Muy Oportuno

La violencia sobre la vida

2021-08-09

Entre las formas de violencia sobre la vida se pueden destacar: el aborto, la eutanasia, la guerra,...

Enrique Cases

Vivir con plenitud es desarrollar lo más posible las capacidades humanas, comenzando por las más nobles. La vida es un don que se debe hacer fructificar tanto si es larga, como si es corta; es un valor que no se debe despreciar. La violencia contra la vida constituye uno de los pecados más graves contra la ley de Dios. Nuestro siglo ha conocido atentados contra la vida a nivel masivo, como en ninguna otra época pasada. La causa de estas atrocidades hay que encontrarla en la extensión del ateísmo, del materialismo y del hedonismo. Estas ideas convierten, a veces, a los hombres en lobos para los otros hombres; e incluso su propia vida acaba pareciéndoles una carga excesiva y recurren, en número creciente, a las drogas, suicidio, etcétera.

Entre las formas de violencia sobre la vida se pueden destacar: el aborto, la eutanasia, la guerra, el terrorismo como lacras especialmente significativas del siglo XX. El suicidio, el homicidio, las drogas y las agresiones a la vida psíquica son también exponentes de la pérdida del sentido de la vida.

Aborto

El aborto provocado o directo es la expulsión intencionada de un feto no viable fuera del seno materno. Si esta expulsión no es provocada sino involuntaria no será pecaminosa. El Vaticano II llama a este acto: «crimen abominable» (GS, 51). Abominable porque la víctima es especialmente indefensa e inocente: el niño aún no nacido, y a quien, además, se priva de la vida sobrenatural al no bautizarlo.

En otros tiempos se dudaba sobre el momento en que ya era un ser humano el niño concebido en el seno materno. Hoy día la ciencia es clara; cuando el óvulo es fecundado por el espermatozoide, tiene ya completo su código genético; entonces ya posee toda la potencialidad de vida, que se irá desarrollando según las leyes biológicas.

El conocido científico J. Lejeune ha escrito: «Esta primera célula (es decir, el resultado de la fecundación) va a empezar a dividirse en dos, -cuatro, ocho, dieciséis, treinta y dos, sesenta y cuatro, y se va a convertir en una pequeña mórula que se alojará en la pared del útero materno. Siendo extremadamente minúsculo y midiendo milímetro y medio de talla, es ya un ser humano, diferente de su madre y diferente de todos los demás hombres (...). El corazón humano se anima al vigésimo primer día aproximadamente y, al mes, siendo la talla del feto la de un grano de trigo, están ya todos sus órganos esbozados: su cabeza, su tronco, los brazos, las piernas».

Además de ser un grave pecado, el aborto implica dos graves consecuencias. Por un lado, indica un desprecio de la vida. La vida ya no es algo que tenga valor en sí mismo sino que depende de la voluntad del hombre, quien podrá destruirla cuando le convenga. Por otra parte, altera todo el orden moral, pues el criterio de bondad será el egoísmo y el placer, pero no el bien. La Iglesia ha dictado la pena de excomunión para los que cometan este pecado o colaboren con los que lo cometen. La excomunión es una pena eclesiástica que separa de la Iglesia y de sus sacramentos. Para que se perdone, hay que confesarse con el Obispo, o con algún sacerdote que tenga poderes delegados por el Obispo.

Eutanasia

«Es la acción u omisión que, por su naturaleza o en la intención, causa la muerte con el fin de eliminar cualquier tipo de dolor». (S. C. Doctrina de la Fe, 27-VI-1980). La eutanasia afectaría a los subnormales, a los enfermos mentales o a los incurables. Las razones que se aducen en su defensa se apoyan en que se trata de vidas desdichadas, o que imponen pesadas cargas a la familia o a la sociedad.

Un testimonio impresionante

Rosanna Benzi, italiana, tiene veintisiete años. Enferma de poliomielitis desde hace trece años y paralizada en todo su cuerpo, vive desde entonces en un pulmón de acero que le permite respirar. Desde ese incómodo puesto de combate dirige la revista Los demás, para minusválidos, que llega a dos millones de personas marginadas de la sociedad por diversas causas.

Se trata de una revista que realiza una valiente campaña para eliminar en ellos el miedo y sacarlos del aislamiento en que les abandona la sociedad, que les rodea, por una absurda incomprensión.

Rosanna Benzi no es una persona triste; por el contrario, se declara feliz y su sonrisa luminosa lo confirma. Pinta y se comunica con los demás, alentándoles y dándoles confianza.

Pueden darse casos extremos en los que la vida sólo pueda mantenerse por medios extraordinarios. La doctrina de la Iglesia dice que no se está obligado a poner medios «extraordinarios» o «desproporcionados». Sin embargo, existe la grave obligación de buscar la propia curación o la ajena.

Sólo Dios es señor de la vida.

La Iglesia defiende una vez más al hombre diciendo: «Es necesario afirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede ¡pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata, en efecto, de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad» (S. C. Doctrina de la Fe, 27-VI-1980).

