, el Estado finalmente entregó pequeñas casas prefabricadas, que aún estaban montando. Ya era hora, dijeron Raboni y su esposo, Florindo Angeli.

Los datos reunidos en la granja y los animales que sobrevivieron podrían ser cruciales y se combinarán con otros datos que está recopilando el instituto de ornitología, el cual rastrea varios cientos de animales.

Es parte de un proyecto internacional —encabezado por Alemania y Rusia— llamado Icarus (por su sigla en inglés, International Cooperation for Animal Research Using Space), un sistema de monitoreo satelital que rastreará a decenas de especies equipadas con transmisores activados mediante energía solar.

“Seremos capaces de aprender de los animales de cualquier lugar del mundo como un colectivo, y esa es una idea simple y poderosa”, dijo Wikelski.

El Servicio Geológico de Estados Unidos señala en su sitio web que “abunda la evidencia anecdótica de animales, peces, aves, reptiles e insectos que exhiben un comportamiento extraño durante las semanas o los segundos previos a un terremoto”. Sin embargo, la agencia federal, responsable de registrar la actividad de los terremotos en Estados Unidos, dice que “el comportamiento constante y confiable previo a sucesos sísmicos, así como un mecanismo que explique cómo podría funcionar, aún está por crearse”.

Wikelski dijo que estaba ansioso por realizar experimentos a una mayor escala. Reconoció también que muchos científicos siguen siendo escépticos acerca de esta línea de investigación y que aún hay muchas variables.

“Aunque podamos demostrar que esto es algo que los animales están percibiendo”, dijo Wikelski, señaló que solo había ocurrido “en una granja en un lugar del mundo, así que lo que podemos concluir es muy limitado”.

“Es una gran afirmación, así que más nos vale tener buenas pruebas al respecto”, dijo.



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