Policrato Philodemos

¿Ciudadanos… o súbditos ?

2014-12-18

Que al ciudadano lo tratan como vasallo (súbdito de una monarquía absoluta), y no...

Almirante Manuel Rodríguez Gordillo

"El eterno dilema entre gobernantes y gobernados"

"Todo aquel que agache la cabeza,
siempre encontrará a alguien que
lo confunda con ganado y le cuelgue
un cencerro en el pezcuezo"

Tal parece que los refranes  que corren de boca en boca cotidianamente por el pueblo para definir situaciones, gentes, y cosas, son categóricas y encierran el poderoso conocimiento popular y el folclor arcano, así como las experiencias y sabiduría popular e histórica de los pueblos, que en lenguaje culto se les conoce como aforismos o apotegmas, de los que siempre existirá uno, o más, para cada situación que se presente.

Lo anterior viene a mi mente cuando observo el comportamiento presuntuoso de los "mandones" que deciden por nosotros desde los puestos del gobierno, que me recuerdan (como si fuera un "caso de "libro") el siguiente apotegma… "El poder marea a los débiles de carácter, atontándolos"… ignoro si esta frase tiene autor conocido, o es de las llamados populares y anónimas, pero resulta más que evidente como enseñanza que retrata a la mayoría de quienes nos gobiernan, ya que descansa en un profundo conocimiento de la naturaleza humana.

Como ejemplo que confirma la verdad que encierra la frase aludida, puedo señalar los diversos acontecimientos que hemos estado viviendo en la ciudad y puerto de Veracruz y en su zona conurbada, durante la última quincena del mes de Noviembre y la primera de Diciembre de este año 2014 que ya termina, durante los eventos realizados con motivo del los juegos Panamericanos y del Caribe, a los que siguieron la reunión de jefes y representantes de estado de los países hispanoamericanos y de la península ibérica,  con motivo de la XXIV Cumbre Iberoamericana, eventos a los que se sumó el desfile anual que organiza la compañía refresquera coca cola, y que remataron con los tempraneros "Papaquis" pre carnavalescos, mismos que en vez de haber traído cierto regocijo y orgullo a los lugareños y ciudadanía en general, provocaron el disgusto de la población, que se sintió agredida y sumida en múltiples caos viales absurdos, cierres estúpidos (por la falta de sentido de los mismos), a la circulación peatonal en las calles de numerosas zonas residenciales y comerciales, provocando pérdidas económicas al comercio aledaño, motivando también largos retardos y los consiguientes descuentos de salarios a los trabajadores que llegaron tarde a sus empleos, ya que fueron obligados a efectuar grandes rodeos para cruzar supuestas e ilógicas áreas de "seguridad", motivando el enojo ciudadano y las consiguientes y bien ganadas maldiciones a la autoridad, que los trató como si fueran súbditos de una monarquía despótica y absoluta, todo ello debido a la prepotencia e ineptitud de los encargados de la organización, que evidenciaron una profunda ineptitud para planear e incapacidad para coordinar a los diversos responsables del operativo, que más que de seguridad parecían de desprecio y de burla autoritaria hacia los ciudadanos, bajo el argumento de que "eran medidas de seguridad", claro que según la interpretación troglodita de "seguridad" que tienen los retrasados mentales que la implementaron, siendo lastimosamente analfabetas en el tema.

En el caso de la compañía refresquera (principal culpable de la obesidad en México, con su mercadotecnia engañosa), algún funcionario municipal le permitió invadir completamente tres calles céntricas de la avenida Hernández y Hernández (zona residencial con numerosos vecinos), que utilizó como estacionamiento, para un ¿"Desfile"? de promoción mercadotécnica, que además fue de muy deplorable mal gusto.

Durante su permanencia estacionada, el personal de la refresquera de marras, auxiliada por la policía, abusó totalmente del fuero que indebidamente le concedieron cerrando las vialidades con vallas metálicas, e impidiendo, de facto, la salida de vehículos de las cocheras de los domicilios, y en alarde de prepotencia agrediendo al vecindario haciendo pruebas estridentes de los equipos de sonido (superaron los 160 decibeles que es lo máximo autorizado clínicamente y por el reglamento municipal, que es de 70 decibeles para proteger la salud), sin que hubiera autoridad alguna que lo impidiera, y menos aún que los sancionara.

La experiencia descrita anteriormente sufrida por la ciudadanía puso en evidencia los comportamientos cavernarios que padecemos, por parte de quienes gobiernan y que nos impiden alcanzar como país, el llegar a ser una verdadera democracia participativa, con un gobierno responsable y respetuoso de sus gobernados, como son los siguientes tres parámetros indispensables para alcanzar dicha situación civilizada:

1.- Que la ciudadanía se encuentra en un estado de indefensión ante la insensibilidad de las autoridades, quienes además de ineptas han demostrado despotismo y desprecio hacia la ciudadanía, expidiendo "ucases" violatorios de las garantías fundamentales de sus gobernados, y de la armonía social de la entidad que gobiernan.

2.- Que al ciudadano lo tratan como vasallo (súbdito de una monarquía absoluta), y no como persona digna de respeto y a quienes le deben el cargo y salario como servidores públicos.

3.- Que en México parece ser costumbre añeja de las autoridades (de todos los niveles de gobierno), no planear los operativos y si tomar decisiones viscerales e improvisadas sin consultar a quienes van a ser afectados por ellas, ya sea que lo hagan por ignorancia, por incapacidad profesional, o por desprecio a sus gobernados y a sus derechos.

Solamente queda esperar que el pueblo en general tome conciencia de lo anterior y les pase la factura a estos aprendices de tiranos, enviándolos al basurero de la política en las próximas elecciones.



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