Trascendental

La Idiología del Carisma

2015-07-18

Cuanto más se apeguen a los principios y normas, más gracias se producirán...

Autor: German Sanchez Griese

Cuanto más se apeguen a los principios y normas, más gracias se producirán según el esquema que ellos manejen

La Idiología del Carisma o el porqué de la manipulación en el ejercicio de la autoridad

¿Qué es una ideología?

Debemos hacer un pequeño repaso de la Filosofía para entender cómo nace la manipulación en la vida consagrada. Nace porque quienes están encargados del gobierno o la formación hacen del carisma una ideología en lugar de tomarlo como lo que es, una gracia de Dios en forma de una experiencia del espíritu. "El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. test. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne"1.

La Filosofía nos dice que el hombre puede conocer la verdad a partir de la realidad. Debemos partir del hecho de que el hombre puede conocer la realidad a través de los juicios que de ella establece. "En cada juicio – verdadero o falso – admito, subrayo, reconozco ciertas verdades, al menos estas tres que analizamos: la verdad del ser (hay algo), la verdad del principio de no-contradicción (lo que es, es de un modo determinado, inteligible, capaz de ser conocido), y la verdad de la propia existencia (yo soy y conozco)"2. Esos juicios podrán ser falsos o verdaderos según se adecuen o no a la verdad de las cosas de las que emite el juicio.

Ahora bien, la verdad se encuentra en la realidad de las cosas, y no en la idea que nos hacemos de la realidad de las cosas. En este diferencia se encuentra precisamente la diferencia entre una verdad y una ideología. Si Cristo ha podido decir "Yo soy el camino, la verdad y la vida", es precisamente porque el es la verdad misma. Hay una perfecta coincidencia entre lo que El es y lo que es la verdad. Sin embargo esto no sucede en el hombre. Muchos son los aspectos que pueden entorpecer o desfigurar en el hombre el acceso que el tiene a la verdad a partir de la realidad. En primer lugar están las desfiguraciones de la realidad debido a la percepción que tiene de la misma. La realidad nos llega a través de nuestras percepciones sensoriales. Algunas veces estas percepciones sensoriales están deterioradas porque el órgano que lo percibe no está sano, o porque el medio por el que se transmite la percepción no es el adecuado. Pensemos por ejemplo en una persona con el defecto visivo de la miopía. A una cierta distancia verá las cosas nubladas, como si fuera una pintura impresionista. Y no es que la realidad sea desdibujada, lo que sucede es que el órgano de recepción está enfermo. O una persona con ojos sanos que entra a un cuarto oscuro, no logra determinar con precisión la formas de las cosas que se encuentran en ese cuarto. Y no es que las cosas no tengan una forma precisa. Lo que sucede es que el medio por el cual se transmiten las sensaciones visivas, la luz, en el caso del cuarto oscuro no se encuentra presente o está en una forma inadecuada para la adecuada visión de las cosas. También puede ser que una persona no vea los rayos ultravioleta y no precisamente porque los rayos ultravioletas no existan, sino porque estos rayos no son proporcionados al grado de capacidad de visión que tienen los ojos humanos.

Y esto que hemos dicho de los objetos materiales, también lo podemos aplicar a los objetos mentales. Podemos conocer los objetos mentales que se presentan a nuestra inteligencia de la misma manera que conocemos los objetos que se nos presentan a nuestros sentidos, siguiendo las pistas que nos da la Gnoseología. Puedo conocer la realidad extramental a través de los juicios que mi mente hace de las realidades mentales que se me presentan. En un caso serán los sentidos de la percepción física los que debo aplicar para conocer los objetos sensibles y así establecer la posibilidad de conocer la verdad a través de los juicios que realizo. Por otro lado, aplicando los sentidos de la mente a las realidades no sensibles, también estaré en grado de conocer la verdad de esos objetos no sensibles.

La adecuación de la verdad a la percepción es lo que en Gnoseología se llama la certeza. Y esta se da tanto para los objetos sensibles como para los no sensibles. Tenemos certeza de algo cuando en nuestro juicio que hacemos del objeto sensible o mental no nos cabe la menor duda que así es. "Analicemos por un momento nuestra experiencia cognoscitiva. Nuestra inteligencia acepta y acoge lo que ve como verdadero, es decir, como idéntico al estado real de las cosas. Hasta que no esté segura de que algo es así como lo piensa, no emite un juicio definitivo. Quizás estoy en mi cuarto estudiando felizmente gnoseología. Me da la impresión, por el ruido, de que está lloviendo ahí fuera, pero no estoy seguro. Miro por la ventana: veo que, efectivamente, está lloviendo (será mejor entonces seguir estudiando que salir de paseo). Mi inteligencia, entonces, se decide a afirmar con decisión: "Llueve". Vemos a lo lejos una silueta; dudamos si se trata de un maniquí o de una persona de carne y hueso. Nos acercamos. Sólo cuando vemos con claridad de qué se trata, afirmamos: "Es un maniquí" o "una persona". Lo mismo nos sucede con objetos no sensibles. A veces me pregunto si resulta más conveniente realizar esta actividad o la otra, utilizar este medio o el otro para alcanzar un fin; una vez que delibero y "veo" con cierta nitidez qué es lo mejor, hago el juicio correspondiente. ¿Qué es entonces lo que determina que el intelecto juzgue esto o lo otro como verdadero? Precisamente el hecho de percibir lo que es. En otras palabras, la evidencia objetiva, la percepción de las cosas como son, es la norma universal permanente para conocer y reconocer la verdad de los propios juicios"3.

