MENSAJERÍA
¿Jesús en la cárcel?
La prisión sólo tiene sentido cuando sirve para renovar al hombre, ofreciendo una posibilidad para reflexionar, cambiar de vida e integrarse en plenitud a la sociedad
La prisión sólo tiene sentido cuando sirve para renovar al hombre, ofreciendo una posibilidad para reflexionar, cambiar de vida e integrarse en plenitud a la sociedad
Desde el inicio de la creación, cuando Dios creó al hombre a su imagen y el hombre rechazó esta amistad por su desconfianza y desobediencia, la historia nos muestra el esfuerzo del hombre para volver a encontrar la felicidad que tenía al principio pero había perdido.
Consolidó la Iglesia en toda la región subalpina y que, por defender la fe del Concilio de Nicea, fue desterrado por el emperador Constancio a Escitópolis y, posteriormente, a Capadocia y a la Tebaida. Tabajó con empeño y valentía para restablecer la fe contra los arrianos († 371).
Había, y todavía hay, en Jerusalén hombres que viven al día, aún teniendo a su cargo una familia. Su vida es el jornal que van a ganar aquel día.
¿Qué significa “nacer de nuevo”? La expresión aparece en el Evangelio de Juan en una conversación que Jesus tuvo con un hombre llamado Nicodemo.
La salvación es un don y una tarea. Sin la gracia de Dios nadie puede salvarse, pero sin el ejercicio de la propia libertad para el bien, tampoco. Aquí reside el drama de la existencia humana; saber vivir de acuerdo con una libertad amante y rechazar la libertad esclava del pecado.
A los 12 años era estudiante universitario y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83 años, publicó más o menos 3 libros por año.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo».
El Juicio Final será hecho en el contexto de una gran batalla iniciada en el Cielo, en la cual San Miguel y los Ángeles buenos derrotaron a Lucifer y sus secuaces, batalla continuada en esta Tierra entre los hombres justos y los malvados.
El caso había comenzado cuando le fue diciendo un día a su padre que le diera la parte de la herencia que le correspondía. ¿Le correspondía? ¿Tenía derecho a ella? Al parecer él sabía que era heredero legítimo y podía reclamarla. Y el padre resolvió darle también al hijo mayor su porción.
Un poeta argentino, hace ya muchos años, expresaba su descubrimiento: lo sufrido, lo llorado, lo perdido, tienen sentido si nos condujeron a metas buenas, a reencuentros, a amores que no pasan.
Quiso ser militar. Sin embargo, en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.
Una avalancha lo lleva todo ante sí. Prácticamente no existen fuerzas humanas que puedan detenerla. Los daños que provoca son incalculables.
En el año 313 el cristianismo fue despenalizado por el Emperador Constantino y en el 380 el Emperador Teodosio declaró que sería la única religión oficial del Imperio. Medio siglo después, en el 431, el Concilio de Éfeso decretó que María podía ser honrada con el título de Theotokos.
San Pedro predicó en favor de la comunión frecuente y exhortó a los cristianos a convertir la Eucaristía en su alimento cotidiano. Sus sermones le valieron el apelativo "crisólogo" (hombres de palabras de oro") y movieron a Benedicto XIII a declarar al santo doctor de la Iglesia, en 1729.
De los objetos más comunes y ordinarios de nuestro día a día, pocos o quizás ningún otro nos remitirá a tan elevadas consideraciones como un reloj.
Siempre que se comienza a hablar de virtudes teologales, quizás algunas personas se disponen a aguantar un discurso hecho de prescripciones, un sermón que perciben como alejado de los propios intereses.
Jesús cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
Fue un apóstol infatigable, dio pruebas de su humildad, paciencia y mansedumbre, y jalonó su vida con la oración y entrega constantes. Como dijo de sí mismo en 1920, su fe no fue «vacilante», sino «firme e inquebrantable», y así lo mostró nuevamente al final de su existencia.
«Señor, enséñanos a orar,.». «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».