Internacional - Economía

Con Narendra Modi, llegan aires de cambio para los negocios en India

2014-05-19

El viernes, el partido oficial, que ha gobernado India por casi la mayor parte de los...

Geeta Anand y Gordon Fairclough, The Wall Street Journal

Hace unas semanas, en el distrito remoto de Bikaner, en el desértico estado de Rayastán, el mayor del noreste de India, cuatro jóvenes que almorzaban en el restaurante Karan, al pie de la carretera, decía que estaban listos para un cambio.

Con el auspicio del gobernante Partido del Congreso, el estado ha puesto en marcha un nuevo programa para ofrecer medicinas gratuitas a sus residentes. Los hombres, a pesar de halagar el proyecto, dijeron que apoyaban a Narendra Modi y su Partido Bharatiya Janata (PBJ) porque querían un futuro lleno de empleos y crecimiento económico, no más limosnas del gobierno.

El viernes, el partido oficial, que ha gobernado India por casi la mayor parte de los últimos 67 años, fue desplazado por Modi, un político carismático de raíces hindúes y una agenda pro empresas, quien fue elegido como primer ministro. El PBJ se habría quedado también con más de la mitad de los 545 escaños en la cámara baja del Parlamento, según la Comisión de Elecciones de India.

El triunfo contundente de Modi marca un importante punto de quiebre en la historia postcolonial de la mayor democracia del mundo. Durante la mayoría de los 67 años desde que India se independizó de Gran Bretaña, el curso del país ha estado dirigido por la familia de Jawaharlal Nehru, el debutante primer ministro del país. Tras su muerte, su hija, Indira Gandhi, asumió el timón del Partido del Congreso y ejerció como primera ministra. Luego, sus hijos y nietos y otros miembros de la familia, con algunas interrupciones, han compartido el poder desde entonces.

Tras haber sido acusado por sus detractores de dividir India en bandos religiosos después de enfrentamientos fatales en 2002 entre hindúes y musulmanes, Modi terminó uniendo a su país con la promesa de progreso y una visión de una India sólida y preparada para sacar provecho de una oportunidad económica.

"Es nuestra responsabilidad sacar a todos adelante", dijo Modi en un discurso de victoria delante de una multitud estridente en su distrito de origen en el estado de Guyarat, del cual ha sido gobernador. Prometió un gobierno libre de favores políticos y comprometido con la inclusión.

Los votantes de diferentes castas y regiones, zonas rurales y urbanas, la clase media y aquellos que quieren pertenecer a la clase media, todos salieron a votar por Modi. "Es un gran cambio. Es el comienzo de una generación post-ideológica, no de centro izquierda", dice Shekhar Gupta, editor general del periódico Indian Express. "Se trata del ascenso de indias interesados más en sí mismos. Tienen aspiraciones, y comparten su impaciencia".

La impaciencia se ha acrecentado en años recientes a medida que la economía de India se ha desacelerado. Las tasas de crecimiento alcanzaron su punto más bajo en una década en 2013 y han sido decepcionantes este año, un marcado revés del crecimiento sólido de entre 2003 y 2011, que elevó las esperanzas de los indios de que al fin había llegado la hora de su desarrollo. Las acusaciones de corrupción y la incapacidad del partido del Congreso de diseñar un plan para revertir la desaceleración económica han elevado la frustración de la población y alimentado el descontento. Una reciente encuesta del Centro de Investigación Pew encontró que 70% de los indios no estaban satisfechos con la dirección de su país.

India es más pobre y menos industrializada que sus vecinos en el este de Asia. Y sus ciudadanos están cada vez más cansados de su retraso. Están cansados de que la mitad de sus hogares no tienen desagüe. Están cansados de que muchos no están conectados a la red eléctrica. Están cansados de que es muy difícil asistir al colegio y obtener buenos trabajos.

Se irritan al ver que China y otros países en desarrollo están "kilómetros adelante en cosas tan básicas y necesarias como infraestructura", dice Ashish Anant, un consultor de gerencia de 24 años en Nueva Delhi. "Llevar electricidad, carreteras y agua a cada hogar puede ser una tarea tan hercúlea", señala.

Anant dice que votó a favor de Modi porque: "Es un ejecutor".

Con el liderazgo de Modi, India pasará de depender de programas de subsidio cada vez más extensos para ayudar a los pobres a hacer de la creación de empleos y del crecimiento económico sus principales herramientas de desarrollo. Pero dejar atrás programas de izquierda como panacea de los problemas de India no significa que estos se acabarán. Es poco probable que Modi deshaga sustancialmente cualquiera de los programas de subsidio de los que dependen millones de habitantes para obtener empleo y alimento. Aun así, el principal eje de su gobierno seguramente dejará de fortalecer la red social para incentivar el crecimiento empresarial.