Es verdad que la mente no está siempre en posibilidad de emitir un juicio con toda certeza. Entonces tenemos lo que se llaman los diversos estados de la mente con relación a la verdad. Estos estados pueden ser el error, la duda, la opinión o la fe. "El error, entonces, consiste en la disconformidad o falta de adecuación entre la realidad y la mente. Es un defecto, una deformidad, una "enfermedad" de la mente, que impide su curso natural para alcanzar la verdad. (…). Uno yerra cuando se deja llevar por las apariencias, o sea, por el modo como algo se presenta, escondiendo parte de la realidad"4. El hombre tiende naturalmente a la verdad, pero cuando no logra percibir la verdad tal como es, no es culpa suya, sino de la forma en que se presenta dicha verdad. Habiendo estudiado ya algunos casos de manipulación estamos en grado de decir que la persona que sufre la manipulación muchas veces cae en el error no por culpa propia, sino porque ha sido inducido a error por instancia del manipulador que le ha presentado solo una parte de la verdad o la verdad vista desde un punto de vista equivocado. Cuando la hermana se dispone con todas sus fuerzas a ayudar al párroco – manipulador en la kermés, ella desconoce los posibles movimientos fraudulentos del párroco y creyendo que es verdadera la obra que le presenta el párroco, caer en el error de considerar una obra buena aquella que es una farsa o un medio del párroco para asegurarse un poco de más dinero para su bolsillo.

La duda consiste en la suspensión de nuestro juicio frente a una verdad, ya que el juicio puede darnos dos proposiciones contradictorias. Puede ser que lo que veo es la silueta de un hombre o puede ser que sea la silueta de un oso. La percepción sensorial me presenta esa silueta en una forma tal que no puedo estar seguro de lo que se trata. Frente a la duda, genuflexión, decía un viejo adagio español. Y decía bien, porque si el hombre que siempre tiende a la verdad se encuentra con una duda en lo que puede considerarse por cierto, debe indagar mejor para llegar a la certeza. Deberá utilizar mejores medios, consultar, informarse. Nunca es lícita actuar ante la duda. Imaginémonos que sucedería si en el caso que hemos puesto como ejemplo, estando de cacería una persona no logra distinguir entre la silueta de un hombre y la de un oso. Si es hombre y dispara, el mal es irreversible. Si es oso y no dispara, perderá su presa. Por ello en caso de duda, debe hacerse lo posible para salir de ella hasta llegar a la certeza.

El siguiente estado de la mente es la opinión. Se trata de un estado intermedio entre la duda y la certeza. Puede ser que se haya salido de la duda, pero aún no se tiene la plena certeza de afirmar algo como verdadero, por falta de pruebas. Entonces la opinión siempre comienza con una expresión como "yo pienso", "puede que sea verdadero", "es probable", "quizás".

El último estado de la mente es el acto de fe. "Consiste en un firme asentimiento a la verdad sin temor de equivocarse en virtud de un acto de la voluntad. Cuando la inteligencia no está determinada por el objeto a través de la evidencia inmediata o mediata, entonces se inclina hacia un juicio por la voluntad. Si éste se da con reservas, es una opinión; si se afirma absolutamente, es un acto de fe. La creencia, por tanto, en este sentido restringido, es un tipo de certeza, cuyo motivo no es la evidencia, sino el testimonio y la autoridad de otro o la "evidencia" de su credibilidad. En relación con el conocimiento, la certeza proveniente de la evidencia es más perfecta que la que origina un acto de fe. Sin embargo, en relación con la firmeza del asentimiento, la creencia podría ser más perfecta que la primera. La certeza del acto de fe, por depender de la voluntad, es libre, mientras que la certeza de evidencia es libre sólo indirectamente (en cuanto que se puede reconocer o no libremente lo que se percibe), estando directamente determinada por el objeto"5. Es por tanto la fe un acto de la voluntad y no meramente un sentimiento o un estado emocional. Ya lo decía Benedicto XVI cuando afirmaba "Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva"6. La fe en el amor de Dios es por tanto un acto de la voluntad porque el encuentro con una persona no es simplemente un sentimiento. Para conocer a alguien es necesario que la voluntad, el querer de una persona disponga al conocimiento y de éste se pase a la acción. Ya lo decían los latinos: nadie ama lo que no conoce y nadie conoce lo que no frecuenta. Lo han expresado también en forma poética y dramática el profeta Jeremías cuando hace un esbozo de lo que ha sido su relación con Dios. Una relación que comienza con el conocimiento mutuo hasta llegar a la voluntad del amor, que lo describe el profeta en forma de seducción. "¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has prevalecido! Soy motivo de risa todo el día, todos se burlan de mí" (Jer 20, 7).

