De Fábula

La vida de un hombre

2006-09-27

¿Cuántos años necesitamos para hacer lo que es en realidad importante?

Autor: Marcelo Bravo 
 
Cuando Dios hizo la creación le dijo al burro:
-Serás el más bruto entre todos los animales y soportarás muchas cargas en tu trabajo. Comerás sólo hierba y vivirás sólo treinta años.

El burro le respondió:
-¿Cómo? Treinta años son demasiados para mí. Dame solamente veinte-. Y Dios se los concedió.

Después Dios hizo al mono y le dijo:
-Saltarás de árbol en árbol y vivirás sobre ellos. Siempre caminarás arrastrando las manos. Serás muy feo y tendrás suficiente pelo para cubrirte del frío. Sin embargo para tu consolación, te asemejarás un poco al hombre. Tan sólo vivirás veinte años.

Pero el mono le respondió:
-¡Ah no! Eso es mucho para mí. Regálame tan sólo quince años y con eso me conformo.
Y Dios se los concedió.

Dios hizo al perro y le dijo:
-Serás el mejor amigo del hombre y siempre estarás a su lado. Cuidarás siempre su casa. ¡Mira! Te doy una voz potente para que ahuyentes a los ladrones y además unos buenos colmillos para que te defiendas de aquel que te tire piedras. Te concedo quince años de vida.

El perro le lamió la mano, y le dijo con la cabeza un tanto agachada:
-Pero... ¿No te parece que eso es demasiado para mí? Me basta con diez años.
Y Dios se lo concedió.

Después Dios hizo al hombre y le dijo:
-Te hago a mi imagen y semejanza, y te entrego todo lo que he hecho para que tu lo domines. Todos los frutos te serán de alimento. Te doy la inteligencia para que desarrolles con habilidad todo lo que esté a tu alcance. Te doy la voluntad para que busques el bien y para que me ames a mí también. ¡Vivirás en la tierra solamente treinta y cinco años!

Y el hombre le dijo a Dios:
-Pero ¡Señor! ¿Solamente treinta y cinco años? ¿Por qué no me das los treinta que rechazó el burro, los veinte que despreció el mono y los quince que no quiso el perro?

Dios se quedó pensativo y después le dijo:
-Está bien, te concedo cien años de vida como mucho.

Por eso el hombre trabaja treinta años como burro para construir su propio futuro. Veinte años como mono saltando de casa en casa de los hijos para instruirlos en la verdad. Quince años como perro, cuidando y fomentado las buenas virtudes junto con los Sacramentos. Y se prepara en sus últimos treinta y cinco años para su encuentro definitivo con su Dios y Creador.



AAG

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