Bajo el Partido del Congreso, algunos de los mayores proyectos industriales de India se paralizaron. Una planta siderúrgica de US$12.000 millones propuesta por el desarrollador surcoreano Posco fue pospuesta en 2010 después de que habitantes de la zona se opusieran, a pesar de que el proyecto ya había recibido la aprobación de las autoridades medioambientales. Habría sido la inversión extranjera directa más grande de la historia de India. Los planes mineros de la empresa británica Vedanta Resources corrieron la misma suerte tras la oposición local.

El hasta ahora partido oficial muchas veces ha parecido impotente a la hora de negociar compromisos, lo que ha obstaculizado proyectos industriales y de infraestructura vitales para el crecimiento de India. En 2010, a medida que el país luchaba por llenar necesidades de infraestructura, el ministerio de Acero del país estimó que proyectos del sector valorados en más de US$80.000 millones habían sido pospuestos por problemas de adquisición de tierras y permisos medioambientales.

Por el contrario, el gobierno de Guyarat, bajo Modi, parecía capaz de eliminar la burocracia para permitir que empresas construyeran fábricas y se expandieran. El caso más famoso involucra uno de los conglomerados más grandes de India, Tata Group, que adquirió terrenos en Bengala Occidental para construir una fábrica para producir su nuevo auto ultra barato Nano. El gobierno del estado, sin embargo, retiró su apoyo a la planta en 2008, por protestas de agricultores. Modi cortejó personalmente a la administración de Tata y persuadió a la empresa de que mudara el proyecto a Guyarat. La velocidad con que Tata pudo adquirir el terreno y construir la planta para el Nano en ese estado convirtió al legendario ex presidente ejecutivo de Tata Group, Ratan Tata, en un partidario de Modi.

Tata está lejos de ser el único líder empresarial en elogiar a Modi por la facilidad de obtener permisos para abrir negocios y adquirir tierras en su estado. Duravit India, una división de la alemana Duravit AG, construyó una fábrica de azulejos y lavaderos en Guyarat en 2010. Ashutosh Shah, director gerente de la división india, dijo en ese entonces que estaba impresionado por el proceso: "Fue un proceso 100% libre de corrupción. Tienes que vivirlo para creerlo".

El fabricante canadiense de aviones y trenes Bombardier, que ganó un contrato de US$650 millones para fabricar vagones de la nueva red del metro de Nueva Delhi, ubicó su planta de producción en un parque industrial en Guyarat tras considerar varias opciones. Después de empezar a negociar con Guyarat en agosto de 2007, Bombardier obtuvo un terreno de 20 hectáreas en cuestión de semanas. La construcción de su planta fue una de las más rápidas de la historia de la empresa, dijo un ejecutivo de la empresa.

Los impuestos son otro tema. Vodafone ha estado enfrentada con Nueva Delhi por años por un cobro de impuestos por más de US$2.000 millones. Después de que la Corte Suprema de India decidió que la compañía no tenía que pagar, el gobierno cambió sus leyes para permitir de manera retroactiva el cobro del impuesto. Otras grandes empresas se encuentran en disputas similares en India, incluidas AT&T, la cervecera SABMiller y Nokia.

El partido de Modi dice que la actitud del gobierno en esas disputas, que dieron pie al término "terrorismo impositivo" durante su campaña electoral, ha contribuido a la imagen del país como un lugar arbitrario y hostil para hacer negocios. "Nuestra política impositiva involucrará la simplificación y la racionalización", dijo Arun Jaitley, líder del PBJ, a reporteros en la capital india al principio de la campaña. "No habrá sorpresas".

Modi y el equipo de PBJ se definen como pro negocios, pero esto debe ser interpretado en el contexto indio. Los analistas creen que las grandes reformas, como cambiar leyes laborales para permitir que las compañías contraten y despidan más fácilmente o lleven a cabo privatizaciones de gran escala, son poco probables. El PBJ se opone a la inversión extranjera en las grandes cadenas minoristas. Un vocero del partido dijo el viernes que no abrirían "las represas inmediatamente".

Dicho eso, Modi tendrá fuerte presión para impulsar la economía y enfrentará la ira de los votantes si no lo logra. Atraer más inversión extranjera, al menos en otros sectores, será una manera de hacerlo.

La promesa de Modi de días mejores resonó especialmente con la gente joven, en India rural y también urbana. Alrededor de 100 millones de nuevos votantes se registraron por primera vez este año, y muchos de ellos de entre 18 y 24 años, dijo la Comisión de Elecciones.