Cuando el hombre busca con sinceridad el conocer la verdad hasta llegar a la certeza, podemos afirmar que es un hombre honesto. Podrá caer en el error, en la duda o en la opinión, pero su postura es siempre la de una persona que en la aventura por conocer la verdad está siempre en camino. Los problemas inician cuando una persona conscientemente desfigura la verdad y la presenta de esa manera a otras personas con el afán de lograr algo de ellas en vista a sus propios objetivos ya fijados. Esta persona no presenta a otros con claridad la verdad, porque el mismo ya la ha deformado, o la presenta en forma deformada. Cuando una persona intencionalmente presenta la verdad de acuerdo a un filtro que él ha fabricado para lograr beneficios personales, entonces estamos hablando de una ideología, que no es sino un sistema de ideas que quieren explicar la realidad en base a presupuestos ya establecidos. Nos encontramos en este caso en que el hombre no se adecua a la realidad tal y como se le presenta, sino que la realidad es la que debe adecuarse al hombre, es decir a los principios que el hombre ya ha establecido de antemano.

Hay que hacer notar la diferencia entre una ideología y una teoría, pues puede surgir en nuestra mente la duda de que si todo lo que se presenta como verdadero puede ser considerado como una ideología o como una teoría. Una teoría son una serie de hipótesis que tratan precisamente de explicar la realidad a través de una serie de experimentos que están protocolarizados mediante el método científico de observación, experimentación, comprobación. Podemos decir que es un estado de la mente que hemos llamado opinión. Pero no oculta la verdad, Quiere conocerla y para ello esta abierto a hacer las pruebas necesarias hasta que compruebe su opinión o la rechace. Las pruebas en este caso son las que irán dando la certeza de la verdad.

Una ideología presenta como algo verdadero e irrefutable lo que considera que es la realidad de las cosas y no está dispuesto a someterse a las pruebas. Es una elaboración mental de algo preconcebido como verdadero y que sin llegar al nivel de la certeza, se presenta como tal. Y todo lo que existe en la realidad debe plegarse a ella, así coincida o no con la verdad. Si una persona afirma que los trabajadores son oprimidos por los dueños de las fábricas para quedarse con la plusvalía de su trabajo y así acumular capital, entonces verá toda la realidad en base a ese principio y tratará de justificar todas sus acciones en base a ello. Esta postura denigra al ser humano pues le quita toda la capacidad de usar su razón para analizar la realidad. Quien es el portador de una ideología se hace también dueño de las mentes de las personas, pues no le permite pensar con su propia inteligencia, ya que toda la realidad debe verse con el prisma que el ideólogo ha impuesto.

¿Cómo se aplica la ideología en la vida consagrada? De diversas maneras. Obligar a las personas a ver y juzgar la realidad bajo sólo un punto de vista es una forma de ideología en la vida consagrada. Otra forma es confundir el carisma con una visión unilateral de la realidad. Decir que todo es carisma y que todo tiene que confluir para el bien del carisma es ideología, y no es haber entendido lo que es un carisma. Buscar que las personas cooperen a las obras de la congregación sin respetar su carisma personal, sus dotes naturales diciendo que se traiciona el carisma quien no trabaja solo en las obras de la propia congregación, es también ideología. Lo mismo quien asegura que se traiciona la mente y el espíritu del fundador cuando no se aplican los métodos, los principios y las obras que él hubiera ideado o comenzado.

Vale la pena adentrarnos un poco en la explicación del carisma y ver como las malas interpretaciones que de él se hacen pueden llevar al nacimiento de una ideología del carisma.

¿Por qué surge la ideología del carisma?

La diferencia esencial entre carisma e ideología del carisma es la concepción que se tiene de carisma. Siguiendo nuestros pequeños apuntes de Gnoseología que esbozamos al inicio del presente capítulo, nos damos cuenta que podemos conocer la realidad de las cosas en la medida en que nuestra mente se adecua a dicha realidad, es decir en la medida en que nuestra mente logra captar la realidad tal cual es. Por ello, en la medida en que se conozca con mayor exactitud lo que es un carisma, en esa medida podemos conocer la verdad de un carisma. Cuando no se conoce la realidad de un objeto, entonces se hacen especulaciones de ese objeto. No es ni bueno ni malo hacer especulaciones sobre el objeto, mientras la mente se mantenga abierta a seguir indagando y a irse adecuando cada vez más a la realidad del objeto en cuestión. Es la parte que estudiamos de los distintos estados de la mente en los que se va pasando de la duda, la opinión, hasta llegar a la certeza.

La ideología nace cuando se impone un cierto punto de vista, una opinión sobre la realidad. No se niega del todo que se encuentra en un estado de mente cercano a la opinión, pero esa opinión se presenta ya como una certeza. Estamos entonces en el nacimiento de la ideología. En nuestro caso asistimos al nacimiento de la ideología del carisma cuando lo que se presenta a los miembros de la congregación es sólo un punto de vista, una opinión o una visión parcial de la realidad. Si bien es cierto que nos movemos en materia de lo opinable cuando hablamos del carisma, por se éste una criatura espiritual libre y que no se ajusta a ninguna de nuestras concepciones humanas, también es cierto que se dan límites entre lo opinable y lo falso. Cualquiera puede tener una opinión personal del carisma porque es parte de su propia experiencia que nunca será semejante en todas las personas. Frente a un paisaje pueden darse muy variados puntos de vista. Dependerá de la sensibilidad de la persona, del momento personal por el que pase cada una de ellas, del punto de vista bajo el cual observa el paisaje. El paisaje es el paisaje, pero existen diversas formas de concebirlo. Lo que no es correcto es que alguien vega y nos diga que el paisaje se debe ver de una cierta manera y se debe sentir también en una cierta manera. Y que además, para asegurarse que esto sea así, nos da un manual de principios sobre cómo debemos sentir el paisaje y enseguida nos llena la mente de normas sobre cómo poner en práctica lo que el paisaje nos ha inspirado. Estaríamos en este caso asistiendo a la ideología del paisaje.

