Para Reflexionar en Serio

"Amar a tu mujer es amarte a tí mismo"

2010-10-12

El amor conyugal es para S. Pablo el mejor signo visible del amor de Jesucristo a su Iglesia. Con...

Autor: P. Luis Carlos Aparicio Mesones

Carta a los Efesios 5,22-25

"Sujetados los unos á los otros en el temor de Dios"

"Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor"

"Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo"

"Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo.

Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella"

Esta lectura en la Carta a los Efesios nos adentra en la ideología de San Pablo sobre el matrimonio y la familia; un avance extraordinario para su época, cuando la mujer ocupaba el último rango en el escalafón social. Como muestra, sirvan estos párrafos del libro del Exodo: "No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él" (Ex.20,17).

La mujer es presentada como propiedad del hombre, a la misma altura que los animales. Así parecen dar a entender las palabras del Apóstol de las Gentes: "las mujeres que se sometan a sus maridos como al Señor" (Ef. 5,23).

He sugerido a varias parejas de novios escoger este texto para su boda, pero se retraen ante estas palabras iniciales, que consideran misóginas. Nada más lejos de la realidad si analizamos lo que sigue a continuación: "Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo" (Ef.5,29-30).

El amor conyugal es para S. Pablo el mejor signo visible del amor de Jesucristo a su Iglesia. Con él se enaltece la dignidad del matrimonio y, en consecuencia, del hombre y de la mujer.

Todo esto se entiende más aún meditando minuciosamente I.Cor. 13, donde S. Pablo escribe la más grande, bella e insuperable apología del amor:
 
"Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve".

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

"El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor".



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