La Visión del Bucanero
La dictadura como herramienta de cambio
"Grumetre Exigente"
De un Personaje a un singular político.
De Dictador a dictador, o será: ¿agitador?
Algunos hemos pensado que México al iniciar su independencia como país libre, y como consecuencia de la situación socio económica que había heredado por la separación circunstancial de la Administración (Monarquía) española, su población no ofrecía una buena disposición para ser un país gobernable, debido a la afluencia de intereses y costumbres de diferente índole y procedencia, por lo que hubiera sido preferible iniciar con un gobierno que ejerciera una “Dictadura visionaria” capaz y bien intencionada, en vez de un gobierno mixto formado por realistas prepotentes e insurgentes idealistas, ambos además de primerizos, asechados por un clero ambicioso de poder, que inhibía la necesidad de establecer (copiar o diseñar), y respetar un Proyecto de Nación, que regulara las reminiscencias de cada bando, para fincar las bases éticas necesarias del desarrollo, a fin de resistir los embates naturales del crecimiento demográfico y los factores inquietante de las ciencias sociales, como lo intentó Agustín de Iturbide (en diez meses como emperador), y casi como lo logra (cincuenta y cinco años después) Don Porfirio Díaz Mori, en los treinta y cuatro años de su mandato, antes de que apareciera el socialismo maderista (apoyado por USA, igual que ahora) y sin parangón con los motivos particulares de las dictaduras conocidas de Europa y América Latina de aquella época.
Ciento diez y ocho años después y habiéndose degradado consistentemente la integridad y la templanza del ciudadano activo por la perversa estrategia operativa y contaminante de la dictadura de partido, estamos gozando de otra “Dictadura”, ahora indeseable, con características muy diferentes y con propósitos mucho muy distintos.
Creyendo que ambas administraciones se manifestaron con la aprobación (mayoría de votos) del pueblo, en un marco democrático participativo y liberal, sin tendencia a régimen dictatorial alguno, es sorprendente que hayan cambiado a dicho régimen, por causas mucho muy disímbolas.
La primera de Porfirio Díaz, porque el país se encontraba entrampado, con un gobierno que había resistido los embates de una invasión, que por el momento había agotado sus recursos económicos, con una deuda exigida y una soberanía comprometida, por lo que requería urgentemente de un salvador, que con mano dura apaciguara a los resentidos de las diferentes corrientes nacionales, que habían participado en la lucha intestina al imponer y resistir el cambio de régimen de democrático (incipiente) a monárquico (otra tipo de dictadura), en vez de identificar y solucionar los problemas sociales e intentar el bienestar del pueblo, educándolo para colaborar en el desarrollo del país, al través de una economía libre y visionaria.
La segunda de López Obrador, sorprendiendo a propios y extraños con una 4ª Transformación que ofrecía combatir la corrupción perversa y previamente consolidada por el partido hegemónico, con la autorización y apoyo de su cúpula (tomada como un riesgo calculado), con un líder conocido y formado por el propio partido, cuya honradez estaba muy alejada de la realidad que escondía el propósito de imponer un sistema socialista comunistóide.
López Obrador, inició su mandato con la estrategia de culpar a las administraciones anteriores, principalmente a las de la oposición (PAN, PRD y asociados, excluyendo al PRI), dañando la operatividad de las Instituciones de servicio, desconociendo proyectos estratégicos, programas sociales en operación y cancelando contratos vigentes, para conformar el entorno ad hoc para empobrecer al país y castigar al pueblo (¿corrupto?), mostrando su falta de afiliación al mismo (solo usarlo), a fin de imponer irracionalmente el régimen comunistóide al que se comprometió en la Convención de Cuba con relación a los acuerdos de Sao Pablo, Brasil, a todas luces obsoleto, retrogrado y falto de probidad, ignorando la geopolítica del país.
De tal forma que habiendo la cúpula del partido hegemónico, previsto como un riesgo calculado el fracaso inminente, tal partido con un nuevo atractivo podría renacer como salvador, porque el pueblo lo volvería a preferir, ya que: más vale malo por conocido que bueno por conocer. Pensando en voz alta: el pueblo de México sería muy inocente y hasta estúpido, si volviera a caer en sus garras.
Aunque los entornos eran muy diferentes, ambas administraciones se dieron ante un pueblo en etapas diferentes de desarrollo social:
La de Don Porfirio se dio después de que Don Benito Juárez se había mantenido en el cargo durante catorce años, en los cuales se reeligió tres veces, después de recibir el cargo por la renuncia del entonces presidente y posteriormente por la persecución que le hicieron los que querían imponer una monarquía, y las dos últimas veces, porque desconfiaba de sus probables sustitutos, ya que el país se encontraba quebrado y comprometido con Estados Unidos. La ciudadanía de aquel entonces estaba sin futuro, fastidiada de tanta inseguridad y matanzas entre civiles y militares sin doctrina. Con el deceso de Don Benito, Don Porfirio con su determinación al logro, fue una esperanza para el pueblo pobre, el incipiente sector privado y la economía del país.
La de López Obrador surgió como un hartazgo del pueblo trabajador ante el abuso de la casta política en general, pero específicamente contra la perversidad del partido hegemónico, que había construido con sus abusos y robos un entorno favorable al cambio de administración, así como del cansancio de una minoría del pueblo pobre e iletrado, por no haber sido tomado en cuenta durante más de setenta años, y obviamente también por los conquistados por la labia y promesas de dicho líder en sus 18 años de campaña, concertando dadivas, planes y convenios con: ellos mismos, los mega empresarios, el crimen organizado, así como con algunos buenos elementos escogidos para inclinar a su favor la balanza positiva de la opinión pública, al través del diseño de un Proyecto (ficticio) de Nación, intuyendo un bienestar futuro, cuyo carnada era eliminar la corrupción con una nueva administración de gobierno, bautizado como la 4ª Transformación.
Transformación engañosa que en escasos dos años se ha convertido en un cambio descarado al régimen socialista comunistóide, propio de un pueblo pobre, idiotizado por un populismo convenenciero y traidor.
Reflexiones:
Es fácil equivocarse cuando la necesidad y el hambre apremian.
Quien aprovecha la necesidad para beneficiarse es un malvado.
No es fácil corregir errores cuando se carece de autoridad.
Quien tiene autoridad y no corrige los errores es un perverso.
No basta reconocer agravios, hay que planear la Respuesta.
Quien transfiere al pueblo las decisiones ofrecidas, es un cobarde.
Es fácil dejarse llevar por el canto de las Sirenas.
No es lo mismo ofrecer bienestar que construirla.
Quien ofrece futuros y no muestra acción, es un manipulador.
El mal político: destruye, abandona o cancela.
No es lo mismo corregir que destruir.
Corregir: es valorar, reconocer lo bueno, reparar y eliminar lo malo.
Destruir: es despreciar el objetivo, el tiempo, el esfuerzo, lo invertido.
Para conseguir resultados hay que trabajar unidos y en equipo.
El error que no tiene remedio, habrá que eliminarlo y olvidarlo.
Conclusión:
El país, a pesar de la mala hierba y de algunos animales carroñeros, cuenta con una flora y fauna útiles, hermosas, únicas y equilibradas, por lo que es un lugar privilegiado que no merece ser desbastado por un Nerón y mucho menos dirigido por un demente Calígula o un ambiguo López de Santa Anna
JMRS