Turismo

Cura conserva como reliquias recuerdos de la fatídica noche

2012-01-19

ISLA DE GIGLIO, (AFP) - El padre Lorenzo Pasquotti conserva como reliquias en su iglesia en la pequeña isla italiana del Giglio los objetos abandonados por los sobrevivientes del naufragio que se refugiaron allí la fatídica noche del viernes 13 de enero, cuando el enorme crucero se hundió con más de 4,000 personas.

"Conservo todo dentro de una caja transparente como recuerdo de esa noche, para que nadie olvide la tragedia que ha vivido la isla del Giglio", confiesa el cura de la isla, Lorenzo Pasquotti.

"Hay gente que viene a orar, otros desfilan ante la caja, llena de salvavidas anaranjados, mantas, cuerdas y cascos, como si fuera una reliquia", cuenta el religioso, que esa noche abrió las puertas de la iglesia para alojar a los miles de pasajeros y tripulantes que desembarcaron de las lanchas salvavidas muertos de frío, traumatizados y extenuados.

"Había cerrado ya la iglesia cuando me llamaron urgentemente del puerto. No se escuchó explosión alguna, ni tembló la tierra. Sin embargo el espectáculo era devastador", recuerda.

"Alojamos a unas 420 personas. Venían empapadas, había niños titiritando por el frío", subraya don Lorenzo, de 62 años, como lo llaman en la isla, quien sacó de la sacristía incluso el manto de la Virgen y los ropajes de la misa y las túnicas de la procesión para cobijarlos, calmarles el miedo y el frío.

El cura, que recordó que en la isla viven en invierno unas 700 personas, llevó a algunos a su residencia para que pudieran enviar correos electrónicos a sus familias de manera de tranquilizarlas.

"Algunos estaban solos, otros se agrupaban según el idioma: alemanes, coreanos, ingleses. No tenían respuesta para sus terribles preguntas. ¿Dónde está mi mujer? ¿Han visto un hombre rubio inválido? ¿Han sobrevivido todos?", cuenta.

Al menos once personas perdieron la vida y una veintena de pasajeros y miembros del equipaje están desaparecidas en el naufragio.

"Había un capellán en el 'Costa Condordia' y otro viajaba como pasajero. Los dos me ayudaron a reconfortar a la gente para que pudieran arroparse con algo caliente", rememora.

"Las últimas personas que fueron evacuadas formaban parte de la tripulación, seguramente trabajaban en las plantas bajas del crucero porque estaban vestidas con bermudas y camisetas. Les dimos los trajes de los monaguillos", asegura.

Como el religioso, los habitantes de la isla, jóvenes y ancianos, se volcaron a ayudar a la gente, daban de comer, repartían agua y bebidas calientes, abrieron sus casas para alojar a los rescatados.

"En medio al caos que se vivía en el puerto vi a una chica con unas zapatillas rojas de tacón alto. Era una bailarina rusa. Estaba tan elegante en medio a esa muchedumbre... ".



ROW

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