De igual forma sería equivocado el percibir como verdadero un paisaje y asemejarlo a una receta de cocina y así quien frente a un paisaje dijera que le da ganas de comer o que se siente plenamente satisfecho porque ha digerido bien el paisaje, sería conveniente un buen examen psicológico o estimular su capacidad sensorial y emotiva. Existen límites en la interpretación de la realidad. Pero estos límites no nos lo da ningún instructor de novicios, sino el sentido común y la buena razón natural.

Pues lo mismo sucede con el carisma. Cuando unas personas tratan de imponer sus puntos de vista opinables como la verdad del carisma, están haciendo que nazca la ideología del carisma. Es cierto que no se puede dejar al libre albedrío de cualquier miembro la interpretación del propio carisma7, pero también es cierto que no se le puede sujetar en una camisa de fuerza obligándolo a decir lo que no dice y a ser lo que no es. Y cuando es la autoridad quien decide lo que es o lo que no es el carisma, pues entonces es muy propicio que se dé el nacimiento de una ideología del carisma. No se trata que la autoridad no tenga una actuación y una participación en la actuación y la interpretación del carisma, sino de que no imponga su punto de vista en lo que no es una certeza. Así nos lo dice el documento del magisterio sobre el servicio de la autoridad y la obediencia en la vida consagrada. "El ejercicio de la autoridad comporta también el ponerse al servicio del carisma propio del Instituto de pertenencia, custodiándolo con cuidado y actualizándolo en la comunidad local o en la provincia o en todo el Instituto, según los proyectos y orientaciones ofrecidos, en particular, por los Capítulos generales (o reuniones análogas).31 Esto exige en la autoridad un conocimiento adecuado del carisma del Instituto; un conocimiento que habrá asumido en la propia experiencia personal e interpretará después en función de la vida fraterna en común y de su inserción en el contexto eclesial y social"8. Esta cita nos da pautas muy interesantes sobre el porqué nace la ideología del carisma en algunas congregaciones.

En primer lugar nos dice que la autoridad está al servicio del carisma y no que la autoridad se sirve del carisma para llevar a cabo sus propios proyectos o planes personales. Ponerse al servicio del carisma significará sobre todo el conocer muy bien lo que es un carisma en la vida consagrada para ponerlo en práctica. Nos encontramos entonces en perfecta sintonía con la Gnoseología que pide sobretodo conocer la realidad. Y la realidad última del carisma, su esencia, es una gracia de Dios, un don de Dios para la comunidad que se presenta en forma de una experiencia del espíritu9. Comprendiendo lo que es una experiencia del espíritu podremos esclarecer muchas dudas.

Una experiencia es algo que se vive, no es algo que se contabiliza o se pone fácilmente por escrito. Si volvemos a nuestro ejemplo anterior del paisaje, la experiencia del paisaje nos fácil de describir, porque cada persona la vive de acuerdo a sus muy personales circunstancias. Además, dicha experiencia podrá provocar reacciones diversas según la índole de cada persona. Así habrá quien se sienta inspirado para escribir un poema, o quien quiera pintar un cuadro inspirado en los colores que ha visto. Podrá darse que el paisaje le recuerde a alguien sus tiempos de infancia y se sienta inspirado para hacer una visita a un amigo de infancia o a su propia madre que hace algún tiempo que no la saluda. No faltará quien con un espíritu más práctico decida enrolarse en algún comité de ayuda a la ecología. La experiencia que las personas hacen del paisaje es muy diversa al igual que las acciones que pueda suscitar su contemplación.

Siguiendo la analogía10 con el carisma cada quien lo vive en forma personal y a cada quien le sugiere inspiraciones variadas. Como una experiencia no se puede repetir en dos personas de la misma manera. La autoridad eclesiástica, es decir la autoridad en la congregación no puede decir lo que se debe experimentar. Una experiencia es una acción propia del espíritu humano en el que entra en juego la inteligencia, la voluntad, la memoria, la afectividad. Lo que puede hacer la autoridad es poner a disposición las herramientas necesarias para que los miembros de la congregación hagan suya la experiencia del espíritu que indujo al Fundador a iniciar la obra. Así por ejemplo, los jesuitas que contemplan en la peregrinación que realiza San Ignacio desde su casa nativa de Loyola hasta la cueva de Manresa un elemento esencial de su carisma en dónde Ignacio experimenta el abandono en la Providencia, proporcionan a sus novicios la posibilidad de hacer esa misma peregrinación adecuándola a las propias circunstancias de tiempos y lugares, dándoles a los novicios indicaciones sobre cómo realizar dicha peregrinación. El maestro de novicios no les dice lo que tienen qué experimentar o cómo tiene que experimentarlo ni los propósitos que deben surgir de dicha experiencia. Les da simplemente instrucciones de cómo aprovechar la peregrinación de forma que puedan experimentar el abandono en la Providencia. Pero ese abandono sólo lo puede vivir cada uno de los novicios jesuitas y lo que salga de esa experiencia es también cosa propia entre Dios y el novicio.

