PANORAMA NORTEAMERICANO
El fin del liderazgo americano
Con el final del verano, Estados Unidos se adentra en una larga campaña que concluirá con las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020.
Con el final del verano, Estados Unidos se adentra en una larga campaña que concluirá con las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020.
Trump está utilizando agresivamente las sanciones económicas como la herramienta principal de política exterior hasta cierto punto nunca visto en décadas, o quizás nunca. Muchos cuestionan los resultados incluso mientras las autoridades insisten en que las sanciones están logrando sus objetivos.
Los problemas de EU son innumerables aunque hay todavía quienes lo consideran como paradigma de la nación más poderosa de la Tierra. La Unión Americana cuenta con el 3,9 por ciento (327.2 millones de habitantes) de la población mundial: 6,000 millones de personas.
Cuando un presidente solicita la redacción de un discurso especial, convoca a los medios nacionales y envía un mensaje a todos los estadounidenses de que en el país no hay lugar para “ideologías siniestras” de “racismo, intolerancia y supremacía blanca”, la respuesta normal es aplaudir.
Es desesperante ser tan repetitivo y seguir señalando que Donald Trump es racista, pero alguien tiene que hacerlo. Es necesario porque se trata de un problema fundamental de carácter, que arruina y determina muchos otros rasgos, casi de la misma manera en que lo hacen su sexismo y su xenofobia.
Un misterio rondaba en los círculos conservadores de Washington esta semana después de que una aparente confusión audiovisual propinó un golpe al presidente estadounidense, Donald Trump. Revisemos la escena.
"¡Devuélvelos a casa!". Ese fue el grito con el que miles de seguidores recibieron el miércoles a Donald Trump en un mitin en Greenville (Carolina del Norte), una plaza fuerte republicana. Ese va a ser el clamor de una larguísima campaña para la reelección en noviembre de 2020.
Los insultos racistas de Donald Trump contra cuatro congresistas demócratas no responden solo a una ideología que el presidente no ha ocultado a largo de su vida, como empresario y como político, sino a una estrategia electoral que busca sacar votos de la división, el miedo e incluso el odio.
El presidente estadounidense Donald Trump despertó la mañana del domingo, miró hacia la nación que lidera, vio las astillas secas de las relaciones raciales y decidió arrojar una cerilla encendida.
Más allá del rifirrafe diplomático, la dimisión de Darroch revela el desplome de las relaciones entre EU y Europa. En enero, el Gobierno de Donald Trump rebajó la consideración diplomática del embajador de la Unión Europea, que pasó, así, a ser representante de una organización internacional.
Cada 4 de julio Estados Unidos, un país muy joven, celebra en la calle su cumpleaños como nación, en un acto ciudadano masivo con un sano patriotismo cívico que en España sería impensable.
Primero, la mala noticia: Donald Trump ganará casi seguro las elecciones y seguirá hasta 2024. La serie de HBO Years and Yearsdibuja un escenario peor: detrás gobernará Mike Pence. Sería una gran oportunidad para que los guionistas renuncien a las distopías y empiecen a alentar las utopías.
Los debates de la semana pasada sin duda debilitaron al exvicepresidente estadounidense, Joe Biden, y aumentaron las posibilidades de que un aspirante en definitiva más progresista —tal vez las senadoras Kamala Harris o Elizabeth Warren— gane la candidatura.
El ex vicepresidente estadounidense Joe Biden sufrió el jueves los duros ataques de la senadora Kamala Harris, que salió fortalecida de la segunda jornada del primer debate demócrata, en el que el primero fue criticado por su edad y por sus polémicos comentarios sobre segregacionistas.
La virtud de la previsibilidad es ajena al trumpismo. Lo prueba esta crisis, construida a pulso desde que el magnate inmobiliario ganó las elecciones. Alentado por sus amigos saudíes e israelíes, Trump se propuso arruinar al país persa, evitar su apertura al mundo y echarlo en brazos de radicales.
Como descubrimos en 2016, no es impensable que un candidato esperpéntico, partiendo de una posición marginal, termine haciéndose con la presidencia de Estados Unidos. En la siguiente lista, por tanto, tal vez se encuentre el siguiente líder o lideresa del mundo libre.
Durante más de dos años, la prensa y la oposición en Estados Unidos ha estado comparando la actitud de Donald Trump contra la investigación sobre la trama rusa con la de Richard Nixon durante los meses del escándalo Watergate. Este domingo, lo hizo él mismo.
Robert Mueller ha dejado este miércoles el cargo de fiscal especial de la trama rusa con un mensaje implícito pero claro: "Si hubiésemos estado seguros de que el presidente claramente no cometió un delito, lo habríamos dicho".
El espectáculo del miércoles distrajo la atención del disenso en las filas demócratas sobre lo que según algunos es un proceso que culminará con el inicio de un juicio político a Trump.
¡Vamos, Colombia, no se deje de Trump! Según The Washington Post, Trump ha falseado la verdad 4.229 veces en 558 días de Gobierno. Y, a pesar de reducir la política a su parodia, va a ser reelegido en 2020 porque en su presidencia se ha logrado la tasa de desempleo más baja en medio siglo: 3,6 %.