Internacional - Política

El acuerdo nuclear con Irán cumple su aniversario más incierto

2018-07-13

Tres años después de la firma del histórico acuerdo, que entró en vigor...

Marina Villén

 

Teherán, 13 jul (EFE).- El acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y seis grandes potencias firmado hace tres años, tras arduas negociaciones, se encuentra hoy en la cuerda floja desde que el pasado mayo Estados Unidos se retirase unilateralmente del mismo.

Esa salida, con la que amenazó durante meses el presidente estadounidense, Donald Trump, vino acompañada de una reimposición de sanciones destinadas a ahogar la economía iraní, que el resto de firmantes del pacto intentan contrarrestar con medidas que todavía han de demostrar su eficacia.

Tras la decisión de Trump, el presidente iraní, Hasan Rohaní, anunció que su país permanecía en el acuerdo, conocido por sus siglas en ingles JCPOA, si las otras partes -Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania- garantizaban los beneficios económicos de Irán derivados del mismo.

El JCPOA estipula limitaciones del programa nuclear iraní durante períodos de entre 10 y 25 años para evitar que Teherán obtenga la bomba atómica, a cambio del alivio de las sanciones internacionales impuestas a la República Islámica durante años.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha certificado en más de una decena de ocasiones que Irán ha cumplido con sus compromisos, incluidos los niveles de enriquecimiento de uranio, pero estos informes no han sido suficientes para Trump.

Tres años después de la firma del histórico acuerdo, que entró en vigor en enero de 2016 y es considerado por sus defensores clave para evitar la proliferación nuclear, su futuro es incierto y la preocupación de la comunidad internacional, alta.

Las autoridades iraníes ya han advertido de que en el caso de retirase del JCPOA reanudarán su programa atómico, incluido el enriquecimiento de uranio al 20 %, aunque insisten en que sus fines siempre han sido pacíficos.

Para no llegar a este punto, han exigido a los cinco firmantes restantes el compromiso de que sus exportaciones de petróleo y gas no se vean afectadas y de que continúen las transacciones comerciales.

Los ministros de Exteriores de los cinco países citados se comprometieron este mes en Viena a preservar los canales financieros con Irán y las exportaciones de petróleo y gas, incentivar más inversiones y apoyar a los agentes económicos que cooperan con la República Islámica, especialmente las pequeñas y medianas empresas.

Ante esta propuesta, Rohaní reconoció que Europa tiene "la voluntad política de continuar la cooperación económica", pero -insistió- en que son necesarios "pasos prácticos en un plazo determinado".

Hay dudas de que las medidas que adopte Europa vayan a tener efecto ya que, pese a la adopción del llamado "estatuto de bloqueo" contra las sanciones, multinacionales europeas han anunciado su retirada de Irán ante los riesgos que conlleva, entre ellas las francesas Total y PSA, y la danesa Maersk.

Por ello, urge una solución. Los intereses de Irán no van a quedar totalmente garantizados, pero las otras partes del acuerdo intentan convencer a Teherán de que una salida será todavía más perjudicial ya que conducirá de nuevo al aislamiento económico del país.

Las negociaciones, iniciadas pocos días después del anuncio de Trump en mayo, se desarrollan a contrarreloj ya que la primera tanda de sanciones estadounidenses entra en vigor en agosto y la segunda, en noviembre.

Primero se impondrán restricciones a la compra de dólares por parte del Gobierno de Irán, a la adquisición de deuda iraní y al comercio de oro, entre otros; mientras que en noviembre le toca el turno al petróleo y los productos petroquímicos iraníes, y a las transacciones de instituciones financieras con el Banco Central.

Muchas empresas han pedido a EU una exención a sus sanciones extraterritoriales, pero desde Washington la respuesta ha sido tajante: no van a hacer ninguna excepción para que la presión sobre Teherán sea mayor.

La Administración estadounidense también ha amenazado con reducir "a cero" las ventas de petróleo iraní -2,2 millones de barriles diarios el mes pasado-, aunque es posible que en este caso finalmente levante la mano.

Unas sanciones, las "más fuertes de la Historia", según Washington, que tienen el objetivo de hacer claudicar a Irán en dos de sus líneas rojas: sus programas balísticos y su influencia regional.

Ayer, durante la cumbre de la OTAN, Trump se mostró confiado en que la República Islámica aceptará sus condiciones porque está teniendo "muchos problemas y su economía se está hundiendo".

"En un momento determinado me van a llamar y me van a decir: 'Hagamos un trato´", subrayó Trump, cuya decisión de salirse del acuerdo nuclear solo fue aplaudida por Israel y Arabia Saudí, enemigos acérrimos de Irán.

Muchos iraníes consideran que no habrá más remedio que negociar en un futuro con EU, pero no saben cuánto tiempo las autoridades van a mantener el pulso, mientras la economía se hunde.



Jamileth
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