La ideología del carisma no mira a la experiencia del espíritu, sino a lo que rodea dicha experiencia y trata de inculcarlo en todos los miembros a como dé lugar, matando el espíritu para hacer que nazca la ley. Frente a la experiencia del espíritu que da origen al carisma, la autoridad se convierte en celador, es decir en carcelero del carisma y lo "enjaula" en los barrotes de lo que son sus expectativas del carisma, expectativas que han nacido más de imposiciones culturales humanas que de las inspiraciones propias del espíritu sobre cada persona.

Hacer la experiencia del espíritu es precisamente vivir la misma vida de Dios, como la vivió el fundador de una manera muy específica. Es experimentar el amor de Dios como lo experimentó el fundador y ponerlo en la práctica amando al prójimo, también en la manera en que lo experimentó el fundador. Pero cuando decimos a la manera en la que lo experimentó el fundador, no queremos decir que deba de ser vivido sobre las mismas huellas humanas que dejó el fundador, sino sobre las huellas espirituales que se van amoldando a las distintas personas, tiempos y lugares. La adaptación de la experiencia del espíritu es un signo de una verdadera aplicación del carisma, ya que éste como don del espíritu no está encerrado a ninguna cultura, tiempo o lugar. Cuando los superiores, por ejemplo, tratan de calcar las mismas obras que el fundador ideó para una cultura, en otra muy distinta, el fracaso es casi siempre inevitable. El espíritu es libre y se amolda, la ley es rígida y se rompe. La ideología del carisma es ley que busca aplicarse a rajatabla porque pone su seguridad solo en los aspectos humanos y teme el ser contrastada con los tiempos, las circunstancias, la cultura actual, porque lee toda la realidad en clave de una metodología impuesta y no en calve de la realidad. La realidad es para ser leída y ahí adaptar el carisma. La ideología del carisma busca que la realidad se adecue al carisma. Cuando los primeros misioneros llegaron a América, cada uno traía su propio carisma: franciscanos, agustinos, jerónimos, dominicos y por último jesuitas. Cada uno de ellos contempló cosas nuevas, lenguas antes jamás oídas, costumbres jamás vistas. Y ninguno de ellos trató de imponer la evangelización que había dejado de Europa. Tomando el núcleo de su propio carisma lo adaptaron a las nuevas circunstancias y así vemos a los franciscanos adatar la experiencia del espíritu de Francisco en las misiones del desierto de Sonora o de la selva amazónica, sin pretender copiar todo de la misma manera como lo habían dejado en la meseta castellana. Tomaron lo que era esencial de la experiencia del espíritude su fundador y lo aplicaron a la realidad que estaban viviendo. Eso se llama libertad de espíritu. Y sus provinciales y superiores mayores en Europa no tuvieron reparo en aceptar las adaptaciones que hicieron del carisma a dichas situaciones. Eso se llama discernimiento de la autoridad.

La ideología del carisma nace cuando hay incerteza del carisma, desconocimiento del mismo o cuando no se ha hecho plenamente la experiencia del espíritu. O cuando se dan los tres en un solo momento. Cosa que suele suceder muy a menudo especialmente en los momentos en que el carisma se encuentra con nuevas circunstancias o cuando el primer grupo que recibe el carisma después de la muerte del fundador debe ponerse en marcha sin la guía directa de él. Nace el síndrome del primer – hijo. Para los padres primerizos todo es importante para la educación del bebé. Desde el pediatra, lo que come, lo que viste, las horas que duerme. Si a esos mismos padres se les hace una encuesta sobre los aspectos más importantes que hay que cuidar en la educación de un hijo, después de su tercer hijo, ellos mismos se ríen de las exageraciones que tuvieron con su primer hijo. Pues lo mismo sucede cuando desparece el fundador. La primera generación que recibe el carisma quiere cuidarlo todo porque piensa que en ese todo se encuentra lo esencial del carisma. Y así, inconscientemente va matando el carisma y va dando luz a la ideología del carisma, porque se preocupa más por la forma que por el fondo. Se preocupa más en reproducir la metodología que el espíritu que ha dado vida a la metodología. Las obras son prioritarias y el espíritu que las vivifica va quedando en un segundo plano. Las normas y reglas que habían nacido con el fundador precisamente para hacer vivir el carisma, ahora amenazan con ahogarlo, porque la vista ha quedado petrificada en la ley y no se mira al espíritu que da vida a la ley.

La ideología del carisma nace entre otras cosas, del miedo a perder costumbres que con el tiempo serán las culpables de matar la experiencia del espíritu que dio origen a dichas costumbres. Podríamos hacer una lista de las causas por las cuales nace la ideología del carisma pero creemos sobretodo porque se debe a una concepción equivocada no tanto del carisma, sino de la vida consagrada. No cabe duda que estamos viviendo los albores de una nueva vida consagrada en dónde lo antiguo ya no funciona, pero lo nuevo aún está por venir, aún está por crearse. El Concilio Vaticano II no ha hecho más que abrir la puerta a las enormes posibilidades que tiene la vida consagrada para hacer presente a Cristo en nuestro mundo. Ese y sólo ese es el cometido de la vida consagrada. "Con la profesión de los consejos evangélicos los rasgos característicos de Jesús –virgen, pobre y obediente – tienen una típica y permanente <> en medio del mundo, y la mirada de los fieles es atraída hacia el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero espera su plena realización en el cielo"11. Hacer presente a Cristo es la finalidad última de la vida consagrada y todo lo demás son medios. Constituciones, reglamentos, obras apostólicas de la congregación y el mismo carisma son tan solo medios para que el consagrado sea una imagen viva y presente de Cristo. Cuando esos medios no dejan precisamente hacer transparente a Cristo quizás ha llegado el momento de hacer cambios profundos en el estilo de vida de las personas consagradas. Como la reforma de las órdenes mendicantes que vienen a hacer transparente a Cristo cuando quizás el modelo monástico no respondía ya a las cambiantes situaciones que se estaban dando en la política, la sociedad, la cultura y la economía de una sociedad que estaba pasando de una época a otra.

