Vidas Ejemplares

San Atanasio, el Grande

2013-11-29

Nos Cuenta San Gregorio Nacianceno que él desde su conversión se aplicó a...

Fuente: Gaudium Press

San Atanasio el Grande, es uno de los mayores y más ilustres de entre los Padres y Doctores de la Iglesia.

Nació en el año 295, en la ciudad de Alejandría, de padres probablemente no cristianos y de lengua griega, sin embargo de su infancia poco se sabe. Consta que él recibió una sólida educación de base, iniciándose inclusive en la filosofía. Se estima que se convirtió relativamente joven al cristianismo, pues se sabe que a los 17 años fue escogido por el obispo Alejandro para ocupar el cargo de lector.

En el año 318, con 23 años es ordenado diácono y se torna secretario episcopal.

Nos Cuenta San Gregorio Nacianceno que él desde su conversión se aplicó a serias y profundas meditaciones sobre las Sagradas Escrituras, que, a partir de entonces fueron su principal fuente de saber.

En este período, la magna ciudad de Alejandría era azotada, siendo un foco incandescente de la herejía arriana [1].Sin embargo desde el inicio San Atanasio apoyó incondicionalmente a su obispo, uniéndose a éste que fue el primer adversario de Arrio, condenándolo en un sínodo (320).

Debido a la expansión de esta herejía, Constantino, temiendo una grieta eminente de su imperio, convocó el Concilio de Nicea (325), para solucionar tales disputas. Fue entonces, acompañando a su obispo, el diácono-secretario Atanasio. Por las vías de la Providencia, vemos entonces que entra en escena en este concilio, en medio de los obispos que tenían la primacía de la palabra, un simple diácono que comienza a ser temido por los adversarios de la fe. Nos dice San Gregorio Nacianceno sobre la participación de Atanasio: "En Nicea, los arrianos observan al valeroso campeón de la Verdad: de estatura baja, casi frágil, pero de postura firme y de cabeza levantada.

Cuando se levanta, como que se siente pasar una ola de odio a través de él. La mayoría de la asamblea mira con orgullo a aquel que es el intérprete de su pensamiento". [3] Al final, fue aprobada una fórmula de fe, que pasó a llamarse "Credo de Nicea". Arrio fue exiliado...

El 17 de abril de 328, estando listo para entregar su alma a Dios, el obispo Alejandro llevando en consideración las virtudes de su secretario, lo indica para sucederle.

Claro está que tal elección no agradó a los herejes (arrianos y melecianos), que intentaron de todos los modos contestar. Sin embargo el sufragio del clero y del pueblo ratificó, 2 meses y medio más tarde (7 de junio de 328) al indicado para asumir la sede del patriarcado de Alejandría, teniendo el reconocimiento del emperador Constantino.

Viene entonces un período muy conturbado: los 46 años de episcopado de Atanasio (328-373), época en que nuestro Santo puede mostrar todo su celo por la fe, en la que luchó contra Arrio y sus correligionarios, contra los melecianos cismáticos, contra el propio emperador Constantino, y a veces, contra ciertos defensores torcidos e intransigentes del Símbolo de Nicea. Todos los que de él intentaron librarse fracasaron... delante de su firmeza e intransigencia.

Consta que este defensor de la fe fue exiliado cinco veces. De los cuarenta y cinco años que duró su ministerio episcopal, en la sede de Alejandría, San Atanasio estuvo diecisiete años en el exilio, debido a la fluctuación política y a los incesantes ataques de los herejes, a los cuales la resistencia de él irritaba...:

La primera le fue decretada por el emperador Constantino, que lo exilió a la ciudad de Tréveris, después de haber quedado disgustado por el hecho de haberse recusado a recibir a Arrio en la comunión de la Iglesia.

Habiendo fallecido el emperador (337) San Atanasio vuelve para ocupar nuevamente su sede episcopal, pero en el año 339 un sínodo en Antioquia, por instigación del Obispo Eusebio de Nicomedia, lo depone nuevamente. Siendo así, le restó solo buscar refugio junto al Papa Julio I, en Roma.

Muerto el obispo intruso Gregorio (343), hay un nuevo regreso de Atanasio, con la autorización del Emperador Constancio. Sin embargo, otro sínodo en Milán lo declara una vez más depuesto, ocasionando su partida junto a los monjes del desierto egipcio, de los cuales era familiar.

Su cuarto exilio da por ocasión de la medida de Juliano, que juzgando perjudicar a la Iglesia re-entroniza obispos depuestos (que él juzgaba ser malos). Pero habiendo vuelto a su sede San Atanasio continúa luchando por la unión de los cristianos, lo que desagrada al emperador que a su vez quería verlos en discordia... y expulsa a Atanasio "como perturbador de la paz y enemigo de los dioses."

Por último... San Atanasio retorna a Alejandría, habiendo Juliano fallecido en el año 363. Mientras tanto, bajo el nuevo emperador Valente, tuvo nuevamente que dejar su sede, retirándose a una casa de campo en las cercanías de Alejandría, permaneciendo apenas cuatro meses, pues el pueblo fiel, descontento con la actitud del soberano, amenaza con un motín. Lo que hizo permitir la vuelta del verdadero obispo de Alejandría. San Atanasio allá permanece, en fin hasta su santa muerte en el año 373.

