América Latina enfrenta hoy devaluada la cumbre del G20 con dos presidentes en retirada y otro, el anfitrión Mauricio Macri, jaqueado por una severa crisis interna y necesitado más que nunca de un Donald Trump garante de su severo plan de ajuste.
La cumbre del G20 comienza hoy entre medidas de seguridad jamás vistas en Argentina y con un Donald Trump que ya está en Buenos Aires y que acaparó todo el "show" aún antes de viajar tras dar un portazo a su esperada reunión con el líder del Kremlin, Vladimir Putin.
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, dijo el jueves que el caso del príncipe saudí, Mohammed bin Salman, quien fue acusado de crímenes de guerra y de la muerte de un periodista, podría ser tratado en el temario de los líderes del G-20, que se reunirán el viernes y el sábado en Buenos Aires.
"Basado en el hecho de que las naves y los marineros no han regresado a Ucrania desde Rusia, he decidido que sería mejor para todas las partes concernientes cancelar mi reunión previamente establecida en Argentina con el presidente Vladimir Putin", escribió en Twitter hoy el mandatario.
Las naciones miembro del G-20 seguían luchando por llegar a un acuerdo sobre temas clave como comercio, inmigración y el cambio climático, mientras los líderes mundiales comenzaban a llegar a Buenos Aires antes de una cumbre que comenzará el viernes.
Los presidentes de Argentina y Francia admitieron el jueves que la polémica que rodea al príncipe heredero de Arabia Saudita por su supuesta responsabilidad en el crimen de un periodista podría convertirse en uno de los temas conflictivos de la cumbre del G20 en Buenos Aires.
El presidente Donald Trump, que arriba hoy a Buenos Aires como uno de los grandes protagonistas de la cumbre del G20, donde enfrentará algunos temas cruciales como su guerra arancelaria con China, canceló la posibilidad de mantener una reunión bilateral con el ruso Vladimir Putin.
El mundo está en manos de unas pocas personas. Son las que se reúnen a partir de mañana viernes en Buenos Aires. El llamado Grupo de los 20, o G20, raramente genera soluciones. Pero abre vías para el diálogo y, en sentido contrario, revela las fracturas más amenazantes para la humanidad.
Argentina prepara un gran operativo de seguridad durante los próximos días para asegurar tranquilidad durante la cumbre de líderes de las naciones del G-20 en Buenos Aires, para lo que decretó feriado el viernes y cerrará los principales distritos comerciales de la capital.
Organizaciones sociales y partidos políticos de izquierda marcharon el miércoles por el centro de la Ciudad de Buenos Aires para protestar contra la cumbre de líderes del G-20 que se realizará en la capital argentina entre el viernes y el sábado.
Las autoridades aseguran que Buenos Aires será una ciudad blindada durante la cumbre de líderes del G-20, pero los dispositivos de seguridad generan más dudas que certezas luego de violentos incidentes protagonizados por hinchas de fútbol y anarquistas.
Las expresidentas de Argentina, Cristina Fernández, y de Brasil, Dilma Rousseff, cuestionaron duramente las políticas neoliberales de los gobiernos que las sucedieron y llamaron a enfrentarlos con una alianza heterogénea que incluya a sectores no encolumnados en la centroizquierda latinoamericana.
El encuentro del G20, que se realizará en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, será el acontecimiento más importante de la historia diplomática argentina.
Todas las miradas estaban puestas en él. Daniel Ortega había confirmado su asistencia la Cumbre Iberoamericana de La Antigua en un intento de lavar su imagen tras la represión emprendida en abril contra sus opositores, que ha dejado más de 300 muertos y 400 encarcelados.
Los diputados de la coalición oficialista de Argentina aprobaron el jueves en la madrugada un austero presupuesto que el Gobierno considera clave para superar una crisis económica, un triunfo para el presidente Mauricio Macri luego de protestas violentas contra el ajuste fiscal.
Por unas horas, y hay que tocar madera o cruzar los dedos antes de decirlo, pareciera que la Argentina tiene un pequeño respiro. Las cosas están, como quién dice, atadas con alfileres. Una leve brisa puede producir, en el momento menos pensado, un desastre.
En un nuevo revés judicial, la expresidenta y actual senadora argentina Cristina Fernández y sus dos hijos afrontarán un juicio bajo la acusación de encabezar una "asociación ilícita" que ejecutó un esquema de lavado de activos de origen ilegal a través de negocios inmobiliarios.
Una huelga general de 24 horas en protesta contra el ajuste impulsado por el presidente Mauricio Macri paralizaba el martes sectores clave como el transporte, la banca y la exportación de granos, en medio de la grave crisis económica que sacude a Argentina.
Las protestas se recrudecían el lunes en Argentina con marchas y bloqueos para acceder a la capital mientras el presidente Mauricio Macri intentaba en Nueva York recobrar la confianza de los inversores y avanzar en la concreción de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
El gobierno del conservador Mauricio Macri cuestionó el viernes las críticas del presidente de Bolivia Evo Morales contra la justicia argentina por las graves acusaciones contra su amiga y excolega Cristina Fernández.
