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Ante la escasez de centro delanteros en Europa, Sudamérica se vuelve potencia exportadora

2014-09-19

Eso no quiere decir que Europa ya no está produciendo impresionantes delanteros. Thomas...

Joshua Robinson, WSJ

El argentino Sergio Agüero, delantero del Manchester City. Getty Images

Ahora que acaba de comenzar la Liga de Campeones de la UEFA y la crema y nata del fútbol de clubes europeo comienza su arduo trayecto de 10 meses, la élite del continente se empieza a percatar que les hace falta algo: el clásico número 9 europeo.

Esos hombres de países como Italia, Alemania e Inglaterra cuyo solo propósito en la vida parecía ser anotar goles —al carajo con el juego bonito y las camisetas limpias— son una raza en extinción en el nivel más alto del fútbol en Europa.

En su lugar, se han convertido en la exportación futbolística más significativa de Sudamérica.

Eso no quiere decir que Europa ya no está produciendo impresionantes delanteros. Thomas Müller del Bayern Munich crea peligro en cualquier lugar que surja en la cancha. Sin embargo, según el técnico del Arsenal Arséne Wenger, el continente no está produciendo masivamente "tipos que se metan en el área y se lancen de palomita en el minuto 90 para anotar el gol, incluso si eso significa clavar su cabeza en el poste. Esto ya no existe".

De los 15 clubes que terminaron la temporada pasada entre los cinco primeros lugares en Inglaterra, España e Italia, ochos jugaron con un centro delantero sudamericano en el tradicional puesto número 9.

Esto incluyó entre otros al Manchester City con el argentino Sergio Agüero, el Atlético Madrid con el oriundo brasileño Diego Costa, el uruguayo Luis Suárez, en ese entonces del Liverpool, y Juventus con el también argentino Carlos Tévez.

Y si excluimos a Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, dos virtuosos únicos que desafían la definición convencional, cinco de los seis goleadores más frecuentes en la Liga de Campeones del año pasado eran de Sudamérica.

Se trata del colombiano Jackson Martínez del Porto, los argentinos Matías Suárez del Anderlecht, Alejandro Domínguez del Olympiakos, y Tévez de la Juve, y por último el paraguayo Óscar Cardozo del Benfica. La única excepción fue Mario Balotelli, entonces del AC Milán, cuyo estilo a menudo lo lleva a bajar al medio campo y modifica los esquemas de lo que se puede considerar un número 9.

Wenger señaló a Alemania como un buen ejemplo. Hace 20 años, dijo, todo equipo en la Bundesliga parecía jugar con centro delanteros puros casi intercambiables. Hoy en día, Alemania tiene una generación de jugadores ofensivos técnicamente brillantes y orientados hacia la ofensiva que se mueven cerca de la delantera (Müller, Mario Götze, Mesut Özil, Toni Kroos, y la lista continúa), pero tan pocos centro delanteros que la selección alemana de fútbol se fue a Brasil con un solo número nueve de tiempo completo, Miroslav Klose. Y tenía 35 años.

Un motivo, indicó Wenger, es que en los últimos 20 años, la educación europea de fútbol se ha concentrado en cultivar genios para pasar el balón. La técnica, la velocidad y la visión en la cancha son las principales prioridades.

El uso discreto del codo en un área de penalti poblada de defensas contrarios no figura en la lista.

El ex mediocampista del Real Madrid Xabi Alonso, ahora del Bayern Munich, lo describió de la siguiente manera en una entrevista con The Wall Street Journal hace unos meses: "El prototipo del jugador español es un jugador que le gusta mantener el balón, que comprende el juego. Le gusta tener buenas asociaciones con los jugadores que lo rodean. No es egoísta".

Es como si estuviera exponiendo el ideal al que aspiran los sistemas juveniles alrededor de Europa. La academia de Barcelona, La Masia, se convirtió en la versión futbolera de Oxford, Harvard y un internado suizo combinados. El problema es que ninguna de estas cualidades describe a los atacantes puros más peligrosos del mundo: el cazagoles egoísta que busca ganar a toda costa que se mete de cabeza "a los zonas en dónde hiere", como lo describió Wenger.

"El fútbol del centro delantero es el fútbol de la calle", agregó. "Es el tipo que intenta empujarte, que juega al borde de las reglas. Suárez es un ejemplo de un jugador que no recibió una educación clásica en el fútbol".

Wenger podría bien haber mencionado al similarmente combativo Costa, nacido en Brasil e importado por España para llenar el vació en la punta. La Roja estaba tan hambrienta de talento para el puesto de centro delantero, incluso al mismo tiempo que dominaba el fútbol mundial, que sus opciones normalmente se limitaban al desatinado Fernando Torres, o reinventar la posición tan a fondo que Cesc Fábregas jugaría de "falso nueve".

La aventura del Mundial de Costa en su equipo adoptivo terminó siendo una experiencia miserable tanto para el jugador como para el equipo. Pero su forma hasta ahora en la Liga Premier —siete goles en cuatro partidos con el Chelsea— sugiere que dará fruto a largo plazo.

El otro motivo que Europa no ha producido sus propios Costas últimamente es táctico. Equipos como España, Bayern Munich, Real Madrid y Barcelona marcan la pauta para el fútbol europeo con sistemas que giran en torno a laterales veloces y pases complejos por el centro. Las amenazas de ataque vienen de más direcciones.

Y esto significa que el centro delantero en una formación 4-2-3-1 o 4-3-3 se convirtió en un engrane más en la máquina de ataque en lugar de su foco de atención.

Por tanto los centros delanteros ahora son lo que el director atlético del Barcelona Andoni Zubizarreta llamó "delanteros en un sentido más general… significa que hacen mucho más que disparar".

Pese a todo el talento goleador que está saliendo de Colombia, Argentina y Uruguay, hay una sola excepción: Brasil.

"Ya no producen nada", dijo Wenger antes del Mundial (y mucho antes de la debacle de Belo Horizonte). Incluso en el mediocampo son buenos, pero no son los grandes brasileños del pasado.



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