El creciente desdén por el Partido del Congreso alrededor del país se hizo evidente en los resultados del viernes, una derrota tan contundente que algunos analistas predicen que significará el fin de décadas de la familia de Nehru de dominio de la política india.

"Es una rebelión en contra del sentimiento de derecho", dice Gupta, editor del Indian Express, según la percepción no solo "de que la gente en poder no asumió ninguna responsabilidad" pero también en contra de la visión del partido del Congreso de que la mejor manera de que India progrese era a través de programas del gobierno para los pobres.

Aun así, limpiar la corrupción e impulsar el crecimiento no serán tareas fáciles en un país tan inmenso como India, dice Sudheendra Kulkarni, quien trabajó como redactor de discursos para el primer ministro Atal Bihari Vajpayee, del PBJ.

Las expectativas de los votantes son tan altas que Modi perderá apoyo rápidamente si surge un escándalo de corrupción bajo su mando, dijo Kulkarni. "Es un político inteligente, así que hará todo lo que pueda para proyectar la imagen de que está combatiendo la corrupción", dice Kulkarni. "Pero será muy difícil lograrlo".

Podría no ser el fin del partido del Congreso tampoco, el que antes ya ha perdido el favor de la población para luego recuperarla.

En medio de una disputa religiosa en 1996, Congreso perdió las elecciones y el primer gobierno del PBJ fue instaurado. Pero el PBJ, aunque ganó la mayoría de los escaños del Parlamento en la elección, no tenía una mayoría clara y necesitaba de otros partidos para mantenerse en poder. Tres distintos gobiernos surgieron y cayeron en los tres años siguientes.

En 1999, el PBJ volvió al poder y permaneció en él por un periodo completo de cinco años. El partido destacó su imagen nacionalista y de línea dura para realizar pruebas nucleares, en un desafío a Estados Unidos y sus aliados. El partido hizo presión a favor de un programa de liberalización económica que empezó Congreso, y al que en principio el PBJ se oponía.

A pesar de la economía creció bajo el PBJ, Congreso regresó al poder en 2004 con Sonia Gandhi, la viuda del ex primer ministro Rajiv Ganhi, que fue asesinado en 1991, al frente. Manmohan Singh, un arquitecto clave de reformas económicas, se convirtió en premier.

Durante el primer término de Congreso, la economía floreció. Pero la economía global se desaceleró en 2009 y 2010, y el partido pasó apuros. No tenía una clara mayoría en el Parlamento y muchos de sus socios de la coalición se opusieron a una liberalización adicional para impulsar el crecimiento.

Congreso duplicó los programas sociales, promulgó una ley para garantizar granos de bajo costo a una importante proporción de los 1.200 millones de habitantes de India y elevó los precios que el gobierno o las empresas debían pagar para adquirir tierras.

Cuando fue momento de otra campaña electoral, el hijo de Gandhi, vicepresidente del partido del Congreso, Rahul Gandhi, fue designado para liderar la carrera. Pero Gandhi prefiere jugar un papel más tras bambalinas en el partido y usualmente parece ser un político reacio. Al final, no logró encender la pasión de los votantes.

Fue un marcado contraste con Modi, cuyo carisma ha ayudado a crear un culto de adoración alrededor de él. Relatos de su valentía son contados en un libro de cómics que lo muestra nadando en aguas infestadas de cocodrilos para plantar una bandera en lo alto de un templo hindú. Sus simpatizantes usualmente usan máscaras con su rostro y lo alaban con vivas que usualmente son reservadas para dioses hindúes.

"Queremos empleos y una buena economía", dice Lalit Ramavat, quien es dueño del restaurante Karan en Bikaner y quien le dio su voto a Modi. Ramavat dijo que le puso a su perro Manmohan en honor a Singh, el primer ministro del partido del Congreso. "El perro no ladra", explicó.

De todos modos, el partido del Congreso sentó las bases del cambio histórico en la política india al ayudar a crear una nueva clase aspirante que ahora ha optado por el cambio. A medida que India pasa la página, al menos por ahora, la dinastía Nehru que ha dominado por tanto tiempo su vida política, el país rechaza la corrupción y burocracia arraigadas que han frustrado a todos, desde altos industriales hasta trabajadores de a pie, y frenado el crecimiento.

Modi hereda un país que ha perdido la paciencia con sus líderes. Queda por ver si él y el PBJ pueden cambiar su propia imagen. Pero claramente están decididos a intentarlo, y tratar de cambiar a India no solo por un ciclo electoral sino por años a futuro.

 



EEM

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