El carisma es el don que da el espíritu a una persona de forma que pueda hacer más transparente el amor de Cristo a la comunidad en una forma novedosa. No es por tanto el carisma el núcleo de una congregación, sino el afán por asemejarse a Cristo, de acuerdo al carisma recibido. El carisma será entonces la forma determinada que Cristo ha escogido para encarnar su amor a los hombres. Esa forma determinada ha tenido un inicio bajo una cultura determinada. La forma en que se encarna esa presencia específica de Cristo responde a las condiciones en las que nace el carisma. El carisma se encarna por tanto en unas condiciones culturales muy específicas, pero nunca debe equipararse a dichas condiciones. La ideología del carisma nace precisamente cuando se trata de equiparar el carisma a esas condiciones culturales que le han prestado la materia para hacerse realidad. El amor espiritual se encarna en la materia, pero nunca puede equipararse a ella. Si la beata Madre Teresa de Calcuta es el instrumento querido por Dios para encarnar el carisma de saciar la sed de Cristo que en la Cruz clama "tengo sed" y este carisma se encarna en unas obras, unas constituciones, un reglamento y un modo de ser y de vivir, la ideología del carisma nace cuando se equipara el carisma a las formas en que la beata Madre Teresa de Calcuta eligió encarnarlo. El carisma como la experiencia de vivir el misterio de Cristo en la Cruz cuando clama "tengo sed" se irá perfilando a lo largo de la historia y de la cultura en diversas formas y se irá adaptando a ellas. En el caso de las Misioneras de la caridad fundadas por ella, el carisma irá indicando la manera en que se encarnará en las distintas circunstancias de tiempos y lugares, apoyándose no solo en el soplo del espíritu, sino en la razón y en la inteligencia harán de guía para mejor encarnar el carisma. No es lo mismo vivir el carisma del "tengo sed" entre los que mueren por las calles en la India, que vivirlo en San Francisco en medio de hospitales en donde mueren hombres y mujeres infectados de Sida. El amor que se proyecta a ambos es el mismo, aunque las formas pueden cambiar para adaptarse a los distintos lugares.

Cuando se identifica el carisma con unas normas o con unos principios, aunque los haya vivido o inculcado el fundador, pero que no responden ya a las situaciones históricas o culturales en las que se debe inculcar el carisma, estamos asistiendo al nacimiento de una ideología del carisma. Cuando también surge el deseo de mantener ciertos cotos privados en la vida consagrada y no se quiere arriesgar a andar en las nuevas fronteras, o en las periferias de la humanidad12, nuevamente nos encontramos en el nacimiento de la ideología del carisma. Creo que este último aspecto puede ser una prueba para saber si una congregación está viviendo un carisma o una ideología del carisma. Si todo carisma ha nacido para encarnar el amor de Cristo en una forma específica y novedosa, este amor de Cristo a la humanidad debe desembocar necesariamente en una obra de evangelización, que no debe significar necesariamente una conversión de las personas a la Iglesia católica, sino un acercamiento de ellos al amor de Dios. Un Dios que se acerca en forma indiferente a pobre o ricos, católicos o no católicos. El carisma es el transmisor, diríamos la forma, de ese gran fondo que es el amor de Dios. Ese amor que tendrá reflejos diversos según lo tiene diseñado Dios para cada fundador. Por tanto, cuando un carisma cumple su misión es cuando evangeliza, cuando acerca las almas a Cristo, las almas de quien lo encarnan y las almas de quien reciben ese amor. Cuando Charles de Foucauld es asesinado en el Tamanrasset el 1 de diciembre de 1916 Mussa Ag Amastane, el jede fe los Tuareg que se había convertido en amigo de Charles y que seguía siendo un musulmán fervoroso, escribe a la hermana de Charles, pocos días después de su muerte: "carlo, el hombre de Dios, no ha muerto solo por ustedes, ha muerto también por todos nosotros. Ojalá que Dios sea misericordioso con él y así podamos encontrarnos todos juntos en el Paraíso"13. Si las Pequeñas hermanas de Jesús, que son las transmisoras del carisma de Charles de Foucauld, a través de casi cien años de vida, siguen siendo esa encarnación del amor de Dios entre los pobres y los más necesitados, no necesariamente tienen que concentrarse en el Tuareg en dónde Charles inició su obra. Pueden y deben adaptarlo a las distintas circunstancias culturales. El carisma no obedece a factores humanos, sino al soplo del espíritu.

Cuando una congregación se concentra en los métodos, en los números de miembros con los que cuenta o a los que lleva su mensaje, cuando le preocupa sólo el cumplimiento de las normas y no la vivencia del espíritu y cómo encarnarlo día a día, cuando el factor económico priva en todas las obras de la congregación y la gratuidad ha sido dejada de un lado, porque según ellos también es necesario sobrevivir en este mundo, bien podemos hablar de estar viendo una congregación que se preocupa más por la ideología del carisma, que por encarnar el carisma.

