Internacional - Población

El gobernador de Misuri moviliza a la Guardia Nacional

2014-08-18

La decisión llega también a las pocas horas de que el diario The New York Times...

JOAN FAUS, El País

Tras la peor noche de disturbios en Ferguson, el gobernador del Estado de Misuri, Jay Nixon, ordenó este lunes el despliegue de tropas de la Guardia Nacional (la milicia del Estado) para asistir en las tareas de vigilancia de las protestas que sacuden este suburbio de San Luis desde la muerte, hace nueves días, de un joven negro desarmado por varios disparos de un policía blanco. El suceso ha desatado las mayores protestas raciales en casi un siglo en esa localidad del Medio Oeste de EE UU, poblada mayoritariamente por negros, que acusan a la policía, casi exclusivamente blanca, de actuar frecuentemente con racismo.

El gobernador demócrata justificó que el despliegue de la Guardia Nacional busca "restaurar la paz y el orden" en la pequeña localidad tras una noche de "ataques violentos deliberados, coordinados e intensificados a las vidas y propiedades" de Ferguson. "Estos actos violentos suponen un perjuicio a la familia de Michael Brown -el joven fallecido- y su memoria, y a la gente en esta comunidad que aspira a que la justicia sea servida y a sentirse seguros en sus propias casas", señaló en un comunicado.

La decisión llega también a las pocas horas de que el diario The New York Times revelara los resultados preliminares de la autopsia independiente del cuerpo de Brown encargada por su familia a un reconocido forense. El examen certifica que el joven recibió seis disparos a media distancia, dos de ellos en la cabeza. La muerte de Brown sigue rodeada de incógnitas: la policía asegura que el joven atacó al agente que lo mató, pero el chico que lo acompañaba sostiene que fue tiroteado cuando había alzado sus brazos. En paralelo, el Departamento de Justicia de EE UU anunció el domingo que hará otra autopsia a petición de la familia, que desconfía de la que hizo la policía del condado.

El presidente estadounidense, Barack Obama, se reunirá el mediodía de este lunes en la Casa Blanca con el fiscal general, Eric Holder, para analizar la situación en Ferguson. La reunión estaba prevista desde el domingo. Obama criticó la semana pasada los excesos policiales y ordenó una investigación paralela del fallecimiento, que llevan a cabo el Departamento de Justicia y una cuarentena de agentes del FBI.

Las autoridades establecieron a partir de la medianoche del domingo la segunda madrugada con toque de queda en la ciudad con el objetivo de evitar los saqueos a locales comerciales de la noche del viernes. El sábado un pequeño grupo rechazó abandonar las calles a partir de la hora fijada, pero el domingo los disturbios empezaron mucho antes de medianoche.

Como cada tarde y noche anterior desde la muerte de Brown, el sábado 9, cientos de personas se concentraron el domingo para pedir "justicia" en la desangelada avenida comercial, cercana a la calle residencial en la que fue tiroteado el chico y que es el epicentro de la movilizaciones. Sin embargo, lo que mantenía el tono pacífico, festivo y familiar de las protestas de tardes anteriores viró dramáticamente alrededor de las 20:25 hora local cuando se oyeron disparos entre los manifestantes, según la policía. Al poco, aseguran las autoridades, un grupo de manifestantes empezó a lanzar cócteles molotov a los agentes y a saquear establecimientos.

La policía, que iba equipada con escudos y máscaras de gas, respondió con el lanzamiento de botes de gas lacrimógeno y bombas de humo para dispersar a los manifestantes, entre los que había familias con hijos. Algunos testimonios citados por medios locales denuncian que el lanzamiento de gases estaba injustificado por la situación en el momento.

Según las autoridades, tres personas fueron heridas de bala, que no fueron disparadas por la policía. Los agentes detuvieron a siete personas por rechazar dispersarse. El capitán de la policía estatal de autopistas Ron Johnson -encargado desde el jueves de supervisar las protestas- aseguró que los ataques estaban organizados, que los "agresores" trataron de infiltrarse entre los agentes y justificó el lanzamiento de gases porque dichos individuos hicieron caso omiso a la orden policial de que recularan.

"Los actos coordinadores fueron actos criminales diseñados premeditadamente", dijo Johnson en declaraciones a la prensa. "No tuve otra alternativa que elevar el nivel de nuestra respuesta". El gobernador Nixon afirmó en su comunicado que "muchos" de los manifestantes no son residentes de Ferguson, dando a entender que los disturbios están atrayendo a personas que solo buscan enfrentarse con la policía.

La decisión de desplegar a la Guardia Nacional supone un retorno a la militarización en la respuesta a las protestas. En los primeros días de movilizaciones, el robusto despliegue de la policía local y del condado -con vehículos blindados y agentes de estética militar con rifles y equipados con gases lacrimógenos- exacerbó los ánimos de parte de los manifestantes que cortaban pacíficamente cada tarde y noche la mencionada avenida comercial.

Tras declarar que parecía una "zona de guerra", el gobernador Nixon decidió el jueves traspasar la supervisión de las protestas a la policía estatal de autopistas. La nueva estrategia la encabezó un mando afroamericano con una actitud muy distinta: habló con los manifestantes y redujo notablemente la presencia policial. El giro conciliador tuvo un efecto apaciguador inmediato y la noche del jueves no registró incidentes y fue un acto de reivindicación festivo, familiar y pacífico en honor a Brown.

Sin embargo, la decisión al día siguiente de la policía local de difundir unas imágenes de Brown participando en un supuesto robo antes del tiroteo y de admitir que no guardaba relación con su muerte, volvió a encender los ánimos entre los manifestantes, que lo consideraron una táctica para alejar el foco del agente que lo disparó.

Tras la divulgación de las imágenes -una decisión criticada por la policía estatal de autopistas y el gobernador-, volvieron la noche del viernes los saqueos a establecimientos, que ya habían ocurrido el domingo anterior. La primera tienda a ser saqueada fue la del supuesto robo. Al día siguiente, Nixon establecía el estado de emergencia con el primer toque de queda, que se saldó con siete detenidos, un manifestante gravemente herido de bala por otro civil y un limitado lanzamiento de gases lacrimógenos para rescatar al herido, según la policía.

 



EEM

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