Internacional - Economía

Los países del Golfo se preparan para la era pospetróleo

2023-11-21

Pero todos los proyectos se basan por ahora en el modelo de explotar las reservas de combustibles...

Alistair Walsh | DW

Los países de la región del Golfo Pérsico impulsan la utilización de energías renovables. Pero quieren seguir exportando su petróleo y su gas.

Hasta ahora, las reservas de combustibles fósiles, como petróleo y gas, han garantizado riqueza a los países del Golfo Pérsico. Pero su economía se ve amenazada ahora por el vuelco mundial hacia las energías renovables.

Es por eso que están tomando medidas previsoras. En Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar se están construyendo plantas de energías renovables que se cuentan entre las más grandes del mundo.

Antes del Mundial de Fútbol 2022, Qatar construyó, por ejemplo, una planta solar que ha de cubrir el 10 porciento de las necesidades energéticas del país. En Arabia Saudita se levanta en el desierto una ciudad que habrá de funcionar exclusivamente con energías renovables: Neom tendrá una planta solar para hidrógeno verde. Y los Emiratos Árabes Unidos, que este año serán anfitriones de la conferencia climática de la ONU, erigen lo que supuestamente será la planta de energía solar más grande del mundo.

Proyectos como estos fueron ideados para lograr las propias metas: Arabia Saudita se propone generar el 50 por ciento de su electricidad con energías renovables, hasta 2030.

Pero, por el momento, este y otros países del Golfo se cuentan entre los mayores emisores de CO2. La lista la encabeza Qatar, con 35,59 toneladas per cápita. En Alemania, en comparación, se emiten 8,09 toneladas por persona.

Exportaciones con máxima ganancia

No obstante, la región podría acercarse, efectivamente, a sus ambiciosas metas a pasos agigantados, según Mohammad Al-Saidi, profesor e investigador del Centro de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Qatar. Aunque eso no obedece solo a motivaciones ambientales. Según Al-Saidi, uno de los principales móviles es liberar para la exportación las reservas de combustibles fósiles, de modo de maximizar las ganancias.

En 2020, Arabia Saudita era el cuarto mayor consumidor de petróleo del mundo, y el sexto de gas natural. En consecuencia, quedaba menos para exportar. Se prevé que la demanda internacional de petróleo siga aumentando hasta aproximadamente 2040, pese a todas las consecuencias climáticas. Pero entonces, cuando finalmente baje, cada gota no extraída será una oportunidad perdida de ganar dinero.

Otro motivo de peso para apostar por las energías renovables es la intención de atraer inversiones extranjeras y conservar una buena imagen internacional.

Grave impacto de la crisis climática

Proseguir con la exportación de petróleo llena las arcas, pero también podría amenazar la propia existencia. Le región del Golfo Pérsico se verá especialmente afectada por el cambio climático.

Un aumento global de temperatura de 1,5 grados hasta 2050 implicaría previsiblemente un incremento de cuatro grados en los Estados del Golfo. Algunos escenarios predicen que las temperaturas máximas promedio en el verano podrían superar allí los niveles adecuados para la vida humana. El calentamiento global agravaría también las tormentas de arena en la región y las zonas bajas podrían verse afectadas por el aumento del nivel del mar.

En busca de alternativas

En su esfuerzo por seguir exportando combustibles fósiles y reducir al mismo tiempo los riesgos climáticos, la región apuesta también por el almacenamiento de CO2. El proceso consiste en capturar las emisiones y almacenarlas bajo tierra, o usarlas para otros productos. Sin embargo, décadas de investigaciones no han arrojado hasta ahora soluciones que puedan ser utilizadas en la medida suficiente. Y los ambientalistas consideran que esto distrae peligrosamente de las verdaderas medidas de protección del clima.

Al final, de todos modos se cerrará el grifo del dinero para los combustibles fósiles. Y el bienestar económico de la región podría sofocarse con relativa rapidez. Por eso, los Estados buscan fuentes de ingreso alternativas.

Arabia Saudita piensa en la producción de hidrógeno verde y construye, en conjunto con los Emiratos Árabes Unidos, plantas de producción de materias primas, como aluminio, que operarán con energías renovables. También se ve una gran oportunidad económica en la exportación de energía solar. Otros cifran expectativas en el turismo y la inmigración de gente acaudalada.

Pero todos los proyectos se basan por ahora en el modelo de explotar las reservas de combustibles fósiles, para financiar la transición a un futuro libre de CO2.


 



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