Diferencia entre el carisma como "ex opere operato" y carisma como gratia gratis data".

Si queremos dar una explicación a esta confusión entre ideología del carisma y carisma, debemos hacer necesariamente un poco de Teología. Me parece que la confusión se debe a la forma en que se concibe el carisma desde el punto de vista teológico. Entre lo que es una gratia gratis data y lo que es una gracia ex opere operato. Cuando se dice que el carisma es como un sacramento porque nos transmite una gracia, hay parte de verdadero, pero también hay parte de falso.

Pero debemos comenzar desde el inicio explicando lo que es un carisma y como actúa en cada una de las personas que lo recibe. Esta palabra de carisma, y más que la palabra su significado teológico, ha hecho un gran recorrido desde que su "inventor" el apóstol Pablo la dio a la luz hasta nuestros días. Una palabra cuyo significado se oscureció y se tergiversó. Una palabra que estuvo a punto de desaparecer del lenaguaje teológico y que un sociólogo protestante, Max Weber la sacó nuevamente a la luz. Una palabra que ahora, sacada de su contexto teológico quiere decir tantas cosas que no son su verdadero significado.

Pero dejando a un lado la historia de esta palabra, vayamos a los hecho. La palabra carisma quiere decir literalmente y basándonos en sus raíces etimológicas, "aquel que recibe un regalo". "????s + en griego quiere decir regalo, algo que se recibe sin haberlo merecido, sin haber hecho mérito alguno. El sufijo µa es puesto en griego para denotar la acción que sufre una persona. Un carisma, según lo que nos indica el Catecismo de la Iglesia es una gracia que proviene del Espíritu Santo: "Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo"14. Esta definición puede ayudarnos a analizar algunos elementos esenciales del carisma.

La esencia del carisma es una gracia del Espíritu ordenada a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. Debemos explicar lo que es una gracia y como actúa para entender cabalmente lo que es un carisma. Sin profundizar demasiado en la Teología, viene también a nuestro encuentro el Catecismo de la Iglesia Católica cuando enmarca a los carismas en relación con la gracia: "La gracia es, ante todo y principalmente, el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar en la salvación de los otros y en el crecimiento del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son además las gracias especiales, llamadas también carismas, según el término griego empleado por san Pablo, y que significa favor, don gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario, como el don de milagros o de lenguas, los carismas están ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia (cf 1 Co 12)"15. Conviene entonces aclarar lo que es una gracia y cómo actúa en la persona.

"Según el uso bíblico y el eclesiástico recibido en Teología, la palabra gracia se emplea tan solo para significar el don sobrenatural concedido por Dios a la naturaleza racional en orden a conseguir la vida eterna"16. Existen muchas divisiones de la gracia de acuerdo a la forma en que actúa en esa naturaleza racional que no es otra cosa el alma humana. La gracia santificante se nos da en el bautismo y está ordenada a darnos una participación física y forma aunque análoga y accidental de la misma naturaleza de Dios. Por la gracia santificante el hombre puede vivir la misma vida de Dios. Pero esa vida se le da en el orden del ser, no el orden de la operación. Tiene la posibilidad de vivir la misma vida de Dios, pero así como en el orden natural necesita de potencias o facultades –el entendimiento y la voluntad- para poder obrar, así también en el orden sobrenatural va a necesitar de las potencias sobrenaturales para poder actuar. Estas potencias sobrenaturales no son otra cosa que las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.

Estamos entrando ya en una primera distinción de la gracia que la debemos aplicar a nuestro tema del carisma. El carisma como hemos dicho es una gracia del Espíritu, pero es distinta de la gracia santificante, es una gracias que se llama gratis dada. La gracia santificante es necesaria para la salvación, para vivir la misma vida de Dios, no así la gracia que se nos da en el carisma. La diferencia es que mientras la gracia santificante "tiene por objeto establecer la amistad sobrenatural entre Dios y nosotros (…), la gracia gratis dada tiene en cambio por objeto inmediato o directo no la propia santificación del que la recibe, sino la utilidad espiritual del prójimo. Y se llama gratis dada porque está fuera no solamente de la potencia natural, sino incluso del mérito sobrenatural de la persona que la recibe"17.

Sin ahondar más en la Teología vemos aquí como un carisma se presenta como una gracia no para el individuo que la recibe –que incluso puede encontrarse en pecado mortal-, sino para la comunidad que recibe los beneficios del carisma, no el carisma en cuanto tal. El carisma podemos afirmar, es como el vehículo por el cual el espíritu quiere llevar su amor –el espíritu es el amor de Dios- en formas diversas de acuerdo a las necesidades más apremiantes. Esa gracia por tanto toca las potencias naturales de unas personas para disponerlas a actuar a favor de la comunidad y de l amanera específica en que el espíritu las inspira.

Por ello, el carisma es libre porque es espíritu. Es libre porque utiliza a unas personas como instrumentos para llevar su amor a la comunidad de maneras muchas veces insospechadas, de acuerdo a lo que la comunidad va necesitando en cada momento. En tiempos de San Pablo existían unas necesidades muy específicas y por eso él observa como el espíritu prepara y dispone a unos hombres con el don de lenguas, el de profecía, el de la sanación. Hoy, ese mismo espíritu prepara y dispone a unos hombres para ayudar a la comunidad eclesial y a todos los hombres en general de acuerdo a las necesidades más urgentes que se van presentando. Esa es la causa por la cual surgen nuevas congregaciones en la Iglesia que como soplos del espíritu vienen a remediar nuevas necesidades. Pero es también ese espíritu que sugiere a las antiguas congregaciones la renovación necesaria para que el carisma pueda aplicarse a las situaciones cambiantes y emergentes de nuestra época.

