TRASCENDENTAL
¡Es el Señor!
En un cuento hasídico recogido por Martin Buber y que tiene como título «El juego del escondite», el nieto de Rabí Baruch, un anciano rabino, jugaba un día al escondite con otro niño
En un cuento hasídico recogido por Martin Buber y que tiene como título «El juego del escondite», el nieto de Rabí Baruch, un anciano rabino, jugaba un día al escondite con otro niño
“El mensaje de la Divina Misericordia ha sido para mí siempre querido y cercano. Es como si la historia lo hubiese inscrito en la trágica experiencia de la segunda guerra mundial. En aquellos años difíciles, fue un particular sostén y una inagotable fuente de esperanza".
Fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte.
El camino para llegar a Dios es el que Él mismo nos ha señalado revelándonos una religión La religión verdadera sólo puede ser una, pues las religiones se contradicen entre sí, y la verdad sólo puede estar en uno de los dos campos: si sobre un punto concreto,
Antes de morir Jesús había profetizado varias veces su resurrección. Por lo tanto, al resucitar por su propio poder, demostraba nuevamente, y con la prueba más convincente, que era Dios.
Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado por su madre.
El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas.
¡Aleluya! ¡El Señor resucitó! Hoy es Domingo de Resurrección. Los creyentes del mundo celebran la fiesta más importante de la Iglesia, donde se recuerda la victoria de Jesucristo sobre la muerte, al resucitar de entre los muertos. El triunfo sobre la muerte, la apertura de las puertas del cielo.
Jesús duerme en el sepulcro, y nosotros esperamos el gran acontecimiento de la Resurrección, perseverando con María en la espera, rezando y meditando. Hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana, en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien.
El Sábado Santo no es una jornada triste. El Señor ha vencido al demonio y al pecado, y dentro de pocas horas vencerá también a la muerte con su gloriosa Resurrección. Nos ha reconciliado con el Padre celestial: ¡ya somos hijos de Dios! Es necesario que hagamos propósitos de agradecimiento.
Desde siempre, para la criatura humana la muerte es inevitable y permanece como libro cerrado. Y, ciertamente, como motivo de congoja e inquietud. Porque, si hay algo más terrible, es pensar que todo termina, es estar convencido de que todo termina para uno.
La liturgia de estos días nos va hablando de cómo Jesús se va encontrando cada vez más ante un juicio. Un juicio que Él hace sobre el mundo y, al mismo tiempo, un juicio que el mundo hace sobre Él. El juicio que el mundo hace sobre Él se define en la fe, y por eso dirá: "Si no creen que Yo soy".
El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último gesto litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande.
Santa Gladys, Reina de Gales. Fue una santa que al enviudar, decidiría dedicar todas sus riquezas al pueblo, principalmente a los marginados, para finalmente retirarse y seguir una vida dedicada a la penitencia y oración, viviendo en la soledad de una ermita en el sur de Gales.
Para el narrador evangélico, en torno a Jesús, la gran víctima, giraba toda una corte de personajes que parecían los arquetipos de toda gran tragedia humana: judas, la traición; Pilato, la cobardía; Herodes, la lujuria; Caifás, la hipocresía; María, el amor sin mancha; Magdalena, el arrepentimiento.
Reflexionemos en Cristo en la cruz, en el crucifijo en el cual nosotros acabamos aprendiendo a Cristo, acabamos reconociendo a Cristo. ¿Qué es lo que vemos cuando miramos el crucifijo? La cruz de Cristo en el Calvario es el testimonio de la fuerza del mal contra el mismo Hijo de Dios.
El jueves se bendicen los sagrados óleos para el bautismo, para la unción de los enfermos, y el crisma. Luego por la tarde, después de la misa «in cena Domini», habrá tiempo para la adoración, como para responder a la invitación que Jesús dirigió a sus discípulos en la dramática noche de su agonía.
El jueves por la tarde, Jesús volvió a subir a Jerusalén, pero no públicamente como los días anteriores, sino con precauciones para evitar problemas con los que le buscan para matarle. Quiere calma y las condiciones materiales más adecuadas para un designio que cruzará los siglos.
Los primeros años de religioso no fue muy fervoroso, pero luego un día empezó a oír continuamente este mandato: "Renuncie a todo lo que no lo ayude a conseguir la santidad". Y se repetía tan frecuentemente este mandato en su mente que se propuso empezar una vida espiritual verdaderamente seria.
De camino, saliendo de Cesarea de Filipo hacia Galilea, Jesús comenzó a descubrir a los discípulos que Él debía ir a Jerusalén, sufrir allí muchas cosas de parte de los sacerdotes, de los escribas y de los jefes de la nación, que sería condenado a muerte, para resucitar al tercer día.