Policrato Philodemos

El estupor del poder

2014-12-26

Tal parece que entre la mayoría de la clase política mexicana persiste y predomina la...

Almirante Manuel Rodríguez Gordillo

"La inacción como respuesta y
el discurso como pretexto"

"El poder que no se manifiesta para
hacerse obedecerÂ… no es poderÂ…
sino parodia"

El motivo del presente escrito es el de desentrañar y entender la naturaleza y capacidades políticas de quienes están conduciendo al país, con el fin de poder avizorar algo del destino de quienes lo habitamos, para sacarlos a la luz y compartirlos con quienes actualmente tenemos que sortear el escabroso camino de una violencia desatada por grupos delincuenciales (algunos de ellos operando desde el poder político y otros como autoridades), que han feudalizado numerosas regiones de la república, actuando como poderes fácticos, malhechores que solamente perciben a la ciudadanía como marchantes a su disposición, que le sirven para saciar su rapacidad y sevicia, además de tomarlos como su fuente de ingresos y de marionetas indefensas a su servicio.

De la misma manera en este pequeño ensayo se tratará de analizar las capacidades, estrategia y propósito final de estos grupos delincuenciales, que en los hechos ya compiten con el gobierno por el control de las regiones en que se encuentran operando (para desgracia de la sociedad), con impunidad manifiesta y en proceso de crecimiento como empresas criminales, a ciencia y paciencia (o en connivencia como recientemente se evidenció en el estado de Guerrero), de las autoridades responsables de combatirlas.

Como método para efectuar este análisis del poder, se han ido acomodando las primeras piezas sueltas de este rompecabezas político-social (escandalosamente manchado por la corrupción), para tener un panorama de conjunto, donde apenas iniciado este proceso, aparecen sorpresas que serían inimaginables en cualquier democracia civilizada, siendo la primera el hecho de que en nuestro país no existe un verdadero proyecto de nación, que pudiera servir de guía para orientar, enlazar y dar continuidad a los programas de gobierno que sexenalmente se implementan en cada administración federal, o estatal, simplemente porque en nuestro país los políticos no hacen proyectos a largo plazo, ya que solamente se ocupan de aprovechar su efímero paso por el poder, para asegurar su futuro bienestar económico a muy largo plazo (incluyendo el de su descendencia, dado el astronómico monto pecuniario que sustraen y se llevan), tarea y afán que los obnubila para alcanzar una visión que los oriente como estadistas, cuya consecuencia ha sido la repetida improvisación de un país distinto cada sexenio con su secuela (que padecemos desde hace tiempo), como lo es el subdesarrollo crónico.

Tal parece que entre la mayoría de la clase política mexicana persiste y predomina la visión arcaica y colonial del ejercicio del poder en los cargos gubernamentales, como un patrimonio personal, mismo que solo ocasionalmente conviene aplicar para el servicio a la comunidad (sobre todo en tiempos de campañas electorales), para mantener el estatus de comodidad adquirido, visión en que las prioridades del ejercicio de dicho poder y del control presupuestal, son ajenas al desarrollo de la nación y cercanas al de su patrimonio personal o del grupo al que pertenece, el resultado final de esta costumbre ha sido la ausencia de planes serios de infraestructura para el desarrollo del país o para aplicarse a la seguridad nacional y ciudadana.

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Bajo esta dinámica de gobierno los problemas torales relacionados con la seguridad ciudadana y con la impartición de justicia, se han ido tratando de resolver de manera coyuntural, esto es, según vayan apareciendo, en la mayoría de las ocasiones improvisando con ocurrencias nacidas de un estado de ánimo, u obedeciendo a caprichos de quien toma las decisiones, sin efectuar los análisis necesarios ni las consideraciones teleológicas de los fines y de sus consecuencias.

La ausencia de planeamiento y la carencia de una visión de estado, mezclados con el concepto patrimonialista sobre el ejercicio del poder, así como del abuso de la retórica mercadotécnica aplicada a la política (como paliativo para "vender" soluciones demagógicas apresuradas, u ofrecer vagas promesas sobre la seguridad ciudadana), como "sedantes" para crear alguna confianza y calmar clamores sociales exigiendo seguridad y justicia, en lugar de emprender acciones concretas bien planeadas, han provocado que los actos criminales de la delincuencia organizada, rebasaran las acciones de un gobierno que no estaba preparado para ello, debido a que no supo preveer los acontecimientos, y que careciendo de una respuesta efectiva para resolver el problema de fondo, ha caído en el estupor y en la inacción, reaccionando solamente con declaraciones y discursos, actuando como los merolicos de feria que pretenden convencer a su auditorio con "cantinfladas" para venderles soluciones mágicas, y al mismo tiempo eludir las responsabilidades por su ineptitud, o peor aún, de su probable rapacidad.



EEM