Mercados Bursátiles
Estrategias para no equivocarse al invertir en Bolsa en 2020
David Fernández, El País
La cosecha de 2019 resultó mejor de lo esperado para los inversores. En enero de hace un año nadie daba un euro por los activos de riesgo. La recesión mundial parecía inminente azuzada por conflictos geopolíticos y guerras comerciales. Sin embargo, el balance final fue positivo para la renta variable. El índice MSCI World, el mejor termómetro de las Bolsas mundiales, subió un 27,68% el pasado ejercicio. En renta fija, si bien en los tramos cortos y en las emisiones más solventes la cosecha fue magra por el impacto de las políticas monetarias, hubo premio para aquellos que optasen por bonos con algo más de peligro. Y en materias primas algunos activos depararon alegrías; un claro ejemplo es el oro, que se apuntó una subida del 18,31%.
Ahora bien, y como dice el viejo adagio del mercado, rentabilidades pasadas no son sinónimo de réditos futuros. Por tanto, el arranque del nuevo curso obliga a los ahorradores a replantearse las estrategias. ¿Qué puede ocurrir en los mercados en 2020? A priori, el entorno económico es algo más favorable que hace 12 meses. Las tensiones arancelarias se van atemperando y las previsiones de consenso apuntan a una cierta aceleración del crecimiento mundial, aunque siempre por debajo de la media que se registró tras la salida de la Gran Recesión. Este diagnóstico no quiere decir que los inversores se puedan dormir en los laureles. Los expertos consultados avisan de los baches que podrían venir, reconocen que las rentabilidades quizá no sean tan buenas como en 2019 y recuerdan que, en un contexto condicionado por los tipos de interés negativos, quien quiera pescar beneficios tendrá que estar dispuesto a asumir ciertos riesgos.
Dos recomendaciones, diversificación de activos en las carteras y flexibilidad en la toma de decisiones, son las que más se repiten en los informes de estrategia que gestoras, bancos privados y brókeres han enviado a sus clientes. “El entorno actual justifica un enfoque de cautela y diversificación que va más allá de la asignación convencional a bonos y renta variable. Si bien los mercados emergentes y la renta variable japonesa siguen pareciendo atractivos, otros retornos alternativos ajustados por riesgo surgirán en aquellas clases de activo menos comunes para los inversores”, recuerda James McCann, economista jefe de Aberdeen Standard Investments. Esta opinión es compartida por Eva Brown, de UBS Asset Management: “La madurez del ciclo y los riesgos geopolíticos residuales aumentan la perspectiva de brotes intermitentes de volatilidad en 2020. En un entorno de menor crecimiento, es probable que los rendimientos de los activos de riesgo sean inferiores a los que han obtenido los inversores durante la última década. En este contexto, mantenerse flexible y ágil, aprovechando las oportunidades de inversión a medida que surjan, será una cualidad importante en los próximos seis meses y más allá”.
A continuación se detallan las previsiones de los expertos para cada clase de activo en 2020.
1 Renta variable.
Las acciones siguen siendo, según los analistas, el activo que ofrece una mejor relación en el binomio que pone en relación la rentabilidad y el riesgo, sobre todo si se compara con su gran competidor: la deuda. Sin embargo, tras las importantes subidas de los índices en 2019, habrá que ser más selectivo porque hay ciertos valores que empiezan a cotizar a múltiplos muy exigentes. “Todo parece indicar que la renta variable batirá nuevamente a la renta fija en 2020, si bien no será un camino de rosas en un periodo de transición de una política monetaria a una política fiscal”, subrayan desde Union Bancaire Privée (UBP).
La clave para que las Bolsas puedan seguir subiendo a medio plazo está en los beneficios empresariales. En este sentido, la tendencia de las ganancias corporativas es a la baja. En EE UU el beneficio por acción (BPA) ha caído un 1,6% interanual, mientras que en el índice MSCI el descenso es del 0,6%. De forma paralela, los mercados en 2019 subieron de manera contundente: un 22,34% el Dow Jones estadounidense, el 25,48% el DAX alemán, el 12,1% el FTSE 100 británico o el 11,82% el Ibex 35.
