VALORES MORALES
Un don demasiado menospreciado
¿Qué persona extraordinariamente sabia, o qué altísimo ángel de luz, un serafín, por ejemplo, tendría capacidad de idear esa originalidad única?
¿Qué persona extraordinariamente sabia, o qué altísimo ángel de luz, un serafín, por ejemplo, tendría capacidad de idear esa originalidad única?
Memoria de la inhumación de san Buenaventura, obispo de Albano y doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia.
“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal [...].
El pardal no vuela con la elegancia de las golondrinas, no canta como los ruiseñores, ni posee los bellos colores de las saíras. Carece de la agilidad vertiginosa del colibrí y la habilidad de un hornero. Es, tal vez, el más insignificante de los pajaritos.
Entre esas ayudas, una consiste en el dolor por el propio pecado. Un dolor que no coincide simplemente con lo que uno siente al constatar su propia flaqueza.
Un grupo de denominaciones protestantes está colaborando en la distribución de un folleto titulado “Cartilla Moral”, obra original de Alfonso Reyes, adaptada por José Luis Martínez, editada por vez primera en 1952, reimpresa por la Secretaría de Educación Pública en 1992 y en 2018.
En la ciudad de Los Andes, en Chile, santa Teresa de Jesús (Juana) Fernández Solar, virgen, que, siendo novicia en la Orden de Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía, su vida a Dios por el mundo pecador, muriendo de tifus a los veinte años de edad (1920).
Al hablar de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado es común describir al Estado como laico. Incluso se hacen esfuerzos por preservar la laicidad del Estado ante lo que se consideran ataques a esta característica.
Fiesta de san Benito, abad, patrono principal de Europa, que, nacido en Norcia, en la región de Umbria, pero educado en Roma, abrazó luego la vida eremítica en la región de Subiaco, donde pronto se vio rodeado de muchos discípulos.
Daría la mitad de mi fortuna por un minuto de paz –dijo una vez un multimillonario. Y no andaba tan desubicado. Sin paz se puede tener todo menos felicidad.
Un corazón pervertido por el resentimiento y el reclamo. Por el odio a Dios, porque no le satisfizo falsas expectativas de una educación deformada por el naturalismo y la ambición del éxito, no podrá nunca ver lo esencial del hombre, de la sociedad humana y de la estética del universo.
Siempre hay momentos en que queda deslumbrado por un aspecto concreto de una persona concreta y, entonces -también en mayor o menor medida-, desea ser, en ese aspecto, como esa persona.
Con la historia en la mano poco puede decirse de él, como mucho que quizá un mártir de Asia menor a quien ya se rendía culto en el Siglo v. Su nombre griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana.
Cada año, escribo una columna compartiendo con los lectores el título y una breve sinopsis de los diez libros que más me impresionaron ese año. Ocasionalmente, sin embargo, juzgo que un libro es suficientemente excepcional como para merecer su propia columna.
Vivir la fidelidad se traduce en la alegría de compartir con alguien la propia vida, procurando la felicidad y la mejora personal de la pareja.
San Nicolás Pieck o Pick junto con otros diez franciscanos del convento de la pequeña ciudad holandesa de Gorcum, junto con otros ocho sacerdotes y religiosos, fueron martirizados por los calvinistas en Brielle por negarse a apostatar de la fe y, en especial, a retirar su obediencia al Papa.
A aquella mujer le sobraba sabiduría, y nos da a todos un interesante tema de reflexión. Me refiero a la importancia del papel de los padres, de los profesores, de todos los que contribuyen de una manera o de otra a la formación de las nuevas generaciones.
Cuando pensamos en nuestra resurrección, puede ser que nos venga a la mente la imagen evangélica de los habitantes de Betania, junto con Marta y María que han ido a la tumba de Lázaro.
En Cesarea de Palestina, san Procopio, mártir, que en tiempo del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de Scytópolis a Cesarea, donde, por manifestar audazmente su fe, fue inmediatamente decapitado por el juez Fabiano (c. 303).
San Fermín, obispo de Pamplona. El obispo de Tolosa San Saturnino le envió a predicar el Evangelio a Pamplona, le consagró por su primer obispo y, vuelto después de algunos años a las Galias, predicó el Evangelio en el norte de Francia, muriendo en Amiéns, s. II.