Guerra

El drama de la guerra es suficientemente conocido de todos y cómo a causa de este enfrentamiento entre los hombres, se producen muertes, injusticias, hambres, dolor, destrucción, etc. La gravedad se ha incrementado en el siglo XX por la enorme capacidad destructora de los nuevos armamentos. Las dos guerras mundiales de nuestro siglo y las múltiples guerras, que ha habido entre diversos países, elevan los muertos por este motivo a bastantes decenas de millones de seres humanos.

El objetivo de todos los hombres debe ser la paz. La paz sólo se puede conseguir si hay justicia. Una guerra de agresión será siempre injusta, pero cuando uno es atacado injustamente, puede legítimamente defenderse. Sería, entonces, una guerra justa. Sólo existirá una guerra justa cuando lo sea su causa y se hayan agotado todos los demás medios de solucionar pacíficamente el conflicto.

Si se miran de cerca todas las guerras se ve cómo, en su raíz, está el pecado humano: soberbia, afán de dominio, venganza, mentira, odio, etc. La única solución plena de la guerra es la conversión de los hombres, lo que Juan Pablo II ha llamado el «desarme de las conciencias». Los tiempos actuales ven dificultada esta meta por la existencia de ideologías que ponen en su base de actuación la violencia y que buscan por todos los medios el dominio mundial. Este es el caso del comunismo, que predica la lucha de clases, la mentira como arma política y posee enormes ejércitos que amenazan continuamente la paz mundial.

Terrorismo

Siempre en la historia de la humanidad se ha dado el asesinato político, pero en este siglo ha crecido enormemente el uso del asesinato como arma política. Se le llama «terrorismo». Su fin es alterar el orden político e instalar otro nuevo, que dicen es mejor. El criterio moral del terrorismo se basa en el principio de que el fin justifica los medios. Además, el modo de realizarse es particularmente odioso, pues mata a inocentes, destruye bienes importantes para todos y nunca se presenta abiertamente sino que utiliza el engaño.

El fin no justifica los, medios. Este principio es de moral natural. Seguirlo facilitará grandemente la convivencia entre los hombres.

Las palabras de Juan Pablo II sobre este tema son claras. Después de insistir en la necesidad de la justicia, dice: -La paz no puede ser establecida por la violencia, la paz no puede florecer en un clima de terror, de intimidación o de muerte. El mismo Jesús dijo: «Quien toma la espada, a espada morirá» (Mt. 26, 52). Esta es la palabra de Dios, la que ordena a los hombres de esta generación violenta a desistir del odio y la violencia y arrepentirse (... ) la violencia es un mal, la violencia es inaceptable como solución a los problemas, la violencia es indigna del hombre, la violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad porque destruye la verdadera construcción de la sociedad-. Añadía después con fuerza....que nadie pueda llamar nunca al asesinato con otro nombre que el de asesinato, que a la espiral de la violencia no se le dé nunca la distinción lógica de inevitable o de represalia necesaria. (29-1X-1979).

Homicidio

Homicidio es producir injustamente la muerte de una persona.

La causa de los homicidios culpables está siempre en la malicia del corazón humano. La gravedad de este pecado es obvia. La Sagrada Escritura lo coloca entre los que claman al cielo. La venganza, el odio, las rencillas políticas, etc., nunca podrán servir de excusa para este crimen. No raramente los que llegan a este punto han sufrido antes un deterioro de la conciencia y de las costumbres, que ciega la inteligencia y tuerce la voluntad. Aunque es necesario un sistema policial eficaz y unas leyes penales fuertes para prevenir el crimen, es evidente que la lucha contra este mal tiene que ir a buscar la prevención del crimen en el interior del hombre, pues aunque se castigue a los culpables nunca se podrán devolver las vidas que se arrebataron.

Entre las leyes penales para prevenir el crimen siempre ha estado el castigo. Uno de los castigos -el máximo- ha sido la pena de muerte. Sobre este tema, tan discutido, hay que decir: que su licitud no tiene duda -de lo contrario nunca lo hubiera sido-; su conveniencia es discutible. En ella deberán ponerse de acuerdo los ciudadanos de un país en unas circunstancias precisas, sabiendo que lo que en unas circunstancias puede ser conveniente, en otras puede dejar de serlo y viceversa.

La prevención más eficaz de la delincuencia será tratar de conseguir que el ambiente social sea moralmente bueno. Es indicativo a este respecto la estrecha relación entre pornografía y delincuencia. También lo es el que muchos delincuentes provengan de familias rotas o procedan de ambientes en que reina la marginación, la injusticia y la incultura. La sociedad tendrá menos crímenes si pone los medios jurídicos y económicos disponibles para proteger las familias, evitar el divorcio y las separaciones, así como las marginaciones sociales y distribuir la riqueza del mejor modo posible.