Esto nos habla de una gran libertad que debe tener quien está a cargo del servicio de la autoridad en la vida consagrada. No debeos olvidar que dicha autoridad se constituye siempre en el orden operativo y no solo dispositivo. La autoridad está ahí para ordenar, coordinar y gestionar los recursos humanos y naturales siempre en orden a la misión. Misión que para cada congregación tiene su núcleo existencial en el carisma, en la forma en como el espíritu ha querido ayudar a la humanidad a lo largo de la historia de dicha congregación. Como el carisma es una gracia que se presenta como una experiencia del espíritu, la autoridad no debe mirar a las formas en que se materializa esa experiencia del espíritu, sino al fondo de dicha experiencia, ya que podrá recubrirse de un abanico de posibilidades inmensas.

El carisma no transmite la gracia santificante, es tan solo un vehículo para que una comunidad pueda beneficiarse del amor de Dios en una forma específica. Forma que se ha encarnado primero en la experiencia del espíritu del fundador, pero que está destinada a encarnarse de diversas maneras, bajo la horma del fundador, pero dejando libertad al espíritu que se amolda a cada persona.

Los sacramentos al ser signos sensibles instituidos pro Cristo para darnos la gracia, la producen ex opere operato,es decir que se refiere a la manera en que la gracia es conferida  por la valida administración y digna recepción de un sacramento. El término fue definido en el Concilio de Trento en 1547. Este término comprende algunos conceptos que vale la pena estudiar para después diferenciarlos del carisma.

En primer lugar nos encontramos que los sacramentos, es Cristo quien siempre actúa por medio de la Iglesia. En el caso del carisma no es Cristo el motor primero, sino que es el espíritu que actúa ?disponiendo a cada persona con gracias especiales para que pueda ayudar a la comunidad y a la humanidad en general, de la manera que ha inspirado al fundador. Cuando la autoridad entiende equivocadamente al carisma como una gracia ex opere operato, cuidará innecesariamente todos los aspectos externos, puesto que creerá que son necesarios para que se produzca la gracia encerrada en el carisma. Es como quien debe cuidar que en la administración del bautismo esté el agua, los santos óleos, el ritual, pues de la adecuada administración del sacramento depende su eficiencia.

Esto que parece algo banal y sencillo puede que degenere en una miopía por parte de la autoridad para salvaguardar a toda costa y observar con minuciosidad que raya en la manía normas, principios, procedimientos, porque según estas personas, en ellos se encuentra la gracia que vehicula el carisma. Por ello se esforzarán en las formas y las exigirán a toda costa. Este comportamiento desviado tiende fácilmente a generar en la autoridad una actitud de gendarmes y policías que velan sobre las purezas de las formas. Generan entonces la manipulación de la autoridad con tal de que esas normas queden siempre salvaguardadas. Cuanto más se apeguen a los principios y normas, más gracias se producirán según el esquema que ellos manejen. Se inicia por tanto la ideología del carisma y la manipulación no es sino el medio para que dicha ideología se lleve a cabo.

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NOTAS

1 Sagrada Congregación para los religiosos e Institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 11.

2 Alfonso Aguilar González, Conocer la Verdad. Introducción a la Gnoseología, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Roma 2003, p. 74.

3 Ibídem., p. 80.

4 Ibídem., p. 82.

5 Ibídem., p. 84.

6 BenedictoXVI, Deus caritas est, 25.12,2005, n. 1.

7 "Sin embargo, considerando algunos elementos del presente influjo cultural, hemos de recordar que el deseo de autorrealizarse puede entrar a veces en colisión con los proyectos comunitarios; y que la búsqueda del bienestar personal, sea éste espiritual o material, puede hacer dificultosa la entrega personal al servicio de la misión común; y, en fin, que las visiones excesivamente subjetivas del carisma y el servicio apostólico pueden debilitar la colaboración y la condivisión fraternas". Congregación para los Institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, El servicio de la autoridad y la obediencia, 11.5,2008, n. 3.

8 Ibídem., n. 13 e.

9 "El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne. Sagrada Congregación para los religiosos e institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 11.

10 Si bien la analogía es imperfecta, resulta adecuada cuando hablamos de términos teológicos. "La analogía es la atribución a diferentes sujetos de un mismo predicado o significado que es en parte el mismo, en parte diverso. Es el instrumento lógico y lingüístico apropiado para pensar y hablar de entes distintos, dado que la realidad es metafísicamente analógica: entre ente y ente hay semejanzas y diferencias". Alfonso Aguilar González, Conocer la Verdad. Introducción a la Gnoseología, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Roma 2003, p. 20.

11 Juan Pablo II, Vita consecrata, 25.3.1996, n. 1.

12 "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio. (…)Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado. En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma". Francisco, Evangelii gaudium, 24.11.2013, nn. 20 y 30.

13 www. piccolesorelledigesu.it

14 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 799.

15 Ibídem., n. 2003.

16 Antonio Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, BAC, Madrid 2008, p. 886.

17 Ibídem., p. 887.

 



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