Para Reflexionar en Serio

Hay que salvar la familia y la juventud

2011-10-19

La familia necesita urgentemente que se reafirme su humus originario, querido por Dios en la...

Autor: Juan García Inza

La  Carta Pastoral del Prelado del Opus Dei es muy extensa y desciende a detalles de mucho interés. No puedo publicarla toda completa en el reducido espacio que debe tener un post de Blog. Aporto algunos apartados que considero se han de tener en cuenta en estos momentos, aunque sin olvidar la referencia explícita que hace Mons. Echevarría a los Sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. El lector puede leer el texto completo en la Fuente que indico al final.
Apostolado de la familia y con la juventud

Son muchas las actividades que contribuyen a fortalecer la extensión del reino de Dios. Sin embargo, algunas tienen objetivamente una trascendencia mayor, según las necesidades de cada época y de cada lugar. La familia, la formación de la juventud, el mundo de la cultura, plantean, en gran parte, el reto de la nueva evangelización a la que impulsa el Santo Padre.

La familia necesita urgentemente que se reafirme su humus originario, querido por Dios en la creación, que desgraciadamente las costumbres y las leyes civiles de muchos países se empeñan en pervertir. Es una tarea de importancia capital, en la que los católicos coincidimos con personas de otras creencias, o sin religión alguna, conscientes de que la promoción de la familia —comunión de amor entre un hombre y una mujer, indisoluble y abierta a la vida— construye una columna insustituible para la recta ordenación de la sociedad, y un fundamento importante para que los hombres alcancen la madurez y la felicidad. Además de lo que podamos contribuir en colaboración con otras gentes, personalmente se puede ayudar, por ejemplo, a que los cónyuges se perdonen mutuamente y entiendan mejor que su vida es entrega al otro; y, si se trata de un matrimonio cristiano, a que comprendan que participan en un misterio: en la unión de Cristo con su Iglesia. Esa fidelidad de ambos, manifestación del amor verdadero con el paso del tiempo, traza también el camino para llegar al Cielo.

La labor apostólica con la juventud constituirá siempre un reto vital para el mundo y para la Iglesia, porque en esos años se forjan quienes enderezarán el rumbo de la sociedad y la harán avanzar por las sendas trazadas por el Creador y Redentor.

En este ámbito, cobra especial relieve el apostolado de la diversión y el buen uso del tiempo libre. Me limito a recordaros lo que os escribí en 2002: que es preciso llenar de contenido cristiano «las costumbres, las leyes, la moda, los medios de comunicación, las expresiones artísticas. Aspectos todos que laten en el corazón de la batalla para la nueva evangelización de la sociedad, a la que el Santo Padre convoca sin tregua a los cristianos».

Apostolado y cultura

 El amplio mundo del pensamiento y de la cultura, de las ciencias, las letras y la técnica, sigue demostrándose como un área privilegiada que es preciso iluminar con las luces del Evangelio. «Los cristianos, pues, han de tener una fe que les permita enfrentarse críticamente con la cultura actual, resistiendo a sus seducciones; incidir eficazmente en los ámbitos culturales, económicos, sociales y políticos; manifestar que la comunión entre los miembros de la Iglesia católica y con los otros cristianos es más fuerte que cualquier vinculación étnica; transmitir con alegría la fe a las nuevas generaciones; construir una cultura cristiana capaz de evangelizar la cultura más amplia en que vivimos».

Los apostolados de la Obra son un mar sin orillas. Queremos abrir los brazos de par en par a cada persona, como Cristo en la Cruz. De ahí nuestro empeño por llegar a los que están más lejos de Dios, como nos enseñó san Josemaría, que amaba —siempre lo repitió— el apostolado ad fidem. Nuestro Padre nos alentaba a tener especial empeño en el apostolado ad gentes, con los gentiles (...). Primero —repetiré lo de siempre—, con una amistad sincera, leal, humanamente buena. Tomando ocasión de las múltiples relaciones que se originan en el ejercicio de la labor profesional, en un mundo caracterizado por la globalidad, resultará fácil dialogar con personas de otras confesiones y creencias, o con gentes sin religión alguna, con el deseo de suscitar en ellas el deseo de conocer mejor a Dios. Ayudaremos incluso a quienes muestren una actitud negativa frente a la Iglesia católica, si procuramos tratarles con mansedumbre, paciencia, comprensión y cariño.

Considero importante sobre todo —decía Benedicto XVI en un discurso a la Curia Romana— el hecho de que también las personas que se declaran agnósticas y ateas deben interesarnos a nosotros como creyentes. Cuando hablamos de una nueva evangelización, estas personas tal vez se asustan. No quieren verse a sí mismas como objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue estando también en ellos, aunque no puedan creer en concreto que Dios se ocupa de nosotros.

Aunque en iniciativas de este tipo participen especialmente sólo algunos, sentimos el deber de apoyarlas con nuestra oración. Porque cada uno de nosotros, hijos de Dios en la Iglesia santa, sólo quiere vivir para llevar el nombre del Señor a todos los pueblos y a todas las culturas, hasta los últimos rincones de la tierra (cfr. Hch 9, 15).

Fuente: www.opusdei.org

www.youtube.com/watch.



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