Trascendental

Las fuentes de la fe

2015-06-04

En lo profundo de la condición humana reposa la espera de una presencia, el silencioso deseo...

Autor: Hermano Roger de Taizé

No lo olvidemos nunca: el simple deseo de Dios ya es el comienzo de la fe

¿Cómo podemos descubrir esa "fuente única", donde el Evangelio aparece con toda su frescura? Cuando abrimos el Evangelio, cada uno puede decirse: estas palabras de Jesús son un poco como una carta muy antigua que alguien me ha escrito en un idioma desconocido; como me la envía alguien que me quiere, intento comprender el sentido y poner en práctica lo poco que he comprendido...

Los grandes conocimientos no son lo más importante al principio. Estos tienen mucha importancia, pero es con el corazón, desde lo profundo de sí mismo, como el ser humano comienza a comprender el Misterio de la Fe. Los conocimientos vendrán después. Todo no se recibe de una vez. La vida interior se elabora paso a paso. Hoy más que nunca, penetramos en la fe avanzando por etapas.

En lo profundo de la condición humana reposa la espera de una presencia, el silencioso deseo de una comunión. No lo olvidemos nunca: el simple deseo de Dios ya es el comienzo de la fe.

Además, nadie consigue comprender solo la totalidad del Evangelio. Cada uno puede decirse: en esta comunión única que es la Iglesia, lo que no comprendo de la fe otros lo comprenden y viven de ello. Yo no me apoyo sólo sobre mi fe sino sobre la fe de los cristianos de todos los tiempos, aquellos que nos han precedido, desde la Virgen María y los apóstoles hasta los que viven hoy. Día tras día me dispongo interiormente a confiar en el Misterio de la fe.

Entonces la fe, la confianza en Dios, aparece como una realidad muy sencilla, tan sencilla que todos podrían acogerla. Es como un impulso retomado mil veces a lo largo de toda la existencia, hasta el último aliento.



EEM
Utilidades Para Usted de El Periódico de México