Sepulcros blanqueados

¿Quién, libre de culpa?

2012-08-10

Jesús fustigó en esta sentencia el pecado de hipocresía. Aparentar por fuera...

Fuente:  F. Fraternidad Católica

1º.  De 12 partes*

"El que tenga oídos, que oiga"

En aquellos días, dijo Jesús: « ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también, vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! (Mateo 23, 27-32).

Jesús fustigó en esta sentencia el pecado de hipocresía. Aparentar por fuera lo que no se es por dentro, como en otro episodio condenó a los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto. Aquí crítica enfáticamente a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad. Que no son lo que aparentan ser.

¿Que acaso la Iglesia Católica es la excepción
dentro de todos los demás sectores de la sociedad?

"¡Cuánto dolor, indignación y vergüenza nos provocan los casos comprobados de pederastia clerical, en diversas partes del mundo! Generan descontrol en muchos fieles y desconfianza en la guía de nuestra Iglesia, pues perjudican su testimonio del Evangelio. Nadie deja de reconocer que el abuso sexual de niños y jóvenes es un crimen atroz, execrable, que no tiene nombre, sobre todo cuando es cometido por clérigos en quienes los padres de familia habían depositado su confianza".

"También duele y molesta que esta situación se resalte y se machaque tanto en ciertos medios informativos, porque denotan su propósito de desprestigiar a nuestra Iglesia y restarle autoridad moral, para que así nuestras denuncias a sus conductas inmorales pierdan fuerza y auto justificarse. Exageran quienes afirman que por estos casos, nuestra Iglesia sufre una pérdida de control interno y una crisis profunda y generalizada. Se atreven a pedir que se acabe el celibato, como si éste fuera el culpable. No saben lo que dicen, pues lamentablemente este delito no es privativo de sacerdotes católicos, sino que acontece en muchos sectores de la sociedad".

Los dos párrafos anteriores son sólo una parte sintetizada de la respuesta que Monseñor Felipe Arizmendi, Obispo de San Cristóbal de las Casas, en México, le dio a aquellos que no comprenden ni distinguen la parte divina de la Iglesia Católica con la falibilidad de los hombres que la atienden, personas que como cualquiera de nosotros estamos expuestos a tentaciones y perversidades. Es una respuesta oportuna en defensa justa de los ataques indiscriminados, tendenciosos y malévolos al querer juzgar y sentenciar a toda la Iglesia Católica por la conducta inmoral de unos cuantos que la traicionaron y tomaron el camino de la perversión para pervertir a otros. Que engañaron a sus feligreses y a sus superiores. Que fueron desleales e infieles a Jesucristo, como el mismo Judas, uno de los apóstoles de Jesús, que poseído por el demonio lo traicionó. La historia se repite una vez más, como el mismo Cristo Jesús nos advirtió que seguiría sucediendo para probarnos a nosotros mismos quienes somos.

Si damos por hecho la cuenta de 400 sacerdotes en todo el mundo que se ha sabido han traicionado los principios sagrados de la Iglesia Católica y los Mandamientos de la Ley de Dios, contra los más de 400,000 que actualmente existen, el porcentaje apenas representa el 0.01 por ciento. Mientras tanto, en la sociedad a la que pertenecemos, ¿qué porcentaje viola cotidianamente estos mismos Mandamientos? No se vale fustigar a la Santa Iglesia de Jesucristo por la conducta imperdonable de unos cuantos demonios infiltrados en ella.

Así pues, quién esté libre de culpa que dé un paso al frente. Que quede claro que Jesucristo está dentro de aquél que hace la voluntad de su Padre, la voluntad de Dios. La Iglesia Católica es la congregación de los fieles de Jesucristo, la cual fundó e instituyó con el único fin de difundir y predicar su Evangelio como el camino de salvación para la vida eterna. La Iglesia Católica somos todos los que creemos en Jesucristo y en todo lo que dicen los Evangelios sobre Él. Por lo tanto debemos congratularnos de la purificación de nuestra iglesia y que los impostores, apostatas, y usurpadores de la dinastía eclesiástica estén siendo expulsados.

Mañana, segunda parte. 



EEM
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