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¿Sabía usted que Dios mandó hacer imágenes?

2011-08-22

La Iglesia Católica venera a los santos pero no las adora. Adorar algo o a alguien fuera de...

Autor: José Gea Escolano

Después de una interrupción de unos días sobre el tema de las imágenes porque creí conveniente tratar un par de temas de actualidad. Hoy seguimos con el tema de las imágenes.

Dicen algunos que hay que retirar las imágenes porque hay que adorar sólo a Dios. Pero lo que pasa es que el mismo Dios manda construir imágenes: "No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso" (Ex. 20, 3-5). Si tener imágenes en casa o en la Iglesia fuese malo, Dios no habría mandado hacer imágenes. Sin embargo, Dios le manda a Moisés: Harás igualmente dos querubines de oro; los harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. (Ex. 25, 18).

También cuando moría mucha gente por las mordeduras de las serpientes, le dijo: Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá. (Nm 21,8).

Otros ejemplos de imágenes permitidas por Dios en el AT: "Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos extremos del propiciatorio: haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro. Los querubines formarán un cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos. Estarán con las alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno frente al otro, con las caras vueltas hacia el propiciatorio" (Ex 25, 18-20).

En II de Crónicas, 3, 7 se dice: "Recubrió de oro la Casa, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus puertas, y esculpió querubines sobre las paredes".

Y en 10-14 se dice nada menos que esto: "En el interior de la sala del Santo de los Santos hizo dos querubines, de obra esculpida, que revistió de oro. Las alas de los querubines tenían veinte codos de largo. Un ala era de cinco codos y tocaba la pared de la sala; la otra ala tenía también cinco codos y tocaba el ala del otro querubín. El ala del segundo querubín era de cinco codos y tocaba la pared de la sala; la otra ala tenía también cinco codos y pegaba con el ala del primer querubín… Hizo también el velo de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, y en él hizo poner querubines".

Los manda poner no para adorarlos, sino como símbolo de la adoración de los ángeles como invitación para que nosotros adoremos a Dios.

Es absolutamente falso que los católicos adoremos imágenes. La foto del esposo no es una necesidad para la esposa, pero la ayuda a recordarlo. Es tan sólo un signo que facilita el recuerdo. El cristiano tampoco necesita imágenes para orar. Tan sólo son una ayuda para elevar los sentidos. El hombre siempre ha usado pintura, figuras, dibujos, esculturas, etc. Estos medios sirven para ayudarnos a visualizar lo invisible; para explicar lo que no se puede explicar con palabras.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica ( 2130) "Ya en el Antiguo Testamento, Dios ordenó o permitió la institución de imágenes que conducirían simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado.Las primeras comunidades cristianas representaban al Salvador del mundo con imágenes del Buen Pastor; mas adelante aparecen las del Cordero Pascual y otros iconos representando la vida de Cristo. Testigo de todo esto son las catacumbas donde aún se conservan imágenes hechas por los primeros cristianos. Estas imágenes dan testimonio de su fe y del uso de las imágenes.

¿Por qué Dios mandó hacer imágenes?

Mientras antes de Cristo nadie podía ver el rostro de Dios, ahora sí puede verlo en Cristo en quien Dios se hizo visible. Antes de Jesús las imágenes con frecuencia representaban a ídolos, se usaban para la idolatría. En la plenitud de los tiempos, el verdadero Dios quiso encarnarse y así tener imagen humana. Jesucristo es la IMAGEN visible del Padre. La Iglesia Católica venera a los santos pero no las adora. Adorar algo o a alguien fuera de Dios, es idolatría. Hay que saber distinguir entre adorar y venerar.

No es sorprendente que algunos persistan en acusar a la Iglesia sin atender a razones. Son como ciegos que guían a otros ciegos. Ya ocurrió así con los fariseos hace 2000 años. Acusan a Jesús y a sus discípulos, incluso diciendo que Jesús hacía los milagros por arte de Belcebú, príncipe de los demonios; lo mismo que los de las sectas, empeñados hoy en no querer ver la verdad.

Las explicaciones hechas anteriormente sólo servirán para los hermanos que sinceramente preguntan porque tienen dudas y quieren entender. La Iglesia nunca ha rechazado las imágenes como signo religioso que nos recuerda a Dios, a la Virgen y a los santos.

Lutero, el fundador del protestantismo, no sólo no rechazó las imágenes, sino que para él eran el Evangelio de los pobres. En Santiago de Compostela hay como un evangelio esculpido en el Pórtico de la Gloria en el que se nos ofrece la Historia de la Biblia.

Las sectas, en vez de visitar tantas casas y de hablar de la adoración de las imágenes por los católicos con falsedades, conscientes o no, pero falsedades, "¿no podrían hablar de los falsos ídolos modernos como del ídolo del poder, del dinero o del sexo, que tantos estragos están causando en nuestro mundo?

Harían mucho más bien que intentando reclutar católicos para su secta, aprovechándose de su ignorancia en cuestiones bíblicas, presentándoles cosas que saben que son falsas, y engañándoles con unos cuantos textos de la Biblia interpretándolos literalmente y fuera de contexto.Todos debiéramos recordar aquellas palabras de San Pablo: "Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gál. 1, 8-9).

Refiriéndose a S. Pablo, dice San Pedro: "Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición." (2Pe. 3, 16)

En estas palabras se basa S. Justino; en todas sus cartas habla en ellas de lo mismo; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen -como también tuercen el resto de las Escrituras- para su propia perdición.



EEM

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