Reportajes
Aumentan los casos de coronavirus y China limita la cobertura mediática
La frustración del público solía no censurarse en línea y los sitios noticiosos reportaban con rigor sobre la epidemia. Esos días parecen haber quedado atrás.
La frustración del público solía no censurarse en línea y los sitios noticiosos reportaban con rigor sobre la epidemia. Esos días parecen haber quedado atrás.
Wuhan, una ciudad china de unos 11 millones de habitantes, lleva más de una semana prácticamente aislada mientras el Gobierno intenta contener el brote del coronavirus, cuyo rápido contagio ha matado a más de 400 personas e infectado a miles.
Nuestro cerebro percibe mejor los riesgos si los define de manera dramática. Necesitamos un personaje (la enfermedad) y un cambio drástico en el transcurso de los acontecimientos (la rutina diaria) para ponernos alerta. Pero la enfermedad raras veces se comporta conforme a este guión.
Después de 10 días de trabajos intensivos, el alcalde de Wuhan (China), Zhou Xianwang, ha entregado este domingo al personal médico del Ejército Popular las llaves del nuevo hospital, el Wuhan Volcan, para dar respuesta a la alerta sanitaria del coronavirus.
En Corea del Sur, Japón, Hong Kong y Vietnam hubo clientes chinos a los que se les negó en servicio en restaurantes. En Indonesia hubo una manifestación cerca de un hotel pidiendo la marcha de los huéspedes chinos. Periódicos en Francia y Australia recibieron críticas por titulares racistas.
En las últimas 24 horas, el número de infectados creció en más de 2,100, para rondar los 12,000; las víctimas mortales llegaban a 259; Las personas bajo observación, 118,000, de los que de 18,000 se sospecha que se hayan contagiado. La única noticia positiva: el número de pacientes curados, 263.
El nuevo coronavirus se cree que se propagó precisamente desde uno de estos lugares: un mercado de venta al mayoreo en Wuhan, una ciudad en el centro de China, donde los vendedores comerciaban de manera legal con animales vivos en condiciones de hacinamiento.
La responsabilidad, el cansancio, el miedo: todos son enormes. Aunque parezcan ángeles, son personas, y como tales a veces se rompen. Los derrumbamientos emocionales del personal sanitario de los hospitales de Wuhan han sacudido las redes sociales chinas, suscitando tanto pesar como admiración.
La ciudad china es el epicentro de un brote viral que preocupa al mundo, pero también ha sido uno de los grandes pilares del país para convertirse en una potencia industrial.
Los servicios de transporte en tren, avión, autobuses para distancias largas y ferrys fueron suspendidos. Generalmente, Wuhan es uno de los aeropuertos más transitados de China, con unos 600 vuelos programados a diario. El servicio de autobús municipal y de metro también fue detenido.
La jornada empieza con el mismo ritual: en la puerta del hotel, un termómetro en la frente de todo el que pasa. La recepcionista tranquiliza a un huésped: “Tenemos suministros de sobra, recibimos muchos productos antes del bloqueo, no se preocupe”.
Unos pocos pasajeros en la estación de trenes de Wuhan en China mostraron cierta rebeldía esta semana al llegar al epicentro de un brote del nuevo coronavirus que ha causado la muerte a decenas de personas, infectó a cientos y avivó el temor a que se desate una epidemia en la región.
Zhang Wenzhen está sentada en la acera, consultando su teléfono móvil de manera frenética. No hay nadie a su alrededor, excepto una docena de guardias de seguridad que al otro lado de la calle protegen la entrada al hospital Jinyintian.