CABALÍSTICO
“El talón de Aquiles”
Pero no podemos por eso quedarnos paralizados, ni dejar de asumir compromisos por un excesivo miedo a vernos envueltos en conflictos que cualquier buena causa nos puede acarrear.
Pero no podemos por eso quedarnos paralizados, ni dejar de asumir compromisos por un excesivo miedo a vernos envueltos en conflictos que cualquier buena causa nos puede acarrear.
Y por ello esos resultados no son frutos suyos, aunque a primera vista lo parezcan, sino de Dios que se sirve hasta de sujetos maliciosos para sus santos fines, y para premiar a las personas de buena voluntad que de otro modo serían víctimas morales inocentes del malvado.
Presbítero, que falleció en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la región de la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más importante de su doctrina espiritual.
«Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados: perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aplastados» (2 Cor 4, 8).
Estamos llamados a trasladarnos desde la ingenuidad de un niño -a través de la inocencia perdida, los desarreglos y la frecuente sofisticación cínica de la edad adulta- hacia una “segunda ingenuidad”, una postsofisticación,
San Pacomio, abad, que, cuando aún era pagano, se sintió impresionado por el testimonio de caridad cristiana para con los soldados detenidos en la cárcel común y, después de abrazar el cristianismo, recibió el hábito monástico de manos del anacoreta Palamón.
¿Cuando hacemos una petición se la pedimos al Espíritu o directamente a Jesús, Nuestro Señor? ¿Se podría decir que el Espíritu Santo es como un ángel guardián que nos cuida y nos ayuda, es decir una persona? ¿O podríamos decir que es una fuerza que viene de lo alto, que es una luz, no una persona?
Por otro lado, ya Jesús nos la dejó como Madre en la persona de su apóstol Juan, mientras agonizaba en la cruz, y así como aquél la recibió en su casa desde aquel día, nosotros también debemos recibirla en nuestras vidas si es que realmente nos llamamos cristianos.
Hijo de Juan, un médico, marso de la provincia y ciudad de Valeria; sucedió a Bonifacio III tras un paréntesis de unos nueve meses; consagrado el 25 de Agosto de 608; murió el 8 de Mayo de 615; (otras fuentes indican que fue consagrado el 15 de Septiembre de 608 y murió el 25 de Mayo de 615).
A la edad de siete años, según su primer biógrafo, Padre Jerónimo Andreucci S.I., hizo voto de consagrar a Dios su vida. Durante la primera fase de su juventud, vivió el conflicto entre las seducciones del mundo y la promesa hecha a Dios. Superó tal conflicto con oraciones y muchos sacrificios.
Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada.
Y Jesús, ¡qué diferente!: En las horas previas a su muerte sintió profundamente la traición de sus discípulos, sudó sangre en su agonía, y justo minutos antes de morir gritó en su angustia mientras se sentía abandonado. Sabemos, por supuesto, que su grito de abandono no fue su momento final.
Están también las familias desintegradas, que se caracterizan por la evasión de sus miembros y por los puestos vacíos; o por silencio de muerte donde no hay palabras de cariño, ni manifestaciones de amor. La familia desintegrada es un foco de corrupción que produce vagos, vividores, viciosos (1).
En Arlés, en la región de Provenza (Francia), san Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno y viajando a pie.
Rob no es la única persona que necesitaba tomar esta decisión, todos necesitamos tomarla. Decidir si aceptamos el regalo de Dios de la vida eterna. Si rechazamos el regalo de Dios, estamos condenados a una muerte espiritual--separación eterna de Dio. Sin embargo si lo aceptamos, tenemos vida eterna
Uno de los valores esenciales mantenido por cierto grupo de cuáqueros es algo que denominan ortodoxia generosa. Me encanta la combinación de esas dos palabras. La generosidad habla de apertura, hospitalidad, empatía, amplia tolerancia y de sacrificar algo de nosotros mismos por los demás.
Felipe y Santiago, apóstoles. Felipe, que, al igual que Pedro y Andrés, había nacido en Betsaida, era discípulo de Juan Bautista y fue llamado por el Señor para que le siguiera. Por su parte, Santiago, de sobrenombre "Justo", hijo de Alfeo y considerado en Occidente como el pariente del Señor.
Narra la tradición que para determinar cuál era la cruz en la que había muerto Jesús, pidieron a personas enfermas que tocaran una por una las 3 cruces, notando que una en particular sanaba a los enfermos.
Muchos de nuestros amigos, al ver que somos coherentes con la fe, que no la disimulamos ni escondemos en determinados ambientes, se verán arrastrados por ese testimonio sereno, de la misma manera que muchos se convertían al contemplar el martirio -testimonio de fe- de los primeros cristianos.
Kathleen Dowling Singh admite que haciendo una serie de contracciones mentales creamos nuestro propio miedo a la muerte. Esto también es verdadero en lo referente al más allá: haciendo una serie de desafortunadas contracciones teológicas creamos nuestro propio miedo al infierno.