Editorial

Baño de realidad

2016-04-25

Las palabras de Obama son un balón de oxígeno para un David Cameron que ve...

Editorial "El País"

Los partidarios de que Reino Unido abandone la Unión Europea han recibido este fin de semana un baño de realidad a manos del país en el que depositaban la mayor parte de sus esperanzas para argumentar que el Brexit no acarreará graves perjuicios ni políticos ni económicos para los británicos. Barack Obama no ha dejado escapar la oportunidad —en su visita oficial a Reino Unido— para desmontar una por una las principales promesas eurófobas, entre las que destaca la de que Londres firmaría rápidamente un tratado comercial con Washington manteniendo una relación privilegiada —y, por supuesto, muy superior al del resto de los europeos— con los estadounidenses.

No será así. Obama fue muy claro al decir que Reino Unido se tendrá que poner “a la cola” de los Estados que quieran firmar un acuerdo de este tipo con su país. Ni el primero ni en un grupo preferente: el último país. ¿Y por qué le interesa el asunto a EE UU? Muy sencillo, dijo Obama: “Porque a nosotros también nos afecta: un Reino Unido fuera de la UE tendría menos valor para nosotros como aliado”. Y, para disipar dudas en el indeciso ante el referéndum del próximo 23 de junio —ahora mismo, en torno al 20%—, el mandatario estadounidense advirtió de la irrelevancia internacional en la que se precipitaría el país y del peligro que su salida de la UE representaría para la seguridad de todo Occidente en un momento en el que lo que hace falta es precisamente todo lo contrario: unidad frente al terror.

El movimiento eurófobo de Reino Unido, que rebosa discurso populista explotador del descontento de la clase media, se enfrenta a partir de ahora a una campaña en la que no podrá insistir más en la tradicional relación especial que mantienen británicos y estadounidenses como tabla de salvación ante el precipicio aislacionista en el que quiere arrojar a su país. Tendrán muy difícil explicar a los votantes cómo curiosamente las naciones más desarrolladas del mundo anglosajón —Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda— han hecho llegar el mensaje de que prefieren que Reino Unido permanezca en el proyecto europeo y en absoluto consideran un peligro para la identidad anglófona de las islas Británicas el que se mantengan junto a sus socios naturales desde hace décadas. Las tres naciones citadas miran más al Pacífico que al Atlántico Norte y lo han demostrado en palabras y hechos en los últimos años. La innegable realidad es que, hoy por hoy, Londres comparte muchos más intereses estratégicos de todo tipo con Berlín o París que con Wellington o Canberra.

Las palabras de Obama son un balón de oxígeno para un David Cameron que ve cómo las encuestas no se decantan claramente a favor de la permanencia en la UE que él defiende. Al menos, el presidente norteamericano ha aclarado las cosas —pensando en los indecisos— para todos aquellos que pensaban, y así se refleja en los sondeos, que el Brexit no sería perjudicial para la relación del Reino Unido con EE UU.



KC