¿Durante cuánto tiempo puede producirse esta divergencia sin que el precio de las cotizaciones se sobrecaliente en exceso? Peter van der Welle, estratega de Robeco, recuerda que los menores beneficios empresariales no tienen por qué arrastrar de forma automática al precio de las acciones y cree que los inversores descuentan que en algún punto de 2020 se pueda revertir la tendencia de los ingresos corporativos. “Los mercados financieros se centran en el futuro y normalmente tratan de anticiparse a la siguiente fase del ciclo empresarial”, señala. Con todo, en la gestora holandesa han optado por incrementar la prudencia en sus carteras, aunque siguen ligeramente sobreponderados en Bolsa. “Hemos reducido nuestra exposición a renta variable en las últimas semanas, ya que consideramos que el potencial de subida asociado al riesgo asumido en esta categoría se ha reducido”, explica Van der Welle.
Wall Street cierra el año en máximos históricos y las previsiones auguran una desaceleración económica (moderada) en EE UU en un momento en el que los estímulos fiscales se van desvaneciendo y la inversión empresarial se resiente por las tensiones comerciales. En este contexto, y sin abandonar por completo la exposición a la renta variable estadounidense, los expertos sugieren que 2020 será un año para pescar en otros caladeros, principalmente los países emergentes. “La renta variable experimentará retornos positivos, pero mucho más limitados que en 2019”, asegura Joan Bonet, director de estrategia de mercados en Banca March. “Las economías emergentes aportarán el 80% del crecimiento mundial este año, mientras que sus compañías se encuentran infrarrepresentadas en los índices, por lo que recomendamos incrementar la exposición a las Bolsas emergentes, particularmente las asiáticas”, añade Bonet.
Otro mercado con gasolina para subidas adicionales puede ser el europeo. “Seguimos siendo optimistas con respecto a la renta variable fuera de EE UU, particularmente en Europa. La gente tiende a hablar de forma negativa sobre esta región, pero muchos de sus valores de crecimiento lo están haciendo muy bien. Además, ha habido una transferencia de dinero desde empresas de crecimiento a acciones defensivas que pensamos que debería corregirse en el futuro”, según Elisa Mazen, de Legg Mason.
Un factor que puede traer volatilidad al mercado son las elecciones estadounidenses, aunque los analistas relativizan el impacto que tenga el vencedor de los comicios en el devenir de las cotizaciones. “Si nos fijamos en los resultados obtenidos desde 1932, los mercados estadounidenses han tendido a subir independientemente de que la victoria fuera republicana o demócrata. Aquellos inversores que mantuvieron su inversión durante al menos un año vieron recompensada su paciencia, aunque tuvieron que hacer frente al aumento de la volatilidad registrado durante la fase de las primarias”, comenta Greg Johnson, gestor de Capital Group.
Con el precio del dinero por los suelos, las estrategias basadas en la búsqueda de compañías con elevada retribución a los accionistas se mantienen vigentes. “En Bolsa nos centramos en la rentabilidad por dividendo, que ofrece un 3% de media. En Europa tenemos preferencia también por las empresas de mediana capitalización frente a los grandes valores”, sugieren desde Ostrum. Esta estrategia basada en compañías con generación de caja que mimen a sus propietarios es compartida por Josep Maria Tacias, de Rentamarkets: “En renta variable española apostamos por valores con buenos fundamentales y rentabilidad por dividendo como son Repsol, Iberdrola o Red Eléctrica. Otras compañías interesantes podrían ser Siemens Gamesa, ante posibles movimientos corporativos, e Inditex, debido a sus positivos resultados recurrentes. Atención al sector bancario por si el BCE tomara alguna medida favorable a sus intereses”.
