Internacional - Población

El ejército sirio se lanza a la guerra urbana en Alepo

2012-09-06

Sammy Ketz / AFP

En un apartamento del oeste de la ciudad de Alepo, donde se enfrentan el ejército y los rebeldes, un general sirio mira en su tableta táctil un mapa en Google Earth, donde aparece cada una de las manzanas del barrio de Seif al Dawla.

Posados sobre la mesa de salón están unos talkies-walkies tomados a los rebeldes con los que puede escuchar sus conversaciones, junto a otros aparatos de comunicación para mantenerse en contacto con los oficiales en el terreno.

"Avanza hasta el bloque pero no abras fuego a tu derecha porque he enviado a otro equipo de ese lado para cercarles y no quisiera que les disparáis", lanza el jefe de operaciones para el oeste de Alepo.

Este general de la guardia republicana, una unidad de élite, con aspecto tranquilo, está encargado de una parte de los barrios más difíciles de la ciudad.

"Tenemos que retomar a los terroristas los sectores que controlan y evitar lo más posible destruir la ciudad y tocar a la población civil para que siga de nuestro lado. Hace falta habilidad", explica este oficial superior de 53 años.

En otros frentes, como en Homs (centro), la iniciativa la tomaba sobre todo la artillería y luego la infantería ocupaba el terreno.

Sin embargo, en Alepo, gran metrópolis del norte, el ejército ha lanzado por primera vez una verdadera guerra urbana, donde lucha por cada manzana de viviendas, cada calle, cada rotonda. La artillería, los tanques y los helicópteros solo intervienen como apoyo.

"Estamos divididos en grupos de unos cuarenta hombres extremadamente móviles, con armas automáticas, cohetes antiblindados", explica un coronel en Seif al Dawla.

"Nos enfrentamos a unos terroristas que recurren a francotiradores y a artefactos explosivos. Primero hay que desalojarlos de los edificios y desactivar las bombas para considerar que el terreno está limpio".

Desde el inicio de la revuelta en marzo de 2011, el régimen de Bashar al Asad asimila a los combatientes rebeldes a "terroristas" apoyados por el extranjero.

A esto se añade la guerra de informaciones. Cada bando recurre a los habitantes para espiar al banco adverso. En Sayed Ali, un barrio del centro, tres habitantes la toman con un hombre errante con una bolsa de basura. "Confiesa" rápidamente que trabaja para los rebeldes y para salvar la vida, da de inmediato la posición de sus "comanditarios".

El ejército envió a principios de agosto a la segunda ciudad del país a sus unidades de élite: la guardia republicana para retomar el costado oeste y las fuerzas especiales, para el centro. Estas últimas tomaron hace dos semanas los barrios cristianos de Jdeidé, en la ciudad vieja, y avanzaron hacia la plaza Sayed Ali, que disputan a los rebeldes.

El ejército busca asfixiar a los insurgentes dividiendo la ciudad y bombardeando a diario las líneas de suministro del exterior de la metrópolis.

Afable, el general no duda un segundo de su próxima "victoria". Para él, lo más duro pasó con la toma el 9 de agosto de Saladino y la conquista el sábado de las alturas de Seif al Dawla, dos barrios estratégicos del oeste.

Asegura que queda por conquistar las alturas de Izaa, todavía en manos de los rebeldes, y el barrio de Sukari (suroeste). La ofensiva sobre el este de la ciudad es para más adelante. "Los rebeldes ya no avanzan y el viento sopla ahora a favor del ejército con la reconquista de Saladino".

Construido de forma anárquica con pequeñas callejuelas y edificios de cinco a seis pisos, este terreno ideal para un combate de calle ha sido retomado en una semana por los militares.

Fue en este barrio que los rebeldes se infiltraron al principio. Según un oficial de los servicios de seguridad, muchos llegaron con mujeres e hijos, escondiendo armas y pretendiendo huir de los combates en Idleb (noroeste). "Por piedad, les hemos dejado entrar sin incluso registrarlos".

La otra explicación, es la traición del general Mohamad Maflah, jefe de los servicios secretos militares de Alepo. "Les ha dado las llaves de la ciudad", explica este oficial. El general desertor, que huyó hace dos semanas ante la ofensiva rebelde, parece haber muerto antes de franquear la frontera turca.

Para el general, la explicación es más simple: "les hemos dejado entrar porque es más fácil tenerles en un mismo lugar que correr detrás de ellos por todas partes".

"Eran al menos 7.000, hemos matado a 2.000. Hay sirios venidos del norte y del campo de Alepo pero también muchos son extranjeros: chechenos, turcos, afganos, libios y tunecinos", explica, mostrando papeles de identidad de los turcos.

Este general, que se define como laico, denuncia la "ceguera" de Francia y otros países occidentales que apoyan, según él, los movimientos islamistas en la región. "¿Acaso no entienden que somos el último dique que impedirá a la oleada islamista engullir a Europa?".



KC

Notas Relacionadas

No hay notas relacionadas ...