Suicidio

Todo hombre tiene un fuerte instinto de conservación de la propia vida. Sin embargo, el fenómeno del suicidio ha crecido de forma alarmante en este siglo.

En muchos casos el suicidio es la acumulación de un estado de depresión psíquica. Los estudios más recientes hacen ver que existe una relación muy grande entre el número de suicidios y la pérdida del sentido de la vida. Cuando no hay ningún valor por el que luchar (profesión, familia, una ideología política, un ideal religioso, etc.) todo -pierde interés y la vida se va llenando de frustraciones y se llega, fácilmente, a la sensación de que no vale la pena vivir. Este clima es más fácil que se dé en ambientes materialistas, ya que como la felicidad plena no puede alcanzarse con goces materiales, éstos acaban dejando vacío el corazón. Hay comprobación experimental de que los suicidios se dan, en la mayoría de los casos, salvo enfermedades psíquicas, en personas que no tienen un profundo sentido espiritual de la existencia.

El suicidio es un grave pecado que, además, cierra las puertas a cualquier solución de los problemas.

Drogas

La droga es un indudable atentado contra la propia vida. En general se llama droga a cualquier sustancia química que ejerce un determinado efecto sobre el organismo. En concreto este nombre se aplica a los fármacos que producen sensaciones psicofísicas distintas de las habituales. Todas estas sustancias (incluso las medicinas si no se toman por prescripción médica) pueden dañar al organismo. La gravedad moral de las drogas viene de que se toman con el único fin de producir sensaciones placenteras fuera de lo normal. Existen diversos tipos de drogas. Unas crean una dependencia física tal, que dejarlas de tomar súbitamente produce dolores, angustias, pudiendo incluso llevar hasta la muerte. Otras producen una dependencia psicológica y menor dependencia física, aunque casi siempre el uso de las drogas llamadas «blandas» conduce a las «duras».

El uso de drogas equivale a una mutilación. No se trata de una mutilación del cuerpo, sino del sistema nervioso que queda gravemente tarado. Se da una destrucción de la personalidad que en los casos avanzados equivale a la destrucción del individuo. La pérdida voluntaria de conciencia es muy grave, pero incluso es frecuente que la droga lleve al robo y a la muerte -propia y ajena- y a convertirse los adictos en parásitos de la sociedad por hacerse inútiles para el trabajo.

La extensión de la droga es un triunfo de los traficantes que ganan fuertes sumas de dinero a costa de aquellos desdichados que no pueden, por la adicción, abandonar el consumo. En los casos más suaves es una forma de conformismo y de frivolidad de aquellos que tienen un horizonte pobrísimo en sus vidas y que acabarán en un vacío angustioso, si no reaccionan.

Violencias a la vida psíquica

No solamente se puede atentar contra la vida física del hombre, sino también a su vida psíquica. Todo hombre tiene derecho a que se le respete su integridad psíquica sin manipulación alguna.

Entre las formas de violencia psíquica están los interrogatorios inhumanos (lavados de cerebro) por los que el hombre pierde por completo su personalidad.

Otra forma de violencia es la propaganda llevada más allá del nivel consciente, o la repetición tan reiterada de los eslóganes o fotos que hace casi imposible no verse afectado.

Violencia a la integridad de la vida psíquica es la pornografía que va produciendo en los sujetos una degradación de la persona, e incluso, a veces, de sus instintos normales, creando verdaderas neurosis obsesivas.

Atenta contra la vida psíquica del hombre todo género de mentiras, especialmente las que adoptan formas -violentas»: perjurios, traiciones, deslealtades, calumnias, etcétera.

La Iglesia defiende la vida humana

Son numerosísimas las declaraciones de la Iglesia defendiendo la vida, además de las muchas acciones y asociaciones promovidas por ella dirigidas a protegerla: asilos de ancianos, ambulatorios, hospitales, hogares de marginados, etcétera.

He aquí un reciente texto muy claro:

«La vida humana es el fundamento de todos los bienes, la fuente y condición necesaria de toda actividad humana y de toda convivencia social. Si la mayor parte de los hombres creen que la vida tiene un carácter sacro y que nadie puede disponer de ella a capricho, los creyentes ven a la vez en ella un don del Amor de Dios, que son llamados a conservar y hacer fructificar. De esta última consideración brotan las siguientes consecuencias:

1.º Nadie puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor de Dios hacia él, sin violar un derecho fundamental e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad.

2.º Todo hombre tiene el deber de conformar su vida con el designio de Dios. Esta le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna.

3.º La muerte voluntaria, o sea el suicidio, es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye, en efecto, por parte del hombre el rechazo del amor a sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, una renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervengan, como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar la responsabilidad. Se deberá, sin embargo, distinguir bien del suicidio aquel sacrificio con el que, por una causa superior -como la gloria de Dios, la salvación de las almas o el servicio a los hermanos- se ofrece o pone en peligro la propia vida» (S. C. Doctrina de la Fe, 27-VI-1980).



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