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En el desplome de la Línea 12, la impunidad es el sello del gobierno

2022-05-05

En enero logramos recopilar una gran cantidad de documentos —más de 15,000...

Raúl Olmos | The Washington Post

El suceso duró unos segundos, pero tenía tras de sí una década de omisiones y corrupción: un historial de negligencia criminal que, en un suspiro, dejó en dolor a decenas de hogares. A las 22:25 horas del 3 de mayo de 2021 se vino abajo una estructura del viaducto elevado de la Línea 12 del Metro de Ciudad de México y, con ello, dos vagones que iban repletos de pasajeros. Los carros naranjas quedaron colgando y formaron una icónica “V” que quedará en la memoria del país como emblema de la tragedia en la que fallecieron 26 personas. Este emblema recobra significado un año después: es la “V” de la victoria de la impunidad.

Desde los instantes posteriores al desplome del intertramo de las estaciones Olivos-Tezonco las autoridades prometieron que se haría justicia. “No hay impunidad para nadie”, ofreció el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en una conferencia ofrecida en Palacio Nacional el día después. “Tenemos que llegar a la verdad de cuáles fueron las causas”, planteó la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum. “No se va a ocultar absolutamente nada”, redondeó aquel día el mandatario.

A la vuelta de los días, todo ha quedado en dichos. Nadie ha pisado la cárcel por las 26 muertes. Las autoridades han privilegiado la llamada justicia restaurativa, es decir reparar el daño causado a las familias de las víctimas, pero sin castigar a los culpables de la tragedia. Una acción no debería suplir a la otra. Qué bien que se indemnice a los deudos, es lo menos que pueden hacer los responsables de la tragedia. Pero qué lamentable que eso implique el perdón a quienes incurrieron en una desidia criminal.

Las promesas que se realizaron hace un año, de actuar con transparencia y apego a la verdad en la investigación, también fueron echadas al olvido.

El peritaje externo para determinar las causas del colapso fue encomendado por el gobierno de Sheinbaum a la empresa noruega DNV, que en el primer informe que entregó, en junio de 2021, anticipó que había detectado la falta de pernos y de soldadura en las trabes del tramo del Metro que se desplomó. La jefa de Gobierno validó ese reporte con estas palabras: “DNV es el experto independiente en gestión de riesgo y garantía de calidad, que opera en más de 100 países (…) Es una empresa líder en el mundo y es especialista en análisis y la investigación de falla”. Tres meses después, el 8 de septiembre, entregó un segundo análisis que, nuevamente, fue validado por Sheinbaum: “Es una empresa de un enorme prestigio”. Ese día se comprometió a “dar a conocer públicamente todo lo que encuentre esta empresa, con toda y absoluta transparencia”.

Sin embargo, el tercer y definitivo peritaje de DNV fue ocultado recientemente por órdenes de la propia jefa de Gobierno. Lo descalificó el 4 de mayo porque la responsabilidad ya no apunta solo a problemas estructurales y de construcción, sino que ahora señalan a su gobierno en presuntas omisiones en la conservación de la línea colapsada. De hecho, el diferendo del gobierno capitalino con DNV es porque la empresa incluyó en su análisis de causa-raíz del desplome la falta de mantenimiento.

Accidentes previos ya habían mostrado la falta de mantenimiento en el Metro, como el choque de dos trenes ocurrido el 10 de marzo de 2020 en la estación Tacubaya y el incendio en un centro de control el 9 de enero de 2021, que dejaron dos fallecimientos y al menos 70 lesionados. El abandono del Metro se manifiesta también en los presupuestos. Este sistema de transporte colectivo ha enfrentado continuos recortes durante el gobierno de Sheinbaum, a tal grado que el dinero asignado en 2021, cuando sucedió el derrumbe, fue el más bajo en una década. En 2018 el Metro tuvo un presupuesto de 19,427 millones de pesos y el año pasado bajó a 15,000 millones de pesos.

Como el tercer peritaje de DNV ya no acusa sólo a los pernos, sino también apunta hacia negligencias en su gobierno, Sheinbaum descalificó el reporte de la empresa a la que antes elogiaba. “Es un informe deficiente, mal ejecutado, con problemas técnicos, tendencioso y falso”, dijo en una conferencia de prensa un día después del aniversario de la tragedia. Aprovechó el momento para sugerir que el peritaje de DNV era parte de una confabulación de quienes identificó como “adversarios”, sin precisar si se refería sólo a los de oposición o también a los de su propio partido (por ejemplo, el canciller y también exjefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, su contrincante en la búsqueda de la candidatura presidencial de 2024).

En esa supuesta maquinación incluyó a la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), porque el 2 de mayo publicó una extensa investigación periodística que presentó documentos inéditos los cuales evidenciaron una cadena de irregularidades en la Línea 12 a lo largo de una década, la cual involucró a constructores y gobiernos en turno: el de Ebrard, Miguel Ángel Mancera y ahora Sheinbaum.

Como director de la unidad de periodismo de MCCI fui el responsable directo de esa investigación, la cual se empezó a preparar en diciembre de 2021 con la gestión de documentos con múltiples fuentes. A la búsqueda se sumó el experimentado periodista Mauricio Rubí, quien coordinó el proyecto.

En enero logramos recopilar una gran cantidad de documentos —más de 15,000 hojas—, entre peritajes, contratos, bitácoras, informes presupuestales y más. Luego vino una fase compleja, de casi cuatro meses, de leer, comprender y elegir la información. El resultado fue una publicación multimedia con ocho capítulos, videos, audios, infografías, un cómic animado, un memorial de víctimas y un sitio para descargar documentos. Al final del micrositio que se creó para publicar esta cobertura se incluyó una ficha metodológica, en la que explicamos cómo se hizo la investigación. Nunca tuvimos acceso al tercer peritaje. De haberlo tenido, lo hubiéramos difundido como una primicia por su valor e interés público. Así que la confabulación internacional MCCI-DNV es una fantasía de Sheinbaum.

Si la jefa de Gobierno se hubiera tomado el tiempo de leer la investigación de MCCI, se hubiera dado cuenta de que la información publicada no culpa a su gobierno de la tragedia, sino que se enfoca en señalar la diversidad de factores que influyeron en el desplome. Porque no hubo solamente un responsable. Las causas del colapso en la línea 12 son múltiples y, por tanto, la responsabilidad es compartida por constructores y autoridades previas y actuales. Cruzar acusaciones o deslindarse no sirve para esclarecer el caso. Mejor deberían asumir con valentía y honestidad lo que les toca. De otra forma, ratificarán la victoria de lo que prometieron combatir: la impunidad.
 



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