VALORES MORALES
¿Razón o Fe? ¿Filosofía o Teología?
Agustín de Hipona nos exhorta a la necesidad de la razón para llegar a comprender las afirmaciones de la fe, aunque él mismo confirma que la fe sola, por sí misma, ayuda a comprender.
Agustín de Hipona nos exhorta a la necesidad de la razón para llegar a comprender las afirmaciones de la fe, aunque él mismo confirma que la fe sola, por sí misma, ayuda a comprender.
En Padua, en el territorio de Venecia, san Gregorio Barbarigo, obispo, que instituyó un seminario para clérigos, enseñó el catecismo a los niños en su propio dialecto, celebró un sínodo, mantuvo coloquios con su clero y abrió muchas escuelas, mostrándose liberal con todos y exigente consigo mismo. († 1697)
Jeremías es prisionero, cautivo, del Fuego que había prendido en sus entrañas a causa de la Palabra. Por supuesto que, si se empeñase en ello, podría volver a vivir su vida como se le antojara, ajeno a la misión recibida.
La imagen de los querubines se asimila a la de un ángel niño. La etimología hebrea le da el significado de angelito. Los querubines son seres que pueden ser vistos sólo por quienes son elevados a una dimensión superior, es decir, a un estado en que el cielo se abre para ellos.
Nació en el año 1117 en Pisa (Italia). Sus padres, Gandulfo Scacceri, próspero comerciante, y Mingarda, perteneciente a la noble familia de los Buzzacherini, deseosos de impartirle una educación rigurosa a su único hijo, encomendaron su formación al sacerdote don Enrico de San Martino.
Un día, mientras charlaba con unas amistades, tuvo una visión de Nuestro Señor Jesucristo que le mostraba sus heridas y le pedía que lo amase solo a El. Lutgarda aquel día descubrió el amor de Jesús y lo aceptó al instante como su Prometido. Desde aquel momento su vida cambió.
«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga».
Amós es el primer profeta escritor y sus vaticinios, que constituyen para nosotros el primer documento del profetismo, son también una preciosa fuente de noticias sobre su vida y sobre las costumbres de su pueblo, siete siglos y medio antes de Cristo. Predicó entre el 762 y el 750 a.C.
No parece serio echar a Dios la culpa de todo lo que se nos antoja que no va bien en este mundo. “Son los hombres −decía C. S. Lewis−, y no Dios, quienes han producido los instrumentos de tortura, los látigos, la esclavitud, los cañones, las bayonetas y las bombas.
Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno.
Hijo de una rica familia, vino a Constantinopla cuando era joven intentando obtener un puesto en la corte. Pero un monje lo persuadió de que cambiara de intención y entrara a un monasterio. Bajo el emperador León V (El Armennio, 813-820) se inició la persecución iconoclasta por segunda vez.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda».
Cuando tu vida empieza, tienes apenas una maleta pequeña de mano, y unos cuantos juguetes que cuidas como lo más importante, efectivamente la vida para ti en esos momentos es un simple juego, juegas a ser bombero, policía, enfermera, mamá o papá, a medida en que los años van pasando.
Entre las muchas enseñanzas de Jesús, encontramos esta invitación que nos parece más bien dura: El que quiera ser discípulo mío debe negarse a sí mismo, cargar con su cruz diariamente y seguirme. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi causa la encontrará.
Presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Portugal, primero fue canónigo regular y después entró en la Orden recién fundada de los Hermanos Menores, para propagar la fe entre los pueblos de África, pero se dedicó a predicar por Italia y Francia, donde atrajo a muchos a la verdadera fe.
Vivimos en un mundo marcado por la cultura de muerte. Las constantes manifestaciones de rupturas con uno mismo como soledad, tristeza, sin sentido, búsquedas desenfrenadas de falsas seguridades; las rupturas con los demás traducidas en violencia, delincuencia, terrorismo, guerras, entre otras.
La civilización dominante ha intentado negar el pecado en todas sus dimensiones y suprimir el sentido de la muerte. Sin embargo, no ha conseguido evitar la angustia del hombre que se advierte limitado y no encuentra en la sociedad los medios suficientes para salir de esta situación.
La fama del hijo menor de la parábola del hijo pródigo, que escuchamos proclamar en los Evangelios, haría enojar aún más al hijo mayor, que hasta el punto que conocemos, resistió los ruegos de su padre para que entrara a la fiesta en honor de su hermano, venido desde lejos, desde un país lejano.
León era romano, hijo de Aciupio e Isabel. En el momento de su elección era cardenal de Santa Susana, y aparentemente también “vestiarius”, o sea jefe del tesoro pontificio. Coronó como emperador romano al rey de los francos, Carlomagno, y se distinguió por su defensa de la verdadera fe.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda».