Sugerencia del Cheff

Hágalo usted mismo

2007-02-22

Quien use siempre pimienta molida, o nuez moscada en el mismo estado, en vez de usar el molinillo...

Por Caius Apicius

Madrid, (EFE).- La industria, como es natural, lleva mucho tiempo poniendo en el mercado una serie de productos alimenticios pensados, en principio, para la comodidad de sus usuarios, a los que evita con ellos una serie de manipulaciones, dándoles las cosas prácticamente hechas.

Eso está bien, claro. Los tiempos actuales no dejan mucho tiempo para emplearlo en la cocina, y hay muchas cosas que resultan muchísimo más cómodas si se compran ya preparadas que si se elaboran en casa. La pregunta es si la comodidad viene acompañada de la misma calidad que obtendríamos haciendo nosotros lo que se nos da hecho; y la respuesta, en la inmensa mayoría de los casos es... no.

No, porque un caldo hecho con buenos ingredientes en casa será siempre mejor que el procedente de una pastilla, un jugo de naranja recién exprimido infinitamente superior al comprado ya envasado y así sucesivamente. Claro que hay cosas hechas que son buenísimas, y pienso en cosas como las pastas, pero son más excepción que regla. De todos modos, no hablamos de esos productos, sino de otros cuya manipulación es sencillísima pero que mucha gente compra ya hechos.

Se trata de los productos cuya textura o integridad hay que modificar. Hoy día son un éxito de ventas esas bolsitas que contienen una cosa llamada 'mesclun', que no es más que una serie de hojas de ensalada de diversas clases ya cortadas. Puede aducirse la ventaja de que su contenido es muy variado; pero una lechuga cortada de cualquier manera y envasada cualquier día nunca será igual que otra picada en casa, si es posible a mano, momentos antes de preparar la ensalada.

Quien compre una bolsa de champiñones ya fileteados ignorará por completo el aroma y el sabor de esta popular seta; bien es verdad que la cultivada no alcanza las cotas de exquisitez de la versión campestre, pero será mucho mejor que la envasada si la limpiamos y la cortamos justo antes de servirla.

De todas maneras, hay cosas que se llevan la palma en cuestiones de diferencia. Una es el queso rallado. El queso rallado es un ingrediente muy importante en infinidad de platos, desde muchas recetas de pasta a tantas otras que se terminan dándoles un golpe de gratinador. Se nos venden muchas marcas de queso ya rallado... cuya utilización puede que sea cómoda, pero nunca tan satisfactoria como si nos tomamos nosotros ese trabajo. Les aseguro que si se compran ustedes un trozo de buen parmesano y lo rallan en el último minuto sobre la preparación que lo requiera... no hay color con lo que viene en las bolsitas.

Ya que de rallar hablamos, incluyamos en este capítulo el tan necesario pan rallado. Hoy la mayor parte de la gente lo compra ya preparado. Yo recuerdo, de mi infancia, el rito de rallar el pan viejo en el aparato correspondiente. Y no hay punto de comparación entre un pan recién rallado en casa, donde sabemos qué pan usamos, y otro que lleva días en una bolsita de plástico. Por cierto: desconfíen de las recetas que prescriben el uso de pan 'rayado': nunca hemos visto pan a rayas.

Pero la mayor diferencia está en las especias. Quien use siempre pimienta molida, o nuez moscada en el mismo estado, en vez de usar el molinillo de especias y molerla directamente y en el último momento... nunca sabrá cuál es el verdadero aroma de esas especias que desencadenaron, a partir del siglo XV, la aventura colonial de los europeos.

Se recuerda siempre lo de que si uno le regala un pescado a un mendigo le resuelve la comida de un día, mientras que si le enseña a pescar le soluciona la de toda su vida: bien, pues comprarse un simple molinillo de pimienta, un sencillo rallador para el queso, es redescubrir y gozar de esos aromas y sabores que, en versión industrial, están francamente disminuidos. No lo duden: háganlo ustedes. Sabe mejor.



AAG