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Mujeres sirias arriesgan la vida para ayudar disidentes

2012-04-28

Sabía que llevar alimentos y medicinas a activistas de la oposición siria era...

Por Oliver Holmes, Reuters

BEIRUT  - Cuando aspirinas y bastoncitos con alcohol cayeron de su ropa en un puesto de control sirio, Rania quedó petrificada, miró primero al suelo en busca de los elementos que llevaba escondidos y luego al soldado que estaba frente a ella.

Sabía que llevar alimentos y medicinas a activistas de la oposición siria era considerado por las fuerzas de seguridad como "ayudar a terroristas" y que era visto con igual gravedad que el contrabando de armas.

"Pensé: ahora ya estoy muerta", dijo Rania, de 27 años, recordando el incidente ocurrido en las afueras de Damasco.

La joven tuvo mucha suerte. El soldado era un simpatizante de la oposición.

"Rápido, toma tus medicinas y vete, antes de que el comandante a cargo regrese", dijo la muchacha, citando al soldado.

Durante los 13 meses de la revuelta en contra del presidente Bashar al-Assad, las fuerzas sirias han causado la muerte a más de 9.000 personas en tiroteos y bombardeos contra zonas rebeldes, de acuerdo a estimaciones de Naciones Unidas. Miles más han sido arrestados.

Las autoridades sirias, que dicen que militantes con respaldo del exterior han matado a más de 2.600 soldados y policías, han entregado ayuda a residentes que dicen están huyendo de "terroristas armados", pero se han negado en reiteradas ocasiones a dar acceso a organizaciones de asistencia internacional.

Activistas dicen que la mayoría de los heridos en los disturbios no acuden a hospitales estatales por temor a ser considerados como enemigos de Assad y arrestados en lugar de recibir atención médica.

Imágenes de videos caseros muestran a hospitales con pocos suministros en bastiones de la oposición, muchos sin electricidad, con médicos que ruegan por ayuda a la comunidad internacional.

En ausencia de asistencia humanitaria internacional, los disidentes han recurrido a otras alternativas para obtener medicinas y alimentos para los heridos y familias necesitadas en varias partes del país.

Rania y sus amigas, un grupo de mujeres jóvenes, se hacen pasar por musulmanas conservadoras para ocultar en sus gruesos ropajes y velos medicinas, alimentos y dinero que sacan de Damasco para llevarlos a lugares como la ciudad de Homs.

No tienen idea de cuántas otras personas realizan viajes similares alrededor de Siria para llevar ayuda. Dicen que este método de contrabando es un secreto a voces, pero que las autoridades no registran a las mujeres, especialmente a aquellas que parecen particularmente conservadoras, porque eso generaría indignación pública.

FORMANDO UN EQUIPO

Rania, una abogada, opera junto a un equipo de cuatro personas, incluyendo a dos amigas que trabajaron como asistentes de supervisión de un supermercado. El cuarto miembro del equipo es un médico.

Accedió a ser entrevistada a través de Skype, pero no dio su apellido por temor a comprometer toda la operación. Otra de las muchachas, Ola, acordó responder a algunas preguntas a través de una amiga que a veces ayuda al grupo, la cual por supuesto pidió no ser nombrada.

Todo el equipo proviene de Homs, una de las zonas más devastadas en la ofensiva de Siria, puesto que las fuerzas de Damasco han estado bombardeando distritos opositores durante meses.

"Las chicas y yo nos reunimos con el doctor, que es un amigo de la infancia, y le preguntamos cómo podríamos ayudar a personas que fueron heridas o necesitan alimentos", manifestó Rania.

El grupo alquiló un enorme departamento en una zona pobre de Damasco donde los precios son bajos. Todos renunciaron a sus empleos, excepto por el médico que realiza cuatro turnos a la semana. Dicen que las autoridades sospechan que los doctores que abandonan sus trabajos se han unido a la oposición.

"Vendimos todo lo que pudimos, incluso nuestras joyas", dijo Ola. "Llenamos el departamento con arroz, fideos y aceite vegetal. El doctor usa sus fuentes para obtener anti-inflamatorios, vendas y kits para traumatismos", indicó.

Para ahorrar dinero, el equipo tiene dos comidas al día. A fin de mantener un bajo perfil, sus integrantes rara vez hablan por teléfono y sólo dejan el edificio cuando es necesario. Operan de noche.

Cuando otros activistas llegan de visita se les pide que lleven sus propios alimentos y que mantengan los costos bajos.

"El contrabando es caro", dijo la amiga que pidió no ser nombrada. "Necesitas un taxista que esté de acuerdo contigo para pasar los puestos de control a la salida de Damasco y te lleve hasta Homs, lo que demora dos horas. Es peligroso para él", indicó.

GASAS Y VENDAS

Las operaciones comienzan en el departamento. Las mujeres cambian sus jeans y camisetas por vestidos de mangas largas y el conservador hiyab musulmán que cubre sus cabezas.

"Soy delgada, así que puedo llevar muchas gasas bajo mi ropa", dijo una de las jóvenes. "Una de las chicas pone vendas en su sostén", afirmó.

Las mujeres, que a menudo llevan también dosis ocultas de antibióticos, viajan solas en un taxi privado o en un bus hacia el norte de Damasco hasta llegar a Homs.

"El Gobierno lo sabe todo, pero no quiere tener más problemas", dijo la amiga de Ola. "En (el suburbio capitalino de) Douma, los miembros de las fuerzas de seguridad arrestaron a algunas mujeres y causaron graves episodios de desobediencia civil", explicó.

Pero no todos los puntos de control son seguros y existen equivocaciones que pueden llevar a Rania y Ola a prisión.

"A veces somos detenidas en puestos de control. Tenemos que pagar un soborno o esperar a ver qué nos pasará. Algunos de los puestos de control están gestionados por hombres armados leales a Assad que no trabajan para el Ejército de forma regular", señaló Ola. "A ellos les tememos más", añadió.

Ola refirió también que muchas veces el riesgo y el esfuerzo no conducía a nada porque no era posible contactar a otros activistas para entregar la ayuda.

"Una vez tenía que reunirme con otra persona para darle suministros de sangre, dinero y alimentos", relató. Ella esperó y esperó en medio de la lluvia pero el hombre jamás apareció.

"Era tarde en la noche, tuve que dejar los alimentos al lado de un camino por el alto peligro de pasar todo de nuevo por el puesto de control. Caminé a casa llorando. El viaje había sido por nada", expresó.



gilberto

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