Espectáculos

Una casualidad pone en la ruta del éxito musical a joven inmigrante venezolano

2019-08-27

Todo sucedió un día de julio pasado, cuando Beja, quien llegó a Colombia en...

Por Luis Jaime Acosta

BOGOTÁ (Reuters) - Cuando el cantautor mexicano Mario Domm escuchó por casualidad cantar en las afueras de un restaurante de la capital colombiana al venezolano Alexander Beja lloró conmovido, quedó cautivado con la poderosa voz del joven y decidió ayudarlo para que haga realidad su sueño de convertirse en una figura de la música.

Todo sucedió un día de julio pasado, cuando Beja, quien llegó a Colombia en 2018 huyendo de la crisis política, económica y social que agobia a su país, cantaba el tema “Venezuela” en las afueras de un restaurante del norte de Bogotá, como lo hace a diario para ganarse la vida.

“Tiene una bazuca en la boca el carnal”, fueron las primeras palabras del fundador en 2005 del grupo mexicano de pop rock, Camila, famoso por temas como “Cianuro y Miel”, “Todo Cambió”, “Entre tus alas” y “Perdón”.

“Hay que usarlo”, sostuvo el artista mexicano ganador de cuatro Latin Grammy y cuatro Premios Billboard, quien de inmediato llevó a Alexander a una tienda de teléfonos celulares en donde le compró un aparato por el que se comunican diariamente y coordinan el viaje del joven venezolano a México para septiembre, cuando grabarán a dúo una canción inédita.

“Ahí fue donde mi vida se quebró en dos partes”, dijo Beja, quien salió de Maracay, su ciudad natal y llegó a Bogotá después de una travesía de varias semanas a pie y en autobús que le permitió reencontrarse con uno de sus hermanos que ya estaba en Colombia.

“Honestamente a nivel de palabras solo puedo decir que hubo una conexión. Yo creo que mi talento más que cantar es poderme conectar con las personas, transmito lo que siento y eso fue lo que sucedió allí. Él lloraba y yo cantaba y yo lloraba”, recordó Beja en la sala de un pequeño apartamento de una urbanización de la ciudad de Soacha, en las afueras de Bogotá.

Pero mientras obtiene una visa de México para comenzar a hacer realidad su sueño, el joven sigue cantando en las afueras de los restaurantes de una zona exclusiva del norte de Bogotá, en donde al terminar sus interpretaciones a capela los comensales le aplauden y le reconocen su talento con dinero que depositan en un sombrero que siempre lleva puesto.

A diario Beja consigue en promedio unos 15 dólares con los que ayuda a pagar la comida, el arriendo y los servicios públicos del apartamento en el que vive con dos hermanos que también se rebuscan la vida, uno tomando fotografías y otro como empleado de un restaurante.

Pese a las dificultades que ha enfrentado, el joven inmigrante confía en convertirse en el futuro en una estrella de la música de la mano de Domm, pero mientras ese día llega no deja de luchar y envía un mensaje a los miles de venezolanos que han huido de su país, de los cuales 1,4 millones están en Colombia.

“Ánimo, no se rindan, que la noche es más oscura cuando ya está a punto de amanecer”, dijo Beja antes de salir a hacer su recorrido diario por los restaurantes en los que canta.



Jamileth

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