TRAS BAMBALINAS
A Trump le gustan los tiranos, salvo los latinoamericanos
La cumbre en Singapur del 12 de junio entre Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, provocó reacciones particularmente fuertes.
La cumbre en Singapur del 12 de junio entre Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, provocó reacciones particularmente fuertes.
Del odio más profundo y las amenazas de guerra nuclear a una amistad basada en la admiración mutua que incluye una invitación a la Casa Blanca. Explicar la veloz transformación de la relación entre Donald Trump y Kim Jong-un es una misión casi imposible.
En la cumbre de Singapur de este martes entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, ambos protagonistas han cantado victoria. Pero quien realmente ha salido más beneficiado ha sido el Gobierno de Pekín.
Rusia ha irrumpido en el proceso de desnuclearización norcoreano recordando su apuesta por una solución progresiva, que implique concesiones de ambas partes e incluya el levantamiento de las sanciones impuestas a Pyongyang por el Consejo de Seguridad.
La cuenta regresiva comenzó para que Corea del Norte desmantele, mañana, el sitio de las seis pruebas nucleares de Punggye-ri, entre las montañas impenetrables en el norte y alrededor del Monte Mantap, donde construyó entre 2006 y 2017 su estatus de potencia atómica.
Sin embargo, la administración Trump considera que ese ha sido precisamente el error del pasado y que "tiene sentido" que hablen las dos personas que pueden adoptar decisiones en esta enrevesada coyuntura anclada en la Guerra Fría, como aclaró un funcionario estadounidense a Reuters.
Aun cuando se reconoce que en gran medida los tuits de Trump pueden tener el propósito de aliviar tensiones o tranquilizar a sus simpatizantes en casa, hay una percepción creciente de que la credibilidad de su gobierno y de la presidencia se están viendo afectadas.
El programa nuclear y de misiles norcoreano supone la amenaza más grave a la paz y seguridad que enfrenta el mundo. Bien fuera por un intercambio nuclear o mediante una guerra convencional, las consecuencias de un enfrentamiento armado serían devastadoras para la península coreana y para el mundo.