Escritos

A pesar de llevar una vida de "peregrino" de exilio en exilio, las vicisitudes ininterrumpidas no le impidieron ser un proficuo escritor. Su producción literaria es amplia, abarca géneros apologéticos, históricos, exegéticos, homiléticos y epistolares.

La mayoría de sus obras está relacionada con la defensa del Credo de Nicéia, o sea de la ‘consubstancialidad', o sea de la ‘divinidad' del Verbo.

San Atanasio era un polemista hábil, por eso sabía servirse de su pluma para defender su rebaño, como a sí mismo. Habiendo sido él perseguido y atacado de todas las formas, se valió de sus escritos, teniendo siempre la seguridad que defendía la fe, en una unidad impar con la doctrina ortodoxa.

Su primera obra es una apología "Contra los paganos y sobre la encarnación del Verbo". En ella se esboza las grandes líneas de su Cristología: "El Verbo de Dios que se hizo hombre para que nosotros seamos Dios."

Su gran obra es un tratado de tres libros contra los arrianos, en el cual discute largamente textos bíblicos en los cuales Arrio pretendía fundamentar su herejía. El primero defiende la definición del Concilio de Nicea, la eternidad del Hijo de Dios y la unidad de la esencia divina. El segundo y el tercero hacen una exégesis de los textos bíblicos que eran debatidos en las controversias contra los arrianos, y consideran pasajes referentes a las relaciones de hijo como Hijo y como Padre.

El "Símbolo Atanasiano" que es un compendio de fe católica redactado en cuarenta sentencias rítmicas. Esta obra fuera atribuida a él a partir del siglo VII, o sea tardíamente, entretanto era considerada autentica hasta el siglo XVII, cuando se averiguó que el texto original es latino y no griego. En este libro el autor propone los misterios de la Santísima Trinidad y de la Encarnación del Verbo, comenzando y terminando con la afirmación: "Esta es la fe Católica y quien no la profesa con firmeza y fidelidad no puede ser salvado."

"Apología contra los Arrianos" que fue redactado aproximadamente en el año 357, cuando San Atanasio volvió de su segundo exilio. Se trata de cartas, actas y decisiones de Concilios Regionales. Siendo que una facción arriana despreciaba el Concilio de Nicea y al Papa, San Atanasio transcribe un pasaje de un Papa:

¿No sabéis que la practica manda que primeramente se escriba a nosotros y que de aquí proceda la justa decisión? Si alguna sospecha estuviese pesando sobre el Obispo de Alejandría, era preciso escribir al respecto a la Iglesia de Roma. Ahora los arrianos, sin haber comunicado ninguna cosa, procedieron como les agradaba y ahora quieren que le demos nuestra aprobación, aún sin haber examinado la causa. Tales no son los preceptos que Pedro y Pablo nos entregaron. Ocurre ahora un modo de actuar y una práctica totalmente nuevos. Ruego a vosotros, pues: estáis dispuestos a atenderme: lo que escribo es para el bien común, pues lo que os decimos es precisamente lo que recibimos del bienaventurado apóstol Pedro.

"Apología al Emperador Constancio", habiendo él sido acusado de instigar al emperador Constante contra su hermano Constancio, escribió esta obra que es una autodefensa en el año 357.

En el mismo año, habiendo el sido nuevamente acusado, pero esta vez por abandonar su diócesis, escribió la "Apología de su fuga" para responder a los que lo acusaban.

Estando refugiado junto a los monjes de Tebaida, escribe la "Historia de los Arrianos".

Hay además muchas otras obras escritas por el Santo, tales como:

- Vida de San Antonio.

- Sobre la Virginidad (autoría un tanto incierta...).

- Epístola a Marcelino sobre la interpretación de los Salmos.

- Las Cadenas (catanæ).

- Diversas cartas las cuales infelizmente muchas están perdidas. Sin embargo se sabe que son escritos de carácter doctrinario, casi como tratados, donde San Atanasio comunica las decisiones de los Concilios, normas de la Iglesia sin entretanto (y ahí vemos particularmente su santidad, su preocupación con la obra de Dios y su desapego a sí mismo) tratar asuntos personales o particulares.

Se destacan:

- Las Cartas festivas.

- Cartas Festivas Sinodales.

- Cartas dogmático-polémicas.

-Epístola al Obispo Epicteto de Corinto.

-Carta a Adélfio, Obispo y confesor.

En fin vemos que la vida de San Atanasio fue una constante defensa de la expresión de la fe definida en el Concilio de Nicea. El pertenecía a los grandes doctores Capadocios, herederos de la tradición de Orígenes, elaborando una teología de la Trinidad, particularmente determinando el sentido de algunas fórmulas (persona o hipóstasis, sustancia; una sustancia en tres hipóstasis).

Bibliografía

-ATANÁSIO, Santo. Contra os pagãos, A encarnação do Verbo, Apologia ao imperador Constâncio, Apologia de sua fuga, Vida e conduta de Santo Antão.Coleção Patrística. São Paulo, Paulus: 2002.

-BETTENCOURT, Estêvão Tavares Pe. Curso de patrologia. Rio de Janeiro, Mater Ecclesiæ, 2003

-Dicionário patrístico e de atigüidades cristãs. Trad. Cristina de Andrade. Org. Angelo Di Berardino. Petrópolis, Vozes: 2002.

-VV.AA. Initiation théologique vol. I - les sources de la théologie. Paris, Cerf: 1952.



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