Testimonios
Ceguera de los judíos
Por | Enrique Cases
El que no los ve es porque está ciego y sufre la peor ceguera, la de no querer ver porque le ciega el pecado.
Entonces "Llamaron, pues, por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". Dar gloria a Dios es dar testimonio de la verdad, pero ellos eligen un falso testimonio contra Jesús como pecador. En su vileza, piden que el curado sea desagradecido y se pliegue a sus presiones. Pero no lo consiguen, pues "él les contestó: Si es un pecador yo no lo sé. Sólo se una cosa: que yo era ciego y ahora veo.
Entonces le dijeron: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Han perdido ya la paciencia, y están haciéndola perder al ciego, que no sale de su asombro y empieza a comprender que se mueven por odio con sus corazones más ciegos que sus ojos antes del milagro; "les respondió: Ya os lo dije y no lo escuchasteis, ¿por qué lo queréis oír de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros discípulos suyos?"
La reacción de los inquisidores es violenta pues "le insultaron y le dijeron: Tú serás discípulo suyo; nosotros somos discípulos de Moisés. Sabemos que Dios habló a Moisés, pero ése no sabemos de dónde es". No aceptan el testimonio de Jesús de que su Padre es Dios y Él es el enviado de Dios para salvar a los hombres. Todo antes que aceptar esa verdad. El ciego, que no sólo tiene vista en los ojos, sino que está viendo con los ojos del alma la verdad de fondo que se está jugando "les respondió: Esto es precisamente lo admirable, que vosotros no sepáis de dónde es y que me abriera los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que si uno honra a Dios y hace su voluntad, a éste le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si ése no fuera de Dios no hubiera podido hacer nada".
El discurso del ciego que ahora ve está lleno de lógica y de fe. Todos los pasos de su razonamientos son coherentes. El que no los ve es porque está ciego y sufre la peor ceguera, la de no querer ver porque le ciega el pecado. La respuesta es aún más violenta, y le expulsan de la sinagoga además acusándole de pecador por ser ciego. Sorprendente lógica que bien concuerda con el error inicial que manifestaron, sencillamente, los propios discípulos del Señor. "Ellos le respondieron: Has nacido empecatado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros? Y lo echaron fuera"(Jn).
aranza