Migración

La llegada de Trump a la Casa Blanca desata una nueva ola migratoria de Centroamérica

2016-12-26

En los últimos seis meses, agentes de la Patrulla Fronteriza han detenido a cerca de 240,000...

Robbie Whelan, The Wall Street Journal

GRANJENO, Texas--Inmigrantes provenientes de América Central están entrando a Estados Unidos sin autorización al ritmo más rápido en años, muchos de ellos con la esperanza de ingresar furtivamente al país norteamericano antes de la toma de posesión presidencial de Donald Trump, quien durante su campaña prometió una mayor seguridad fronteriza.

En solo noviembre de este año, la Patrulla Fronteriza de EU detuvo a 47.214 personas a lo largo de la frontera suroeste del país, un aumento de 44% en comparación con noviembre de 2015. Fue el mes más activo de la fuerza de seguridad desde junio de 2014, cuando los ingresos ilegales desde América Central estaban en su apogeo.

En los últimos seis meses, agentes de la Patrulla Fronteriza han detenido a cerca de 240,000 inmigrantes, un promedio de más de 1,300 al día, 30% más que en el mismo período del año anterior.

“En este momento estamos inclinándonos hacia las cifras de 2014, que fue nuestra marca más alta”, dijo José Villareal, jefe de operaciones de la Patrulla Fronteriza del sector de Valle del Río Grande y un veterano de 31 años de la agencia.

Aunque el número de inmigrantes indocumentados que pasan de México a EU ha disminuido de forma constante en la última década, la llegada de centroamericanos ha aumentado, principalmente debido a la violencia relacionada con las pandillas. Honduras, El Salvador y Guatemala tienen una de las tasas de homicidios más altas del mundo.

“Es una crisis humanitaria, una crisis de drogas, una crisis de seguridad. Vamos a tener que lidiar con ese tema de inmediato”, dijo un miembro del equipo de transición de Trump.

Aunque en su mayoría los inmigrantes huyen de la pobreza y la violencia en sus países, el factor que ha motivado el flujo de los últimos meses ha sido la elección de Trump, que centró su campaña en la deportación de millones de inmigrantes indocumentados, el freno a la entrada ilegal de nuevos inmigrantes y la construcción de un muro para sellar la frontera con México.

“Algunos inmigrantes han hablado de cómo el presidente Trump va a sellar la frontera”, dijo Villareal. “Hay definitivamente un porcentaje de gente que cree que puede ganarle al tiempo” llegando a EU antes de que el nuevo presidente asuma su cargo.

Los contrabandistas de personas o coyotes a menudo difunden rumores para que parezca más urgente que los migrantes lleguen a EU y así poder cobrar más, dijo Maureen Meyer, asociada sénior de la Oficina de Washington sobre América Latina, una organización de derechos humanos sin fines de lucro. En 2014, por ejemplo, los coyotes diseminaron historias en toda América Central de que EU estaba distribuyendo “permisos” para que los inmigrantes cruzaran.

“Muchas personas están huyendo de la delincuencia, la extorsión y amenazas de violencia, por lo que pueden pensar que es ahora o nunca”, dijo Meyer. “Pero muchos de ellos parecen estar conscientes de Trump y de la posibilidad de un muro u otros cambios que los afectarían”.

Alex Pérez, de 18 años, abandonó su hogar en un área rural de Honduras a principios de septiembre, llegando en un momento a ocultarse en la parte trasera de un camión de cal, en un intento por llegar a Texas y finalmente reunirse con un amigo en Los Ángeles.

Pérez no ha llegado a su destino. Desde principios de este mes, ha estado viviendo en un refugio de tránsito dirigido por un grupo cristiano evangélico en la ciudad mexicana de Reynosa, en la frontera con EU Sin dinero para pagar a coyotes que lo puedan cruzar a través del Río Grande, está tratando de averiguar de qué otro modo entrar a EU y se pregunta si se le está agotando el tiempo.

“Con el nuevo presidente estadounidense que viene, mucha gente va a venir. Dicen que este es el único mes que tenemos para cruzar”, señaló Pérez en una entrevista en el refugio.

Después de cruzar el río, muchos inmigrantes terminan en un sector pantanoso conocido como Rincón Corner en Granjeno, en las afueras de McAllen, Texas. De casi 500 kilómetros de frontera en el sector del Valle del Río Grande, apenas 87 kilómetros tienen una cerca, por lo que el área es especialmente porosa. El sector, que abarca 88,000 kilómetros cuadrados de territorio estadounidense desde el Golfo de México hasta McAllen, representa más de la mitad de todas las capturas de inmigrantes al año.

La oleada está agotando los recursos de la Patrulla Fronteriza. Justo antes del Día de Acción de Gracias, el Departamento de Seguridad Nacional desplegó aquí de 150 agentes adicionales de otros sectores para trabajar en turnos de un mes. Hace dos semanas, la agencia fronteriza instaló una tienda de campaña con 500 camas en Donna, Texas, para manejar a los detenidos, un trabajo que generalmente está cargo de la Agencia de Inmigración y Aduanas.

La Patrulla Fronteriza dice que ha reforzado las medidas de seguridad, incluyendo un aumento del número de agentes y una mayor recolección de datos biométricos, para disuadir a los inmigrantes de repetir sus intentos de ingreso. Nada de esto ha disuadido a miles de personas que buscan escapar de la amenaza de la violencia en sus países de origen.

La semana pasada, José Maltez Castro, un vendedor de motocicletas de 34 años de Usulután, El Salvador, cruzó con éxito el Río Grande en una balsa con su hijo de 3 años y su hija de 5 años. Sin embargo, cuando llegó a territorio estadounidense, Maltez fue detenido inmediatamente junto con otros 26 salvadoreños.

El hombre dijo que huyó de su país después de que los pandilleros locales amenazaran repetidamente con secuestrar a una hija mayor y forzarla a prostituirse, agregando que tenía la intención de enviar por ella y su esposa una vez que llegara a EU Hasta el momento había gastado US$1,500 y 24 días viajando hasta la frontera entre México y EU

“Mis vecinos me dijeron que una vez que llegas a EU, el gobierno te apoya”, dijo Maltez. “Tenía mucho miedo de que no pudiéramos cruzar por lo que pasó con la elección”.

Una tarde reciente, el agente de la Patrulla Fronteriza Isaac Villegas se agachó en un matorral de la ribera del Río Grande, esperando que una balsa inflable controlada por un contrabandista y con ocho inmigrantes entrara al agua.

Luego saltó y gritó, obligando a la balsa a devolverse hacia la orilla mexicana del río y hacer que el contrabandista, en pánico, cayera al agua.

“Probablemente intentará cruzar otra vez en un punto diferente más abajo del río”, dijo Villegas. Sin embargo, añadió: “Quiero acabar con la mentalidad que los contrabandistas tienen de que pueden cruzar este río cuando quieran”.



JMRS
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