Reportajes

Hermanos vivieron doble crisis por misiles cubanos

2012-10-22

Ahora el mundo estaba al borde de una guerra nuclear. Castro estaba dispuesto a hacer cualquier...

Por CHRISTINE ARMARIO, AP

MIAMI  — Julio Castro se sentó en la casa de su tío en Miami a ver el mensaje por televisión que daría el presidente John F. Kennedy la noche del 22 de octubre de 1962 para informar que la Unión Soviética estaba construyendo en Cuba bases para lanzar misiles nucleares capaces de alcanzar a casi cualquier ciudad en el hemisferio occidental.

Castro había escapado de la isla caribeña el año anterior y sus padres y hermanos todavía estaban ahí. Se enlistó en el ejército de Estados Unidos en agosto pensando que con la ayuda de una superpotencia, él y el creciente contingente de exiliados en Miami podrían derrotar a los comunistas que habían tomado el control hace casi cuatro años.

Ahora el mundo estaba al borde de una guerra nuclear. Castro estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger a Estados Unidos y liberar a su familia. Matar incluso.

A 144 kilómetros (90 millas) de distancia, su hermano se preparaba para hacer lo mismo.

Sin saberlo uno de otro, Julio y José Castro se enrolaron en el ejército, el hermano mayor con Estados Unidos y el menor con Cuba. Mientras los estadounidenses y soviéticos avanzaban lentamente hacia una catástrofe hace 50 años este mes, un hermano se mantuvo en las trincheras observando a las tropas soviéticas instalarse a las afueras de La Habana, mientras el otro esperaba órdenes en Miami.

Los dos sabían bien lo que hubiera pasado si Kennedy hacía caso al llamado de algunos asesores de invadir Cuba.

Y cada uno sabía su papel.

"Guerra es guerra", dice Julio Castro, ahora de 71 años.

Cuando se trata de esto, "le disparas al enemigo", comenta su hermano, de 69 años.

En su casa en Cuba hubo alegría y descontento cuando Fidel Castro —que no es pariente de ellos— y los revolucionarios marcharon triunfantes por La Habana y tomaron el control del gobierno en 1959. Su padre, que estudió filosofía, simpatizaba con las ideas del socialismo. Pero su madre se sobresaltaba por las ejecuciones de ex oficiales del gobierno de Fulgencio Batista.

Lo mismo sentía su hijo mayor.

"Cubanos matando cubanos, eso no está bien", pensaba Julio Castro.

José Castro también estaba comenzando a tener su propia conciencia política. Dejó la escuela católica después de unirse a un grupo revolucionario y su padre le encontró trabajo en una fábrica de ropa. Ahí, hablando con los obreros, fue donde comenzó a ver otro lado de la vida en Cuba: la situación apremiante y explotación de las clases bajas.

"Era un mundo que no conocía", recuerda.



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