Mensajería

"Salva al que busca salvarse"

2022-08-29

Y enfatizó: “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el...

Catholic.net

El Cielo es una herencia muchísimo más valiosa que cualquier otra cosa que pudiera recibir o aspirar un ser humano.

En la Secuencia de Pentecostés, un antiguo himno de la Liturgia de las Horas, la penúltima petición hecha al Espíritu Santo es la siguiente: “Salva al que busca salvarse”.

Hoy muchas personas creen que no hace falta hacer algo para llegar a la Gloria celestial, por lo que no es raro escuchar que digan: “Dios siempre nos perdona, así que todos nos vamos a salvar”; “En el Cielo cabremos todos”; etc. Así que se encuentran despreocupados por el estado de sus almas.

Desde luego, hay que destacar el amor misericordioso de Dios, que “quiere que todos los hombres se salven” (I Timoteo 2, 4); igualmente, la gratuidad de la salvación: “Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios; tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse orgulloso” (Efesios 2, 8-9).

Pero la gracia, explica el Catecismo, “es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada” (n.1996), ya que el ser humano queda libre de aceptar o rechazar la salvación, ya sea de manera explícita o de manera implícita, dejando de cooperar en lo que le corresponde: “Ante ti Dios puso el fuego y el agua: extiende la mano a lo que prefieras. Delante de los hombres está la vida y la muerte, a cada uno se le dará lo que ha elegido” (Eclesiástico 15, 16-17).

¿SÓLO PARA ALGUNOS?

Cuando alguien le preguntó a Jesús si son pocos los que se salvan, el Señor respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha, porque Yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán” (Lucas 13, 22).

Y enfatizó: “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran”  (Mateo 7, 13-14).

“¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos?”, preguntaba Benedicto XVI en una meditación del 26 de agosto de 2007; y respondía:

“El mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la Vida, pero para todos la puerta es ‘estrecha’. No hay privilegiados. El paso a la Vida Eterna está abierto para todos, pero es ‘estrecho’ porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo”.

DESEAR EL CIELO

Sin embargo, realmente sólo busca salvarse quien entiende la importancia de esa salvación. Escribió C.S. Lewis en su libro Cristianismo… ¡y nada más!: “La mayoría de nosotros halla difícil desear el Cielo. Excepto en lo que se refiere a reunirnos de nuevo con nuestros amigos que han muerto. Una de las razones de esta dificultad es que no hemos sido educados para ello; toda nuestra educación tiende a fijar nuestras mentes en este mundo”.

El Cielo es una herencia muchísimo más valiosa que cualquier otra cosa que pudiera recibir o aspirar un ser humano en este mundo. “Reservada para ustedes la herencia celestial, ese tesoro no perece ni se echa a perder y no se deshace con el tiempo” (I Pedro 1, 4). ¡A trabajar entonces por obtenerla!



aranza
Utilidades Para Usted de El Periódico de México