Internacional - Economía

La Unión Europea mira al euro como modelo de éxito para una Europa a varias velocidades

2017-03-21

En la cumbre de Roma, que reunirá a los veintisiete países que seguirán a...

Laura Pérez-Cejuela

Bruselas, 21 mar (EFE).- La Unión Europea (UE) conmemora este sábado en Roma sus 60 años de historia, una cita de revisión del pasado y reflexión sobre el futuro en la que el euro se presentará como éxito comunitario y ejemplo de las ventajas de una Europa que permite a sus países avanzar a distintas velocidades.

En la cumbre de Roma, que reunirá a los veintisiete países que seguirán a bordo una vez se consume la salida de Reino Unido, los líderes europeos adoptarán una declaración en la que se destacarán los logros, retos y líneas de acción futuras de la UE, y se abogará por progresar juntos en lo posible y a distinto ritmo cuando sea necesario, siempre en el marco del Tratado.

En este documento, con mucho valor simbólico pero poco legal, quedará reflejado que la moneda única es un logro y se expresará la voluntad de seguir reforzando la Unión Económica y Monetaria, de la que forman parte diecinueve países, según el documento respaldado por los negociadores de la UE y que desde este lunes perfilan las capitales europeas.

Y es que, 25 años después de su nacimiento con el Tratado de Maastricht, son numerosas las ventajas que se le reconocen al euro: la estabilidad de la divisa, el control de la inflación o el haber facilitado los intercambios comerciales, entre otros.

En el otro lado de la balanza, la política monetaria del Banco Central Europeo no funciona igual de bien para los Diecinueve, ya que persisten los desequilibrios entre sus economías y es difícil atajarlos porque sigue siendo una construcción incompleta.

Pese a ello, la evaluación global es de éxito, especialmente después de que la moneda única haya sobrevivido a los envites más duros de la crisis -la desconfianza de los mercados, los rescates a varios países y la amenaza de la salida de Grecia- no solo sin romperse, sino reforzando su estructura en el proceso.

"El euro tiene ahora una base mucho más estable que antes de la crisis y la economía de la eurozona es mucho más resistente", dijo en un reciente discurso el director gerente del fondo de rescate de la eurozona (el MEDE), Klaus Regling, que conoce bien la labor titánica que ha sido mantener a flote a Irlanda, Portugal, Chipre, España y, aún hoy, a Grecia.

"No podemos dar la impresión de que estamos perpetuamente en un proceso de reparación", defendió Regling, para quien la superación de la crisis en la eurozona es un motivo de "optimismo" sobre la capacidad de Europa frente a otros retos.

Tanto es así, que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, o el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, defienden el euro como ejemplo de las bondades de una UE a varias velocidades, en la que los países que quieran puedan profundizar en su integración en ciertas áreas sin que los demás estén obligados a hacerlo.

"El euro determinará la primera velocidad, y los países de la UE que estén fuera serán la segunda", opina la subdirectora del centro de estudios europeos Bruegel, María Damartzis, para quien otros Estados no comunitarios como Reino Unido o Turquía podrían ser la "tercera velocidad".

La analista cree que "en temas económicos el euro será el mínimo de cooperación" e insiste en que la UE debería reflexionar sobre si conviene obligar al resto de países a que adopten la moneda única, tal y como exigen hoy los tratados. "Quizá sería beneficioso que esto no estuviese en un puesto alto en la lista de prioridades", opinó.

La construcción de una "alianza" en torno al euro cobra especial relevancia en un contexto de tendencias desintegradoras como el "brexit", auge de partidos euroescépticos y nacionalistas, e incertidumbre global por los vientos proteccionistas que soplan desde Estados Unidos.

Más allá de estos desafíos, la Unión Económica y Monetaria sigue aquejada de la falta de una unión bancaria y un sistema común de garantía de depósitos, ya acordados pero aún sin implementar por las diferencias entre países, y de una unión fiscal que por el momento ni se plantea.

De los avances que se consigan en este sentido dependerá el futuro de la moneda única y, en buena medida, el de la UE.

 



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