Policrato Philodemos
Desde la orilla del retrete
La fetidez apesta y corrompe todo lo que invade, especialmente cuando emana de la política
Es deprimente para la ciudadanía el espectáculo cotidiano de la política en México, especialmente en las actuales campañas electorales donde la partidocracia, en connivencia con las cámaras legislativas, han asaltado el poder elaborándose leyes a modo, para adjudicarse el que le han sustraído al recientemente abatido presidencialismo de la dictadura perfecta, así como para enturbiar la transparencia de sus quehaceres y poderlo ejercer criminalmente con impunidad, arropados por la abusiva interpretación que han hecho del fuero parlamentario, y por la manipulación de una sociedad políticamente analfabeta que desconoce sus derechos y carece de memoria histórica.
Es indignante y desesperanzador para la ciudadanía, que la partidocracia y la clase política en general le estén robando un futuro digno al país, cuando en su ceguera e incompetencia dedican todo su esfuerzo por prevaricar lo más que se pueda, y enfrascados en sus luchas partidarias y mezquinas por el poder olvidan que se deben a la ciudadanía, que en el discurso dicen representar.
En un ejercicio de análisis y de memoria para encontrar la solución del problema en que estamos, cabe preguntarse ¿Cuándo empezó este envilecimiento acelerado del quehacer político y cual ha sido su causa?
La causa evidente ha sido las infinitas formas de corrupción, al parecer importadas desde la conquista, y que ya han pasado a ser inherentes a nuestras tradiciones e idiosincrasia, que sumadas al autoritarismo brutal del los regímenes teocráticos precortesianos, han dejado como secuela las políticas cavernarias que hoy en día tuercen y envilecen todo lo que tocan, sobre todo desde la imposición (durante el régimen presidencial de De La Madrid), de un sistema neoliberal en donde todo se negocia, ya que desde esa visión al ser humano se le mide por el beneficio que puede dejar al perverso ciclo del consumismo, en donde el hombre y la política al servicio de la sociedad, han pasado a ser un consumible más, así como la obtención del mayor lucro posible la única meta de toda actividad humana.
De esa manera es como todo se ha envilecido, incluyendo los deportes, como el boxeo y el fútbol, al igual que la política, han olvidado su esencia al servicio de la comunidad y de la salud, midiéndoseles únicamente por las ganancias que deja su práctica. Así vemos como los partidos políticos y sus candidatos al ser mantenidos por el subsidio del erario, ya no sienten necesidad de acudir y sustentarse de la ciudadanía, por lo que actualmente se encuentran divorciados de la misma, ya que solo la buscan a través de una mercadotecnia estúpida y demagógica para pedirle su voto, para que los legitimen en su "negocio" de cínicos y simuladores, organizados en cúpulas corporativas y/o familias, que solo buscan el poder para su beneficio, sin representar a la sociedad que pretenden gobernar.
Ante el hartazgo ciudadano que se está manifestando hacia el rechazo y el ejercicio del voto nulo, que los deslegitimaría y que está volviendo crítica su permanencia en el poder, aunado a la insostenibilidad y agotamiento del modelo neoliberal, que alienta el consumismo depredador de la naturaleza como "economía de cementerio" al privilegiar el lucro, sacrificando al medio ambiente y a la homeostasis sostenedora de la vida.
Actualmente y debido a la proximidad de las elecciones intermedias, el esfuerzo de la clase política y de su corte de lambiscones, muestran una desesperación patética ante la posibilidad de ser defenestrados en las urnas con la anulación del voto ciudadano, por lo que han optado por esconder sus viejas actitudes cavernarias y despectivas, ante una sociedad a la que han gobernado expoliándola de mil maneras, en un histrionismo pseudo democrático y de falsa humildad, que está muy lejos de la arrogancia y el cinismo que siempre asumieron al gobernar improvisando, ya que por ignorancia o imbécil deslealtad a México, nunca presentaron algún proyecto de nación que fuese viable.
Dentro de este circo de innumerables pistas en donde la piara política mexicana se revuelca en sus miasmas de corrupción y subdesarrollo intelectual, buscando la forma de mantenerse en el poder, destacan las declaraciones recientes de un delirante López Obrador en la delegación de Iztapalapa, cuando asumiendo un cinismo autoritario y de paroxismo antidemocrático, propio de los autócratas e iluminados, propone en público (como cualquier tinterillo de pueblo bicicletero acostumbrado a los cochupos leguleyos), trampear a la democracia al pedir a sus seguidores que voten por "Juanito" (Rafael Acosta, candidato del Partido del Trabajo para delegado en dicha adscripción), y exigirle a este infeliz a que se comprometa en público, que una vez ganadas las elecciones renuncie, para que su subordinado Marcelo Ebrard (jefe de gobierno del D.F.) de inmediato "ordene" a la asamblea legislativa que lo substituya por su candidata frustrada porque así lo determina "el pueblo bueno", término que no es otro sino el nombre con el que ha bautizado a su infinito y enfermo egocentrismo mostrándonos de esa manera cual es actualmente el "súmmun" de la degradación política en el México actual.
Tal parece que a la clase política mexicana se le ha olvidado algo tan elemental (que se enseña en cualquier kindergarten de estudios socio-políticos), como el que a las sociedades, así como a los individuos, se les puede engañar una o dos veces, pero que no es posible engañarlas permanentemente, porque al final el engañado es el engañador, que además corre el riesgo de la venganza de sus víctimas, tal y como le está ocurriendo a la clase política actual que no se ha dado cuenta de que ya agotó su viejo y conocido sistema de simulación y de demagogia permanente.
¿Serán capaces de engañar una vez más a una ciudadanía que ya se hartó de que la traten como a un hato de retrasados mentales y de que la exploten?.... esperemos que el próximo cinco de Julio tendrán la respuesta.
EEM
