Reportajes
Hoy en día, pequeñas decisiones tienen grandes consecuencias
Ante la crisis del coronavirus, la gente se ve obligada a tomar decisiones que en otra época hubieran sido cotidianas pero que hoy en día podrían tener graves consecuencias.
Ante la crisis del coronavirus, la gente se ve obligada a tomar decisiones que en otra época hubieran sido cotidianas pero que hoy en día podrían tener graves consecuencias.
En todo el continente americano, las enfermedades traídas por forasteros acabaron o devastaron muchas naciones nativas, y este legado está marcado en la memoria colectiva. En décadas recientes, enfermedades como el sarampión y la gripe porcina han causado estragos en algunas comunidades.
Patrick Stewart alguna vez dijo que el mundo de los rompecabezas era una “sociedad secreta”. Siempre hubo fanáticos de alto perfil, como Hugh Jackman, pero la mayoría casi no habla sobre su pasión.
Sentados en un anfiteatro de un hospital de la periferia de Roma, una decena de médicos y enfermeros con mascarillas y batas blancas cierran los ojos y retienen la respiración, durante una sesión de relajación para el personal médico que lucha contra el coronavirus.
Sor Angel Bipendu, religiosa y médica, una mujer de ciencia pero también de fe, visita a los enfermos del nuevo coronavirus en la región de Bérgamo, una de las más afectadas de Italia por la pandemia.
La pandemia puede provocar cambios fundamentales y alterar la forma en que se diseñan los espacios de trabajo. En el corto plazo, podemos esperar más desinfectante para manos y menos escritorios compartidos.
Las fuerzas policiales del mundo están probando los límites para castigar a quienes no cumplen con las medidas de confinamiento. El problema es que no siempre está claro qué está prohibido.
Brooklyn está a oscuras el lunes, excepto por las luces de la calle, cuando suena el despertador de Carla Brown a las cinco y cuarto de la mañana, más temprano que de costumbre. Pero con el coronavirus al acecho de Nueva York, no es un día ordinario.
Para recuperarse del coronavirus, como lo hizo, Ada Zanusso recomienda valor y fe, las mismas cualidades que le han funcionado bien en sus casi 104 años. Italia, junto con su vecina Francia, tienen la población más grande de Europa de lo que se ha llegado a conocer como los “súper viejos”.
La danza diaria comienza cuando llega a la puerta. Me encuentro con él, abro la puerta y rápidamente doy unos pasos hacia atrás. Todavía no quiero acercarme demasiado. Se quita los zapatos sin tocarlos y los deja en un tapete afuera.
Desde que el mundo es mundo ha habido enfermedad, pero las epidemias, como la que ahora vivimos, o algo parecido, se dan en poblaciones que pasan cierto tiempo en circunstancias anormales, por ejemplo, bajo la debilidad de una guerra, cuando los campos dejan de trabajarse y cunde el hambre.
El confinamiento impuesto en varios países europeos frente a la pandemia parece empezar a dar frutos, aunque el coronavirus sigue matando gente y hay que mantener la guardia para frenarlo, advierten los expertos.
Los italianos, que han padecido 17,000 muertos por el coronavirus, soñaban este miércoles con reanudar una vida normal, alentados por las menores cifras cotidianas de hospitalizados en cuidados intensivos, luego de un mes de confinamiento generalizado.
Mientras se escriben estas líneas, un grupo de cuatro albañiles sin cubrebocas taladra sin descanso el pavimento de una calle cercana. El barrendero que limpia la calle de una colonia de clase media recoge con sus manos la basura para echarla a un contenedor cuyo aire fétido respirará todo el día.
La pandemia de coronavirus limita los rituales funerarios y los dolientes están encontrando nuevas formas de decir adiós. Dilemas es una columna sobre las nuevas disyuntivas humanas que la pandemia de coronavirus representa.
Una decena de enfermos por el nuevo coronavirus contaron a los periodistas de la AFP su dolor y miedo: la muerte al acecho en el hospital, la angustia en casa, la soledad y la ira. Y a veces el deseo de cambiar.
En los tres meses pasados desde que se detectó un nuevo coronavirus en China, el planeta se sumió en un guión de película de catástrofes, sin olvidar el hospital de campaña en Central Park ni la morgue en una pista de patinaje sobre hielo en Madrid.
Anna Fortunato, una anciana de 90 años sobreviviente del COVID-19, tiene un mensaje para el resto de nosotros: No temas. No te desesperes.
Ella se acababa de mudar de Seúl, donde pasó tres décadas trabajando en la misma farmacia, para abrir la Farmacia Hankyeol (“confiable”) en la ciudad de Incheon, cerca del aeropuerto internacional.
Nada en la forma en la que vivió Enrico Giacomoni durante más de 80 años en Roma corresponde con la forma en que murió: solo. Era una buena persona, dijo su hijo, un hombre que se tomaba en serio sus responsabilidades pero no dejaba que las presiones de la vida le hicieran menos amable.