2 Renta fija.
La renta fija, el activo conservador por excelencia, sigue muy condicionada por las políticas de tipos ultrabajos de los bancos centrales. En 2019 la hoja de ruta tanto del BCE como de la Reserva Federal apuntaba a una normalización del precio del dinero y una reducción de los estímulos, pero esta estrategia se quedó aparcada ante la desaceleración económica y las incertidumbres geopolíticas. En este sentido, el pasado curso las políticas acomodaticias en materia monetaria y la baja inflación permitieron que los bonos, tanto públicos como privados, vivieran un año favorable, ya que volvieron a actuar como lugares donde refugiarse ante el aumento de la incertidumbre. Especialmente buena fue la cosecha para la deuda empresarial gracias al descenso de los costes de financiación corporativa, unas ratios de impago reducidas y la búsqueda de rentabilidad por parte de los inversores en un entorno de tipos negativos.
En 2020, los expertos de Bankinter señalan que “no tiene por qué ser malo, pero hay que ser selectivos y gestionar la duración”. En esta firma señalan que la valoración de la deuda pública de los bonos de mayor solvencia como el alemán tiene un “limitado riesgo de caída”. En cambio, señalan que las emisiones de los países de la periferia europea como España, Irlanda y Portugal ganan atractivo “porque sus tasas de crecimiento económico son mayores a la media de la UE y las primas de riesgo se mantienen estables”.
En los informes de estrategia suele haber coincidencia en que el nuevo curso puede ser óptimo para buscar rentabilidades en las emisiones de los países emergentes, tanto en empresas como en bonos soberanos. “Debido a la escasa rentabilidad de los bonos de gobierno y corporativos europeos, y a los altos nominales que exigen algunas emisiones, invertiríamos en fondos con poca duración y una gestión activa, incluso con riesgo divisa o fondos de renta fija emergente para de esa forma tener presencia en estos mercados”, aconseja Tacias, de Rentamarkets.
En Banca March creen que los retornos de la renta fija en 2020 serán más reducidos que en 2019, “aunque todavía existen oportunidades en el crédito europeo con grado de inversión, que se verá beneficiado por las compras del BCE”. Desde esta entidad también recomiendan la deuda emergente.
La gestión flexible de las carteras en renta fija también será clave en un entorno que se prevé volátil. Eso implica jugar con el volumen de cash en las mismas. “Mantenemos una posición del 10% en liquidez para poder aprovechar las oportunidades que puedan surgir en el primer trimestre, como, por ejemplo, los bonos convertibles en el caso de un aumento de la volatilidad o emisiones de calidad o premium en el mercado primario de crédito”, sostiene Ibrahima Kobar, de Ostrum.
3 Activos alternativos.
En un entorno de incertidumbres, la búsqueda de rentabilidades en activos que estén poco vinculados con la evolución de la economía mundial cobra cada vez más importancia. Eso sí, son estrategias que implican una dosis de riesgo mayor, ya que se trata de activos en su mayoría no cotizados y que implican mayor iliquidez. Por tanto, conviene destinar solo una parte de la cartera a este universo, que incluye desde infraestructuras hasta capital riesgo, pasando por acciones o bonos no cotizados o por determinados productos inmobiliarios, y, si puede ser, invertir de la mano de un gestor profesional o con un vehículo de inversión colectiva. “Las inversiones en mercados no bursátiles pueden tener un papel importante en las estrategias. Los ahorradores que no necesiten acceso inmediato a una parte de su patrimonio total pueden beneficiarse de rentabilidades superiores a largo plazo debido a las primas que se pagan por la iliquidez y al acceso de oportunidades de nicho”, sostienen desde UBS.
En Credit Suisse también destacan la importancia de los activos financieros no convencionales. “Las inversiones alternativas ahora son un componente básico de las carteras, particularmente en el mundo actual de tipos de interés y rendimientos bajos que se mantendrán por más tiempo. Estos activos son valorados no solo por sus beneficios de diversificación, sino porque también brindan la oportunidad de estabilizar las carteras”, explican en el banco suizo.
En esta misma línea se muestran en Banca March: “El año 2020 es el comienzo de una nueva década sometida a constantes cambios, en la que el inversor tendrá que aprovechar las oportunidades que pueden ofrecer nuevas tendencias como la economía verde, la tecnología o las infraestructuras”.
JMRS