Valores Morales

Sagrada Escritura: un encuentro de Dios con el hombre

2021-07-15

Y una escucha atenta, perceptiva, pero también serena que nos permita reconocer que cada...

Por Marlene Yañez Bittner 

Encontrarnos con el Dios vivo que se quiere dejar encontrar.

Podemos encontrar textos y libros que nos ayuden en nuestro crecimiento espiritual, pero no cabe duda que el mejor libro espiritual es la Sagrada Biblia, porque en ella está presente y actúa el espíritu de Dios capaz de hacer arder los corazones cuando se leen las Escrituras. Cada palabra que leemos, es Dios mismo quien la pronuncia, es Él quien nos está hablando a través del texto que estamos leyendo.

“Las Sagradas Escrituras contienen la Palabra de Dios y, porque están inspiradas, son realmente Palabra de Dios” (cf. DV 11).

La invocación al Espíritu Santo es primordial. Es ese mismo espíritu que algún día inspiró a los autores sagrados para transmitir la palabra de Dios, es el que hoy nos ilumina para entender esas escrituras; aquella sagrada escritura que posee una riqueza que jamás se agota.

“¿Quién será capaz de captar toda la riqueza de una sola de tus palabras, Señor?... En su Palabra ha escondido todos los tesoros, para que cada uno de nosotros halle una riqueza en aquello que medita…” (San Efrén)

Sin embargo para hacer nuestra esta riqueza, necesitamos a lo menos dos actitudes: la búsqueda y la escucha.

Una búsqueda de bienestar, de paz, de vida; buscar el encuentro profundo y sincero con el Todopoderoso, anhelar esa “carta” que Dios mismo nos escribe para revelarnos su persona y el misterio de su voluntad. Por ello es que se ha definido la Biblia como el libro de los buscadores de Dios.

Y una escucha atenta, perceptiva, pero también serena que nos permita reconocer que cada palabra de la Sagrada Escritura tiene su propio esplendor. Una escucha dócil, que implique la disposición para dejarse guiar a través de las palabras leídas.

La lectura de la Sagrada Escritura implica asiduidad, es decir que exista continuidad temporal, frecuencia en la lectura y en la oración. Podremos obtener así, los frutos que deseamos, encontrarnos con el Dios vivo que se quiere dejar encontrar.

“Busquen a Yahvé ahora que lo pueden encontrar, llámenlo ahora que está cerca” (Isaías 55,6).



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