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La reforma inmigratoria no puede esperar

2014-06-19

Como otros que quieren una reforma inmigratoria amplia, me preocupó que la pérdida de...

Rupert Murdoch, The Wall Street Journal

Cuando me enteré de que el líder de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Eric Cantor, había perdido las elecciones primarias republicanas, me puse muy triste. No simplemente porque creo que es un miembro del Congreso inteligente y talentoso, o porque me preocupaba el futuro del Partido Republicano.

Como otros que quieren una reforma inmigratoria amplia, me preocupó que la pérdida de Cantor fuera malinterpretada e hiciera que el Congreso estadounidense fuera renuente a afrontar esta necesidad urgente. Esa sería la lección equivocada y una consecuencia nacional no deseable de este resultado electoral local y aislado.

La gente busca liderazgo: aquellos que creen en algo y ofrecen una visión sobre la forma de llevar a EE.UU. hacia adelante y lograr que nuestro país siga siendo competitivo económicamente. Una de las formas más inmediatas de revitalizar nuestra economía es aprobar la reforma inmigratoria.

Elegí venir a EE.UU. y convertirme en ciudadano porque EE.UU. era —y sigue siendo— el país más libre y emprendedor del mundo. Nuestra historia está definida por personas cuyo carácter y cultura han sido moldeados por la ambición, la imaginación y el trabajo duro, junto con un sueño de una vida mejor.

¿Se complica la idea de una reforma inmigratoria por el hecho de que algunos inmigrantes salieron del sistema legal para estar aquí? Sí. Se complica aún más por el temor que tienen algunos estadounidenses, naturalmente, por la forma en que la población cambiante podría también transforma nuestra cultura, comunidades y circunstancias económicas.

Bueno, por supuesto que la inmigración significa cambio. Los inmigrantes enriquecen nuestra cultura y contribuyen a nuestra prosperidad económica.

No hace falta que crea en la palabra de un inmigrante. La Sociedad para una Nueva Economía Estadounidense, un grupo bipartidista de líderes políticos y de negocios, reporta que personas que se mudaron aquí desde otros países o sus hijos fundaron más de 40% de las empresas estadounidenses en la lista de la revista Fortune 500, compañías que en conjunto emplean a millones de personas.

¿Les gustaría realmente a los estadounidenses que Google, eBay, Pfizer o Home Depot tuvieran su sede central en Europa del Este o en China en lugar de EE.UU.? Ya sea una empresa de tecnología prominente o una pequeña compañía que emplea a sólo 10 personas, 28% de todas las firmas estadounidenses nuevas en 2011 fueron fundadas por inmigrantes. Esas son las personas emprendedoras que queremos seguir atrayendo hacia nuestra economía.

No creo que la gente venga a EE.UU. a quedarse de brazos cruzados. La gran mayoría de los inmigrantes estadounidenses trabajan duro y son personas orientadas a la familia y con valores sólidos. Llegan aquí desde muchos lugares distintos por una creencia común: que esta es aún la tierra de las oportunidades para quienes están dispuestos a trabajar duro.

Debemos darles a esos individuos que ya están aquí —luego de que se sometan a revisiones de antecedentes para asegurarse de que no sean criminales peligrosos— un camino a la ciudadanía, para que puedan pagar todos sus impuestos, ser contabilizados, y convertirse en miembros más productivos de nuestra comunidad.

Luego, necesitamos deshacernos del límite para las visas H-1B, que es arbitrario y tiene como consecuencia que empresas estadounidenses tengan problemas para encontrar los trabajadores altamente calificados que necesitan para seguir creciendo. Ya sabemos que la mayoría de las solicitudes de estas visas son para ingenieros de sistemas, donde hay una escasez de candidatos estadounidenses. Pero nos frenan las objeciones de los bien financiados sindicatos que creen erróneamente que si mantenemos la innovación alejada de EE.UU., de alguna forma nada cambiará. Se equivocan, y francamente son tan culpables de nuestro punto muerto en este tema como los nativistas que ponen el grito en el cielo sobre la amnistía.

Si en serio queremos hacer avances en nuestro futuro económico y generar crecimiento de empleos en EE.UU., entonces debemos darnos cuenta de que es suicida sugerir cerrar nuestras puertas a los emprendedores del mundo, o peor, seguir con las deportaciones a gran escala.

Eso no quiere sugerir que no necesitemos hacer un trabajo mucho mejor para asegurar nuestra frontera. La seguridad fronteriza debería ser una parte integral de nuestra solución general, y no deberíamos desestimar las preocupaciones de los estados que están teniendo problemas para afrontar las consecuencias de la continua inmigración ilegal.

Algunos políticos y expertos sostendrán que este no es el momento para presentar una reforma inmigratoria al Congreso, que asustará a una fuerza laboral ya ansiosa y alentará a candidatos más extremos, especialmente en la derecha. Quizás tengan razón sobre la política a corto plazo, pero están totalmente equivocados sobre los intereses a largo plazo de nuestro país.

Quizás, como alguien que llegó aquí como inmigrante, tengo más fe en la compasión y la fortaleza de los estadounidenses, y en su capacidad de rechazar visiones extremas de cualquier lado del espectro político. O quizás, como empresario, aprendí que rara vez hay un buen momento para llevar a cabo las cosas difíciles.

Por eso me complació ver al senador Rand Paul y a Grover Norquist, presidente del grupo Estadounidenses para la Reforma Fiscal, incrementar sus esfuerzos de presión a favor de una reforma inmigratoria.

El presidente Barack Obama ha mostrado una sabia moderación a pesar de la presión de la izquierda para que actúe, reconociendo que un enfoque bipartidista en un tema tan enorme sería lo mejor. ¿Recuerdan el plan de salud ObamaCare?

Sin embargo, si el Congreso no logra siquiera intentar sostener este importante debate, el presidente podría sentirse tentado a actuar a través de una orden ejecutiva. Espero que no llegue a ese punto, considerando la furiosa tormenta política que causaría.

Entonces, con mayor razón, hay que reconocer que los hechos están del lado de la reforma, y las sociedades democráticas no avanzan cuando nuestros funcionarios electos solo hacen acto de presencia.



ROW

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